Si dejara de sonreír,
si empezara a llorar,
si dejara de vivir
y comenzara a agonizar.
Entonces dejaría el blanco matiz,
sería un ángel de cristal
I
Un ángel nunca llora,
un ángel nunca deja la sonrisa.
La oscuridad felicidad roba;
mas si a mí me la roba y crea una tormenta, yo la he de sentir como una simple brisa
II
Le hago un ademán al cielo
que tenga compasión del suelo
aquel en el que me recuesto
y respiro derrotado el viento.
III
Debo mantener la resiliencia;
aunque muera en melancolía.
Debo mantener resistencia
hacia las oscuras fantasías;
aunque toquen mi residencia,
debo fingir una melinflua melodía,
debo fingir bonhomía
cuando la oscuridad acecha mis días
IV
Pues aquella oscuridad
ya es parte de mí.
He de admitir
que no lo deseé así
V
Soy un ángel acendrado
que no teme de sicarios,
eso dicen, le temo hasta a un oscuro árbol, que mi alma es inmarcecible,
rozando a lo increíble.
En verdad, soy muy sensible
como un ángel de cristal,
soy la prueba de que nada es imposible
VI
Ojalá no muera ésta rosa,
ojalá lo que hay detrás no conozca;
pues hasta el blanco llora,
hasta la más etérea aurora
VII
Historia tétrica,
buscando descenlace,
buscando alba entre Plutón
que parece que sólo gracia hace.
Tristeza inefable, vacío envase
en busca de que el amor lo abraze.
Lo siento, llora éste ángel
porque hasta lo más bello
puede tener un dolor inconmensurable.
Editado: 13.04.2020