Un Ángel para el Cielo

1. Nace y muere una amistad

─¿Qué pasa cesar?, ¿Por qué está tomando tan temprano? ─pregunto a uno de mis conocidos al verlo beber y llorar aferrado a una botella.

─¿No sabe?

─¿Saber qué? ─pregunto con gesto de desconcierto.

─Homero murió ─contesta con voz apagada y dolida.

 ─Deje de estar diciendo pendejadas, luego le pasa algo al chino y lo veré llorar peor. ─hablo sin prestar mucha atención a sus palabras, pero logran incrustar la duda en mí.

─No estoy diciendo mentiras ─pausa y bebe nuevamente ─, se ahogó esta mañana y están buscando su cuerpo en la laguna a la que fue en compañía de su padre a cazar.

─¡Definitivamente, sí que estás borracho! Mejor hablamos después ─Me alejo negando enojada ante la situación

¡es increíble como alguien puede estar diciendo sandeces y tan ebrio siendo solo las 10 de la mañana!

─Hola, pa

─Señorita ─es la respuesta con mirada evadida que recibo de mi padre. Dudo, pero decido hablar.

─¿Será que me puedes dar permiso de ir a la casa de Homero? ─pregunto con miedo, un miedo que me está quemando el pecho.

─¿Por qué, ya encontraron el cuerpo? ─No tuve que esperar una confirmación mayor, sus palabras bastaron para quebrar mi órgano cardiaco y quedar congelada de inmediato. ─. Lo siento ─agrega secando mis lágrimas. No supe en qué momento salieron. No dije nada, solo tomé las cosas que debía llevar a casa y salí de la plaza de mercado en mi bicicleta, pero con la vista nublada y una sensación de vacío infinita.

─¡Niña, cuidado! ─escuché que alguien me grito y el golpe con la parte trasera de un vehículo me volvió a la realidad. ─¿Estás bien? ─me preguntan con preocupación, mi respuesta es una afirmación con mi cabeza. Pero ¿qué es estar bien? ¿Cómo podría estarlo, cuando recibo la peor de las noticias? Alguien me pasa las bolsas que se me habían caído y las recibo para volverlas a colgar del manubrio de mi bicicleta.

─Gracias ─contesto sin saber quién fue la persona que me ayudo. Me subo y continuo mi camino, uno que solo me trae imágenes de ese joven de 15 años con risa pícara y mirada soñadora, ese que gozaba asustándome, abrazándome y consolándome siempre que le era posible. Antes de iniciar mi camino nuevamente, fijo mi mirada en la entrada de mi colegio. Los recuerdos me golpean cruelmente y solo digo en susurro: ─todo es mentira, él está bien, él es bueno nadando y esto es solo una broma de la vida ─me limpio las mejillas, los mocos y decido bloquear todo lo malo. Me imagino que él vendrá más tarde y se reirá de mí, por ser tan idiota y llorar solo por un rumor.

─Hola, ma ─digo ingresando a la cocina. Entrego las bolsas y de forma casual, pero sintiendo como se forma un nudo enorme en mi garganta, comento: ─Ma, cesar ya estaba borracho y dijo que “supuestamente” Homero se había ahogado esta mañana en una laguna de yo no sé dónde.

─¡¿Qué?! Imposible ─su ceño se frunce y luego me pregunta: ─¿Pero usted no estuvo ayer con él?

─Si, él venía a traer algo a la plaza, pero como me vio, se quedó acompañándome hasta que llego mi papá. 

─¿Y no le dijo si iba a ir a cazar? ─no me tomó por sorpresa su pregunta, de hecho, era en lo que mi cabeza había estado trabajando.

─No, él casi no le gusta ir, casi siempre va su hermano. De lo que hablamos y peleamos fue de lo de siempre.

─Que le des el casete de los Bukis ─culmina mi mamá y en automático el tema de su supuesta muerte se bloquea.

─Ajá, pero le dije que no ─elevo mis hombros recordando que le compre uno casi igual al mío, pero se lo daré después. Ingreso a mi habitación y tomo el casete en mis manos, sonrío recordando la vez que ingresé a la casa y él estaba escondido en mi cuarto y de la nada salió, me abrazo y grito:

─Quiéreme, como yo te estoy querien…─grite a todo pulmón y no dejé que terminara el pedazo del coro de la canción quiere de los Bukis y le pegue un codazo en el estómago.

─Ummm ─dije zapateando y haciendo puños mis manos. Él era el que siempre me asustaba, no sabía el por qué o el cómo, pero siempre hallaba la manera de asustarme.

─Siente lo que estoy sintiendo, quiéreme, pues la vida me he pasado, esperándote a mi lado, quiéreme. ─continúo cantando, pero ahora sujetando mis pobres cachetes y sonriendo ante mi cara de pocos amigos.

─¡Suélteme fastidioso de mierda! ─dije quitando de manera brusca sus manos de mis mejillas y arrojando la maleta del colegio a la cama. Salí de la habitación muy enojada, era el colmo que siempre un día de la semana, él me jugara este tipo de bromas y me tocará ingresar a mi propia casa como si fuese un ladrón.

─Hola suegra ─saluda a mi madre.

─Hola yerno ─contesta ─ ¡Este berraco! ─escucho y sé que nuevamente le robo una de las tajadas maduras que ella acaba de freír.

─¡Muerto de hambre! ─le digo. Abrazo a mi mamá y deposito un beso en su mejilla.

─¿Nuevamente la asusto? ─lo observa y ruedo los ojos porque para ella él es adorable, pese a lo idiota que es.

─Vamos ─lo tomo de la mano sacándolo de la cocina. ─si me vuelve asustar, le voy a decir a su novia ─amenazo ─¿Por qué no se va para la casa de ella en vez de estar jodiendo acá?




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