Un Angel Llora

Capitulo Seis

Todo a mis ojos es maravillo al ver por mí misma las grandezas de los seres humanos, camino por las calles con aspecto soñador, o al menos es lo que me dice mi reflejo.

Hay muchas tiendas con colores llamativos, hay una en particular que ha robado mi atención, en el centro en un letrero de colores fluorescentes descansa el nombre de Librería De Ensueño.

He estoy en ella, dando vueltas y vueltas en cada pasillo, la gente aquí es rara, solo están sentados leyendo revistas y algunos adolescentes tienen en sus manos libros que no logro descifrar de que temática son.

La gente que pasa a mi alrededor se me queda mirando, me saludan y luego murmura cosas como

“Es muy linda”

“¿Has visto su cabello?”

“¿Por qué baila?

Bueno esas y muchas cosas más.

Camino revoloteando con aires de bailarina en una sección que ha llamado mi atención, arriba en un letrero blanco con un numero 8 remarcado en negro y más abajo en un letrero que cuelga del 8 dice “Ángeles”

Entro en esta sección y diviso muchos libros con un simple y llamativo título, pero ninguno llama mi atención.

A lo lejos en otra sección que cuelga el numero 9 descansa un hombre con un libro en sus manos. El sillón en donde descansa su cuerpo no se ve muy cómodo que digamos.

Camino hacia él, porque siento una conexión con ese hombre de aire desganado y melancólico.

¿Por qué esta triste?

Sigo acercándome hacia él, aunque al parecer él no lo nota. Estoy a tan solo cuatro pasos de él, el levanta la mirada en gesto a saber quién se atreve a mirarlo.

Y ahora caigo en cuenta que lo conozco, y se quién es.

El frunce el ceño y deja al lado el libro, lo cierra con lo que asumo que es un separador y leo mentalmente el título.

Soledad ¿realmente te sientes solo?

Imito su gesto al fruncir el ceño ¿Por qué alguien lee acerca de la soledad?

—Hola. —Me atrevo a decir, aunque no debería, tengo prohibido hablar con los humanos.

El alza una ceja, y ese simple gesto me recuerda a Damián.

Mierda. ¡Damián!

—Ho-hola.

Sonrió, a pesar de que me mi mente esta en otro lugar, o mejor dicho con Damián.

—No creo que pueda ayudarte. No trabajo aquí.—Dice, y yo me siento confundida. No quería que me ayudara, yo debía de ayudarlo a él.

Aun no sé porque debo ayudarlo, pero siento que debo hacerlo.

 —No quiero tu ayuda.—Digo.

—¿Entonces?

—Yo te conozco.

El niega con la cabeza.

—Sí, yo te conozco, bueno no de esta forma porque nunca te había visto en persona, pero se quién eres. —Murmuro, como si estuviera hablando del clima o algo así.

—Pruébalo. —me riñe.

Busco algo que me sea útil, no recuerdo mucho ¡Estúpida falta de memoria!

—A ver… Tu nombre es Grace, Grace Lick, tienes veinte años, y estas en una relación con una tal Katlyn. —Mis palmas sudan, siento cosquilleos en todo mi cuerpo, juego con mis palmas y las coloco en mi espalda, una acción para poder secar el sudor, mi ropa es normal, un short negro y una camisa de tres botones gris, llevo unas zapatillas deportivas grises y mi cabello está desordenado, pero al parecer todo el mundo usa su cabello así.

Espero a que él responda, su cara está levemente perlada por el sudor, su cabello amarillo cae en su frente, no dejándome verla, sus ojos marrones están bastante brillosos, me pregunto si todos los ojos aquí son así.

Parpadeo un poco, mis ojos pican, llevo ambas manos y comienzo a restregarlas en los ojos, los aprieto y así estoy por unos largos dos minutos.

¿Se habrá quedado sin habla?

—¿Grace?

Él asiente, al menos no se ha muerto o algo así.

Su cara es un manojo de emociones, desconcierto es la que predomina en sus ojos.

Veo el reloj que está arriba de nosotros, son las 3:40 de la tarde ¿Y a dónde se ha ido el tiempo?

—T-tus ojos.—dice, y sé a qué se refiere, han cambiado de color nuevamente.

—Ya me he acostumbrado, ¿me puedes decir de qué color son ahora?—Pregunto con una sonrisa.

—Grises, y antes tenías unos lindos ojos azules.

Asiento agradecida.

—¿Ahora me puedes decir si estoy en lo cierto acerca de ti?

Grace agarra aire, y lo retiene por un momento, mientras hace eso noto que cierra los ojos.

Me gustaría leerle la mente, pienso.

—¿Cómo sabes todo acerca de mí?—Musita, algo extrañado. Su voz es raposa, sedosa y es un deleite, no como la voz de los ángeles y los demonios, es un tipo de voz que quieres escuchar siempre, es hipnotizante.

—Es de mala educación responder con otra pregunta.—bromeo.

El asiente de acuerdo, creo que nos llevaremos bien. Mientras no grite cuando le diga que soy un ángel, con alas incluidas.

Mi mente me frunce el ceño, y yo pido disculpas mentalmente, aun no es tiempo, ni siquiera lo conozco. Pero si no es hoy entonces ¿cuándo?

—Tienes razón. —concuerda.

—Gracias.

Sus ojos cambian a una expresión de duda.

—Pregunta. –me aventuro a decir.

—¿Cómo te llamas?

Pregunta fácil.

—Candace. ¿Siguiente pregunta?

Él se levanta de ese feo sillón y toma mi mano, una electricidad aflora en mi piel con su toque, pero no me importa porque se siente bien. Me guía hacia afuera de la librería.

Las calles están intestadas de carros, gente, niños y comida,

¡Qué extraño!, grita mi mente.

Aquí todo es colorido, es lindo a decir verdad, aunque lindo no sería un sinónimo de tanta belleza en las calles.

En este lado creo que es verano, ya que todos usan pantaloncillos cortos y franelas de colores, algunas mujeres llevan su cabello en una coleta desaliñada, en cambio otras lo llevan suelo al igual que yo.

Los hombres en cambio usan Ray-Bans, unos shorts y algunas van sin una camisa, en cambio Grace, si me fijo bien lleva pantalones grises y una camisa que asumo es algodón blanco.



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En el texto hay: fantasia, angeles, romance

Editado: 19.08.2021

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