Un Angel Llora

Capitulo Cuatro

La noche cae rapidamente, dejando la luz que nos brinda el hermoso sol y trayendo las penumbras, la oscuridad y lo prohibido.

Estoy en mi cama, abrazada a mis rodillas, la lluvia cae lentamente perturbando mi sueño livido, sin poder evitarlo dejo mi mente divagar por los recuerdos de horas atrás, de dias y de meses. Es extraño me aferro a cosas que me hieren. Me aferro al dolor y a la agonia, el dolor de un pasado que apenas recuerdo y la agonia de pensar que puedo olvidarlo, porque a pesar de que sea solo una transformacion, se siente tan real que quema, aquí dentro en el corazon.

Las gotas de agua salen escurridisas por mi ventana, caen rapidamente, como si estuvieran compitiendo por quien llega primero hasta el marco de madera blanco.

Mi cuarto esta en el segundo piso, solo hay dos habitación la de Ann que esta abajo y la mía, aquí arriba disfrutando de la soledad que me brinda un piso solo para mi.

Suspiro y cierro los ojos.

—Quisiera tener el poder de vivir nuevamente el momento, y no aferrarme a la memoria que me miente con imágenes difusas que se pierden  a travez del tiempo. —Digo para nadie en especial, porque se que nadie puede verme, no aquí, no ahora.

La cara de aquel hombre se aferra a mi cerebro, aun lo siento es como si lo conociera, es una extraña conexión que tengo con lo desconocido. Y nuevamente me siento atraida hacia ello.

Me acuesto, aun con los ojos cerrados dejando que mi mente me perturbe y me haga mas desdichada. ¿Quién lo diria? Los angeles tambien sufren.

Y con ese pensamiento me dejo llevar por el mar arroyador que es la mente.

Me despierto a la mitad de la noche, la lluvia prosigue no dando tregua jamás, y eso me agrada. Me gusta la lluvia, su olor purificante hace que me sienta dichosa, feliz. Me levanto de la cama y camino hacia la ventana. La abro con un gesto rapido, limpio y sin presion.

Saco una pierna, me agacho para poder pasar mi torso, lo bueno de estar en el segundo piso es que tengo el techo para mi.

El crujir de las tejas me hacen soltar una risita, me siento como si estuviera irrumpiendo sobre mi propia casa, o bueno parte de ella. No importa cuanto tiempo me haya tomado salir por la ventana, la victoria esta en enconmtrarme sentada en plena lluvia, sola y feliz.

Sobretodo feliz.

Dejo que el agua me llene, me empape y me cale hasta los huesos, pero no me importa, subo mi rostro para que las gostas de lluvia caigan en el, mi cabello esta bastante mojado ya, suelto la trenza casi desecha en su totalidad, esparso mi cabelo y juego con el, los mechos tiene formas diferentes, desde los insufribles y adorables rizos hasta algunos que estan lizos en su totalidad.

La lluvia cae con fuerza, es genial, gratificante y placentero, estoy en pijamas, por supuesto ya empapadas,  nose cual sea la hora, o en que día estamos, solo me importa el momento, porque estamos hecho de eso: Momentos.

 

 

 

La mañana es fresca, no tan fria como me la imaginaba, y no tan caliente como deseaba, son sentimientos y pensamientos contradictorios, lo se. Pero mi mente es diferente, yo soy diferente.

Ann esta hecha un manojo de nervios.

Temo preguntarle, hoy es uno de esos dias en el cual temes que explote, o se ponga a llorar, o simplemente colapse y maldija cualquier cosa, o a cualquier persona.

No digo nada, mi pequeña salida a hurtadillas en la lluvia a dejado mi cabello un caos, es negro tan negro como la noche, o las penumbras, la mayoria aquí tiene su cabello amarillo, caoba, chocolate, y otros colores, el mio es negro, completamente negro. No se porque ahora me preocupa el color de este, solo que ahora me ha dado por comparar cualquier cosa conmingo misma, he comparado mis alas, y son las unicas en su especie, al igual que m cabello y ahora mi par de ojos cambiantes.

No me quejo, realmente me gusta la idea de poseer cualquier tipo de color de ojos, pero haria me resulta un poco extraño.

Aunque todo en mi es extraño.

—Ann, calmate cariño. —Le digo, intentando sonreirle, sus cambios bruscos de emociones me agarran desprevenida.

Ann no dice nada, revolotea de aquí para alla en la cocina.

La cocina es bastante normal, fregadore, lavabajillas, una nevera, el comedor, una cocina electrica y unas sillas, por supuesto que los cajones para las cosas, aunque la cocina no es mi lugar favorito a decir verdad.

Amo comer, enserio. Pero a veces unas ideas descabelladas me quitan el apetito y el sueño.

Para mi felicidad y desgracia soy de esas personas que leen todo lo que pongan en sus manos, desde manuscritos de sentencia, o cuentos terrorificos para que los niños angeles no revoloteen de aquí para alla en la cocina en busca del tarro de galletas.

—¡Estoy bien!—Ann se ha hecho una trenza, bueno dos una de cda lado, lo que la hacer ver tierna. Muy tierna.

—¡Vale!

No quirto discutir, odio realmente hacerlo, soy mas del tipo pacifista emprendedora.

—¿Qué sucede?—me atrevo a decir.

Ann calla. Deja de caminar como animal enjaluado, y aquí es cuando se desata el caos que alguna vez temi. La locura.

Su boca se convierte en una mueca, antre miedo, y preocupacion.

—Ann…

—¡Lo siento!

—¿Por qué te disculpas?—alzo una de mis cejas.

—¿Recuerdas al chico que estaba en la pantalla?

Asiento rapidamente.

—He averiguado muchas cosas, me he metido anoche a los registros de los humanos, nadie me vio—siento como el color de mi cara desaparece—. Su nombre es Grace Samuelle Lick, 20 años, tiene una relacion con un demonio de nombre Katlyn, en unos dias mas le pedira matrimonio, es joven, carismatico, ama los animales y piensa cosas que asustan…a veces.

Toda la informacion que me dice siento que es mucha. El desconocido tiene nombre.

—Grace.—musito.

Ann asiente yt se ve feliz.



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En el texto hay: fantasia, angeles, romance

Editado: 19.08.2021

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