Un ángel en alquiler

Capítulo 37 - Otra oportunidad

Sentirse miserable era decir poco. Queria que las sábanas y el colchón la absorvieran, que se abriera un hueco debajo de ella, que la tragara y la llevara a donde nadie más la lastimara. Observó el techo viejo de madera manchado con humedad durante lo que se sintió más de una hora mientras escuchaba música triste en loop que solo la hacía poner peor y peor.

Una lágrima traicionera se deslizó por su rostro hasta su almohada, la canción parecía haber estado hecha para ella, clavando sus palabras cruelmente en su corazón. La música llegó a su fin y de repente escuchó un sonido extraño que no veía de sus auriculares, sino de fuera de su cuarto.

Alarmada, se sentó en la cama y se quitó los aparatos, tratando de prestar atención al sonido de la casa, con la lluvia golpeando contra el techo y el viento contra la ventana se hacía dificil distinguir, pero el chirrido de la puerta de entrada era inconfundible.

“Mierda mierda” pensó entrando en pánico. Se deslizó lentamente fuera de la cama, tratando que los resortes viejos del colchón no hicieran ruido y tomó su lámpara de cerámica de su mesa de luz como arma.

“Debería haber comprado el gas pimienta cuando Krystal me dijo que lo hiciera” Pensó arrepentida, aferrándose con las dos manos a la lámpara mientras se acercaba a la puerta de su cuarto.

“Tu puedes Cele” Se dio ánimos, lo que menos quería en ese momento era que le robaran lo poco que tenía. Respiró profundamente y finalmente corrió hacia el comedor, levantando en alto por sobre su cabeza el objeto- ¡Ahhh! ¡Fuera de mi casa!- chilló estrellando la cerámica contra la cabeza del invasor que cayó al suelo redondo.

Celeste respiró agitada, sintiendo su corazón golpear con fuerza su pecho por la adrenalina, cuando finalmente todo volvió en sí y pudo calmarse, reconoció a quien estaba en el suelo sosteniéndose la cabeza con dolor- ¿T-Thomas?- exclamó entrando en pánico- ¡Oh dios mío Thomas!- gritó al ver la sangre en su cabeza.

-Tranquila- dijo tratando de sentarse con ayuda de la joven- La sangre ya estaba allí antes, buen golpe, por cierto– exclamó parpadeando con fuerza.

-¡Lo siento!- exclamó culpable, revisando su cabeza- ¡¿Por qué entraste así?! ¡Pensé que eras un ladrón!

Thomas se apoyó contra la pared, sintiendo que todo le daba vueltas- Llamé varias veces- dijo en un quejido- y como vi la puerta sin cerrojo entré…- exclamó divertido.

Pero a Celeste no le causó para nada de gracia, aún estaba mirando fijamente la herida abierta en su cabeza, si ella no se lo había causado ¿Entonces quien? En ese momento notó que la ropa debajo del abrigo del joven estaba completamente mojada, su camisa celeste era casi marrón y estaba rasgada en varias partes. Con las manos temblorosas le quitó el abrigo, notando que su camisa estaba manchada de sangre- ¡Que mierda!- gritó con horror- ¿Que pasó?

Thomas intentó alejarse, tratando de no darle importancia- No es nada…- exclamó, pero cuando se movió hacia un costado liberó un quejido de dolor.

-¿Cómo que no es nada?- exclamó indignada- Hay que curar esas heridas, y no acepto un no como respuesta.

La mirada filosa y cargada de determinación en su amada hizo que no pudiera discutir contra eso, además su cuerpo pedía a gritos que se quitara la ropa sucia y helada, un buen baño no le vendría mal como para empezar.

Celeste le ayudó a quitarse la ropa con horror en sus ojos, el hermoso cuerpo de su amante estaba cubierto de hematomas de varios colores y tamaños, especialmente en sus costillas y estómago. Tuvo especial cuidado al quitarle la camisa y luego, lo ayudó a meterse en la bañera que había llenado con agua no muy caliente para que no le ardieran las heridas abiertas.

Poco a poco, el CEO se sumergió dentro y rápidamente el agua transparente se tiñó de un rosa amarronado- ¿Está bien el agua?

Thomas suspiró y asintió aliviado al sentir el calor del agua abrazar su cuerpo.

-Voy por las vendas- exclamó saliendo del baño.

El joven se hundió hasta la cabeza debajo del agua por unos segundos y salió tirando su cabello azabache hacia atrás, apoyó agotado su cabeza contra el borde de la bañera y por fin sintió que su cuerpo se aflojaba.

-No te duermas- exclamó la joven al volver al baño- Te has dado un fuerte golpe en la cabeza, no deberías dormir por el momento.

Thomas quiso quejarse, pero no estaba en su derecho de nada, así que como pudo se sentó en la bañera y trató de mantener los ojos abiertos mientras su amada lo ayudaba a lavar su débil cuerpo. Mientras ella frotaba un jabón antibacterial por sus heridas, la observó en silencio, grabándose cada curva de su rostro serio. Sintió su corazón contraerse de tristeza- No merezco esto- dijo sintiéndose culpable.

Los ojos celestes de su amada se posaron en los suyos- No digas eso…- exclamó continuando con el lavado.

-Pero…

La rubia suspiró agotada- Vamos, te ayudo a salir de la bañera, debemos vendar esas heridas.

Thomas no protestó y se dejó ayudar aunque se sentía muy avergonzado. La había traicionado y encima había llegado a su casa desesperado por ayuda, ella no debería estar haciendo nada por él, y aun así lo estaba tratando con amor y cuidando sus heridas sin quejarse ni pedir explicaciones.

Finalmente sus heridas fueron envueltas en vendas y le ayudó a colocarse un pijama viejo de su padre que por suerte le entró- Ven, vamos a la cama- exclamó ayudándolo a llegar al cuarto. Thomas se acostó y se dejó tapar por la joven- Ten, bebe esto.- le ordenó acercándole unas pastillas y un vaso de agua.

-¿Qué es?

-Son antiinflamatorios, me lo vas a agradecer por la mañana.

-¿Por qué eres tan buena conmigo?- exclamó con dolor- Te prometí que vendría y no lo hice… no merezco que me trates así.

Celeste lo osbervó con tristeza y corrió un mechón húmedo de su frente- Realmente te esperé, confié ciegamente en que vendrías, no voy a mentirte, realmente me dolió que no llegaras…




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