Un ángel en alquiler

Capítulo 48 - Un nuevo comienzo

El tiempo pareció curar todas las heridas abiertas. Su padre poco a poco comenzó a acostumbrarse a su vida de hombre libre, la expresión triste de pájaro encerrado cambió por un rostro más iluminado y con mucho por vivir. El tratamiento experimental de Tati funcionó y ya no dependía tan seguido del inhalador, hasta había comenzado a hacer deporte. Sus amigos eran la pareja del año, a veces, Celeste los encontraba diciéndose cosas lindas, cuánto se amaban, palabras que Krystal jamás admitiría en voz alta.

Todo marchaba bien, hasta había vuelto a bailar, el escenario la extrañaba y ella también a él.

Entonces ¿Por qué se sentía tan vacía?

Mientras danzaba sobre el escenario, con sus telas blancas acariciando su piel desnuda, sus alas abiertas extendiéndose en su espalda y el toque frío del collar que Thomas le había obsequiado en su pecho, Celeste se sentía viva otra vez. La música cesó y las luces se apagaron cuando vio como un hombre se acercaba a ella tímidamente- Hola…- murmuró el hombre. Con la música fuerte y el bullicio apenas podía oír su voz.

-Hola…- respondió con su voz melosa, aquella que usaba con los hombres del bar.-¿Lo disfrutaste cariño? - preguntó mientras se deslizaba del escenario hasta sentarse en el borde con las piernas cruzadas.

-Si… h-has estado maravillosa- respondió sonrojado, frotándose la nuca- ¿Eres Celeste? ¿verdad?

La joven enarcó una ceja por la mención de su nombre- No me llamo así aquí…

-Ya veo…- exclamó jugando con sus dedos- Quería hablar contigo, en privado, si puedes…

-Lo siento cariño, pero ya no hago bailes privados.

-¡No!- Respondió rojo como un tomate- No es por eso, yo… mi nombre es Matias, Matias De Anchorena. Soy el hermano de Thomas.

Celeste se quedó congelada en su lugar, no esperaba volver a escuchar ese apellido. Nerviosa se bajó del escenario dispuesta a huir a su camerino -Lo siento… pero no hay nada de qué hablar- Sentenció dándole la espalda al hombre.-Ya no tengo nada que ver con él- Estuvo a punto de irse pero un agarre suave y tembloroso la sostuvo del brazo.

-Sé que han pasado muchas cosas y sé que mi hermano no ha sido el mejor, pero yo solo soy un mensajero y le juré cumplir su promesa.- dijo suavemente, soltando lentamente el agarre.

-¿Promesa?- dijo con un dolor en su pecho. No pudo evitar tocar el collar que adornaba su cuello.

-Si, él me pidió que seas feliz que hiciera todo lo posible para cumplir eso, que estés bien… luego de, ya sabes…- Dijo removiendo en su lugar.

-Yo…- exclamó frotándose el brazo con incomodidad- Lo siento, pero no sabía que Thomas tenía hermanos, él nunca me habló de tí.

El hombre la observó comprensiva y se sentó en una de las mesas vacías, acercándole otra silla a la bailarina para que se sentara frente a él. Celeste dudó, pero al ver el rostro desesperado del hombre, finalmente se sentó con la espalda recta y sus manos apretadas en puños cerrados sobre su regazo. A lo lejos, vio a su amiga mirándola preocupada, pero la joven le hizo un gesto con la cabeza de que no se preocupara.

-En realidad Thomas creía que yo estaba muerto- sonrió con melancolía- Mis padres se encargaron de hacerle creer eso todos estos años y prefirieron fingir que nunca existí y que él era hijo único.

-Oh… como lo siento.

-Gracias…- respondió sonriente-No te conosco mucho, pero puedo entender porque Thomas se enamoró de tí.

-¿Eh?

-Puedo ver en tu mirada que eres una buena persona, no necesito saber más para estar seguro de eso- exclamó seriamente- y aunque sé que ahora odias a Thomas, él también es una buena persona…

-Yo…- respondió mordiéndose con fuerza el labio- En realidad, no lo odio. Pero no puedo olvidar lo que nos hizo…

-Lo sé y Thomas también lo sabe, y va a tener que vivir con eso.Aun así…- comenzó a decir, sacando un sobre de papel madera de su maletin- tengo algo para darte de su parte…

La mujer lo observó con sospecha el sobre, sin saber si tomarlo o no, pero la curiosidad le ganó y lo tomó entre sus manos y lo abrió. En él había unos papeles de titularidad y un juego de llaves- No entiendo…

-Son las llaves y los papeles de la casa de Thomas. La propiedad ahora está a tu nombre, los abogados de mi hermano se encargaron de hacer todo el trámite, ya no tienes que hacer nada. Solo vivir allí o venderla, lo que tú quieras…

-Yo… yo…

-Es toda tuya Cele, se que en realidad no es nada comparado con lo que pasó, yo más que nadie entiende cómo se siente perder años de vida perdidos por culpa de alguien más, pero por lo menos espero que esto les haga la vida mejor a partir de ahora.

-Lo siento, pero no puedo aceptarlo.- exclamó deslizando el sobre de vuelta hacia Matías.

-Insisto…- Respondió deslizándolo nuevamente hacia la joven- Tú vales lo vales. Por favor, tómalo como última voluntad de Thomas, pero no lo hagas por él, hazlo por tí y por tu familia.

-yo… no sé qué decir, esto es… mucho

-No tienes que decir nada, solo ser feliz.

-Gracias… -Respondió apoyando en sobre contra su cuerpo.

-¿Puedo…puedo abrazarte?- dijo el hombre tímidamente.

Celeste lo miró sorprendida por la extraña petición. -Si… claro- Respondió al ver el rostro del joven, en él podía ver todo el dolor que había pasado. Lo menos que podía hacer era darle un abrazo sanador.

Lentamente Celeste y Matías se levantaron de sus sillas y lo que al principio fue un abrazo rígido e incómodo, terminó siendo un abrazo cálido que ambos habían necesitado sin saberlo.

-Wow, hace años no abrazaba a una mujer- Respondió cuando el abrazo se acabó.

Ambos rieron divertidos, como si con ese abrazo hubiesen pactado una amistad a partir de ese momento-

-El… ¿Está bien?- preguntó tímidamente.

-Lo está si tu lo estas.

Celeste asintió con la cabeza.-

-Bueno… debería irme.

-¿Sabes?- exclamó la rubia- Tú podrías venir a visitarnos, si quieres…Sé lo que pasó con tu padre y lo siento mucho. Si a mi padre le pasara lo mismo…




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.