Un ángel en alquiler

Capítulo 38 - Aléjate de él

Un nuevo día comenzó, aunque no era igual a los demás. Celeste se arrastró fuera de la cama con los ojos entrecerrados e hinchados, dolor de espalda y el cabello enmarañado. Se miró al espejo y contempló el desastre matutino que era.

-Hola 29 años- exclamó con la voz ronca. No era una buena manera de comenzar un nuevo ciclo. Así que rápidamente se metió bajo la ducha para cambiar el aspecto desaliñado.

Luego de un largo baño relajante, cremas y una buena peinada de cabello se podría decir que se veía mucho más descente. Relajada y sin dolor de espalda, comió lentamente su desayuno mientras reía por los mensajes de felicitaciones que sus amigos le habían enviado a las 0:00 de la noche como hacían cada año. Se sintió un poco decepcionada al no ver ningún mensaje de Thomas, esperaba encontrarse con unos buenos días y con la promesa de que vendría a su fiesta. Pero nada.

-Debe estar ocupado- murmuró dejando el celular a un lado.

Mientras comía una segunda tostada quemada con algo de mermelada de frutilla, golpes en la puerta de entrada la sobresaltaron. La rubia saltó del taburete del desayunador y caminó hacia la entrada- ¿Hola?- exclamó confundida, ya que no esperaba visitas. Sus amigos sabían que lo mejor era no fastidiarla tan temprano, especialmente en su cumpleaños, toda la atención puesta en ella la incomodaba. Demasiado que había aceptado hacer una pequeña fiesta, solo porque Tati había insistido en que quería comer torta y cantarle el “Feliz cumpleaños” como corresponde.

-Envío para la señorita Celeste Martínez.

Entrañada, porque no había pedido nada, entreabrió la puerta, encontrándose de cara con un gran ramo de flores azules- ¿Que…?- exclamó abriendo por completo la puerta. Frente a ella había un gran ramo de flores, unos globos con helio de varios colores y una bandeja de madera llena de cosas dulces envueltas en un papel celeste transparente con un moño atado en la punta. Casi no se veía el repartidor detrás de semejante presentación, solo su gorra se asomaba detrás de los globos.

-¿Lo va a tomar o que?- exclamó el joven con fastidio, apenas pudiendo sostener todo entre sus pobres manos.

-Oh sí…- exclamó haciendo malabares con las cosas.- Gracias, que tenga un buen día.

El joven bufó y se fue, dejando a la joven con el gran ramo contra su cara, los globos golpeando el marco de la puerta y la bandeja peligrosamente tambaleandose en su otra mano. Como pudo, cerró la puerta con el pie y llevó todo al desayunador. Con cuidado apoyó la bandeja, soltó los globos que golpearon el techo y colocó las hermosas flores en un frasco de vidro que hizo de florero.

“Vaya… son hermosas” exclamó admirando el hermoso color azul eléctrico y su aroma dulzón.

Con cuidado soltó el lazo azul y el papel cayó hacia los costados, dejando al descubierto un pequeño desayuno con porciones de tortas, galletas de todo tipo, fruta, yogurt y no sabía cuántas cosas más que no podría devorar sola. A un costado notó un pequeño sobre con su nombre escrito con una letra elegante y sofisticada. Emocionada, la tomó y sacó una carta doblada al medio escrita a mano.

“Buenos días mi precioso ángel, el día es más hermoso con tu brillante sonrisa, si aún no has sonreído, espero que este pequeño regalo lo haya conseguido, te ves más brillante así y mi corazón lo sabe.

Hubiese deseado ser yo quien te diera el obsequito en persona, moría de ganas de verte por la mañana, con el cabello despeinado, los ojos rojos y ese hermoso remerón que siempre usas, pero no quería precipitarme, aunque te extraño horrores.

Nos vemos hoy a la noche, que pases un hermoso cumpleaños.

Tuyo, Thomas”

Celeste abrazó la carta contra su pecho y sonrió al sentir el amor de Thomas en cada palabra. Si, ella le había pedido verse hoy a la noche como ultimátum de su relación, pero admitía que hubiera desado abrir la puerta y encontrarse con él sosteniendo el ramo con su hermosa sonrisa radiante que la volvía loca. Ese hubiese sido el mejor regalo de cumpleaños.

Su móvil vibró, sacándola de su ensueño. Sin embargo, fue una llamada que la tomó por sorpresa.

-¿Thomas?- habló con emoción contra el teléfono.

Escuchó la respiración del joven del otro lado de la línea y sintió su corazón latir de la emoción.- No podía esperar a escuchar tu voz hasta la noche…- dijo en voz baja- ¿Recibiste mi obsequio?

-Si…- apenas pudo decir en un hilo de voz, apretando con fuerza la carta contra su pecho mientras cerraba los ojos e imaginaba que Thomas estaba allí, susurrándole al oído- L-las flores son hermosas.

-Las compré pensando en tí… aunque tú eres mucho más hermosa.

Celeste sonrió sintiendo que sus mejillas se sonrojaron fuertemente por el halago- L-la comida se ve apetitosa…

-Mmmm…- murmuró con voz grave- me encantaría estar allí, alimentándote- murmuró con un tono que hizo que la joven se retorciera y apretara con fuerza el borde del desayunador, deseando que su amado la apretara contra el mueble.

-E-eso hubiese estado bien…- dijo tímidamente.

-Mmh- murmuró el hombre, respirando pesadamente contra el teléfono- Te extraño, mi ángel.

Celeste sollozó, ella también lo extrañaba y mucho. Extrañaba estar cerca de él, acurrucarse en la cama contra su cuerpo, sentir su piel desnuda, sentirlo dentro de ella….

Pero también estaba el dolor de la traición. Se había prometido a sí misma no volver a caer ante la tentación que era ese hombre. Moría de ganas por pedirle que viniera a su casa, pero una promesa era una promesa y él debía cumplirla para ser merecedor de su amor- ¿Nos vemos hoy a la noche?- preguntó quitándo el velo erótico de la llamada.

Escuchó el silencio ensordecedor del otro lado de la llamada y por un momento creyó que diría que no.- Claro mi ángel, allí voy a estar, no me lo voy a perder por nada- dijo seriamente- Hoy es el cumpleaños de mi amada- dijo divertido- Me muero por estar allí.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.