Un ángel en alquiler

Capítulo 42 - ¿Dónde está?

Thomas estaba cansado de no hacerse responsable de sus actos y seguir cometiendo error tras error. Esta vez haría las cosas bien, especialmente porque ahora tenía un motivo: Su amado ángel. Sea que ella lo perdonara o no, tenía que demostrarle que nada de lo que había ocurrido había sido intencional.

Luego de cortar todo lazo con sus padres, tomó un vuelo de vuelta a la Argentina tratando de pasar lo más desapercibido posible. Había ignorado las insistentes llamadas, no solo de su padre y su suegro, sino también de Pilar. Que hasta lo había amenazado por mensaje de que se dejara de tonterías y volviera con ella.

Apenas bajó del avión tomó un taxi en el aeropuerto.

-¿A donde lo llevo señor?

-A la penitenciaría-

Nunca esperó estar en un lugar así. Debía admitir que se sentía bastante intimidado por el lugar gris y frío y se preguntó si realmente hubiese sobrevivido en un lugar así si las cosas hubieran sido diferentes cuando cometió el crimen a sus tan solo 22 años.

-¿A quién visita?- Le preguntó una mujer sin mucho ánimo. Thomas no la culpaba, de seguro no era nada emocionante trabajar en un lugar como este.

-Al señor Juan Martínez- dijo con seguridad, porque había investigado a los empleados y había encontrado al hombre. Para su sorpresa, Celeste era igual a su padre, aquellos ojos zafiros llenos de bondad los había heredado de él. Lo que hizo que sintiera aún más remordimiento por cómo habían terminado las cosas.

-¿Parentezco?- dijo la mujer enarcando una ceja con sospecha al ver a alguien que no era Celeste visitando al pobre hombre.

-Su yerno-Mintió. Bueno, en parte era cierto, o lo había sido antes.

El rostro amargo de la mujer se llenó de luz y una expresión de sorpresa se dibujó en su cara-. ¡No me digas que eres el novio de Celeste!- chilló la mujer y cuando quiso darse cuenta un tumulto de mujeres y algunos hombres lo rodearon y comenzaron a adularlo.

Nervioso, sonrió lo mejor que pudo.- Gracias- respondió a los elogios- Pero preferiría que no le dijeran a mi suegro que vine, en realidad es una sorpresa. Quería presentarme y pedirle la mano de su hija- Mintió, aunque realmente hubiese querido que fuera cierto.

Las mujeres gritaron emocionadas- ¡Por supuesto! Pasa pasa muchacho… ya le avisamos a Juancito para que vaya a la sala de visitas.

Thomas les agradeció y entró a una sala comun y corriente de piso y paredes blancas donde varias familias estaban conversando con los reclusos. Se sentó en una mesa cerca de la ventana y escondió sus manos en su regazo tratando de esconder su nervosismo.

Cuando escuchó que la puerta de los reclusos se abría levantó su mirada y se encontró con un hombre muy distinto al que había visto en los archivos de la empresa de su padre. Este era un hombre demacrado físicamente, los años le habían pasado factura y ya no llevaba la mirada llena de vida que había visto. Ahora su expresión era gris, triste y Thomas había sido el causante de esto.

Se levantó de golpe de su asiento y se inclinó con respeto- Señor Martínez.- dijo tratando de tragarse su miedo. Luego levantó la mirada y se encontró con una expresión llena de ira y rencor.

-Tú…-Podría jurar que el hombre lo hubiese matado allí mismo si no fuera por los guardias que lo estaban vigilando de cerca-

-Sé que soy la persona que menos querría ver en este momento. P-Pero quería hablar con usted…

-No hay nada que hablar- dijo secamente- Solo aléjate de mi hija, ella no tiene la culpa de nada… ¿No puedes simplemente volver a tu país y desaparecer de nuestras vidas?- dijo con un tono que se sintió cargado de dolor.

-Yo…- dijo sentándose abatido- Jamás le haría daño a Celeste.

-Lo hiciste, muchos años atrás.

Thomas bajó la cabeza con culpa- Quizás no me crea y está en todo su derecho a no hacerlo, pero realmente yo no tenía idea de que mis padres le habían hecho esto a usted y a su hija. Si tan solo lo hubiese sabido…

-¿Qué? ¿Hubieses ido a la cárcel en mi lugar? Niño… te recuerdo muy bien, nunca lo hubieses hecho…

Thomas se mordió el labio con fuerza. Ese hombre tenía razón, él había sido una persona de mierda, caprichosa, rebelde- Lo sé, lo recuerdo bien… pero créame que jamás hubiese deseado esto para todos. Sé que mis padres cometieron el peor error de su vida, pero con la muerte de mi hermano y luego esto…

-Thomas- dijo con dureza el hombre, que todavía no se había sentado- No es que quiera ser yo quien te diga esto, pero tu hermano no está muerto como todos creen.

Thomas lo observó en shock y se levantó del asiento haciendo caer la silla con fuerza. Un guardia se acercó alarmado, pero el padre de Celeste levantó la mano en señal de que todo estaba bien.

-¿Qué estás diciendo?

Finalmente el hombre suspiró derrotado y se sentó en su asiento- Siéntate.

En shock, el CEO obedeció y se sentó aun sin poder procesar lo que acababa de oír.

¿Su único hermano estaba con vida? ¿Cómo era posible? Había muerto en un accidente de coche, él mismo había visto el auto destrozado, el ataud. Trató de recordar si había estado abierto o no en el funeral, pero eran recuerdos borrosos de un pasado que siempre quiso olvidar.

Sintió un fuerte dolor de cabeza y tuvo que agarrarse con fuerza de los costados para que no estallara en mil pedazos.

-Además de ser mecánico en la empresa de tus padres, a veces les hacía de chofer. Ellos confiaban mucho en mí ¿Sabes? Hasta en cosas que nadie debía enterarse…

-No entiendo…

-Eras tan solo un niño y quizás no lo recuerdes, pero tu hermano era una persona con muchos problemas. Tenía una fuerte depresión y a veces comenzaba rabietas que terminaban lastimándolo fisicamente. Tus padres simplemente no sabían cómo frenarlo y eligieron los sedantes.

Thomas recordaba eso a la perfección, las malditas drogas que habían arruinado el carácter risueño de su hermano.




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