Hoy como todos los domingos voy camino al cementerio a visitar a mi amigo. Ya son siete los meses en los que he seguido mi vida sin él. No ha sido fácil, más cuando se tienen tantos recuerdos y lugares en los que él dejó huella.
─Hola intensin ─saludo recordando que la noche anterior no pude dormir y sé que él es culpable. Acomodo las siete flores que llevo y digo: ─Si te dije que venía ayer porque cumplías siente meses de haberte ido y no pude, no tienes derecho de quitarme el sueño. Es incómodo cerrar los ojos y ver el cementerio y peor es conciliarlo y recorrer todo este lugar ─doy una mirada rápida a mi entorno y cada tumba que vi sin ser ocupada, siguen igual que en mi sueño ─¿Crees que no me daría cuenta? Con esta es la quinta vez que me pasa, solo que las tres primeras, pensé que, otro era el motivo. Pero… la cuarta y esta quinta vez, lo hice adrede porque quería comprobar mi teoría y en efecto es real, así que, desde hoy, no te volveré a decir cuando voy a venir, simplemente lo haré y ya. No deseo pasar mis noches recorriendo este lugar y terminar frente a tu tumba ─. Como ya es rutina, le cuento todo lo que he hecho en la semana y le pongo su música favorita. Tuve la intensión de ocultarle que su novia había ido a mi casa y entre tema y tema, terminamos llorando como siempre que nos reunimos. Para ella su partida le ha dolido tanto como a mí, pero sé que un día conseguirá a ese alguien que la ame como sé que lo merece, pero yo no volveré a encontrar a un amigo como él. Como dije era algo que quise ocultar, pero al final terminé por contárselo.
─Hola ─giro ante el saludo y observo a una señora que conozco. Hablamos un par de minutos de cosas referente a las partidas de los seres queridos y el motivo por el cual ella estaba en el cementerio. Pensé en decir lo siento por la muerte de su esposo, pero no pude. Nadie puede sentir el dolor de otro.
─No me esperes el próximo domingo, vendré sin avisar porque eres muy cruel y me pones los pelos de punta. No olvides que te extraño y que siempre estarás en mis recuerdos. Te amo, amigo mío ─Salí de aquel lugar con mis ojos aguados y el corazón quebrado como cada vez que vengo a verlo.
─¿Qué hace? ─me pregunta una compañera del colegio.
─Escribiendo ─contesto enseñándole mi cuaderno. Mi compañera se retira al ver que no estoy dispuesta a entablar una conversación con ella. Suspiro tratando de redactar la historia que pidió la profesora de educación artística como actividad de cierre de año y no logro un buen desenlace, siento que no tiene coherencia y que le falta ese algo que la hace especial.
─Gracias, señorita ─contesta la profesora cuando le entrego mi trabajo. Me alegra poder finalizar el año escolar y tomar un descanso; creo que lo merezco después de entrenar tanto y llenar mi tiempo con cuanta cosa me proponían, pero de no haberlo hecho, mi vida estaría en la total penumbra.
─Madre ya vuelvo ─digo desde el marco de la entrada a la cocina.
─¿Para dónde va? ─sonrío cabizbaja y mi madre sabe que iré donde Homero antes de que este año llegue a su final. Con un movimiento de mano dice que puedo ir y me recuerda que no me puedo demorar.
─Esta es la primera navidad sin ti ─hoy no salude, solo deje que mi mente cavilara en relación a su partida ─. Nunca te dije lo feliz que me sentí cuando llegué a la plaza y te vi esperándome en el puesto de mi padre. Desde ese día, ir los sábados o los domingos a la plaza era más especial por tu compañía. Quise romperte la cara cuando me quemaste con esa empanada recién salida que a escondidas de tu madre me colocaste en las manos. En verdad me dio rabia porque tu mamá puso ese puesto diagonal al de mi padre para ayudar con los gastos de tu casa y tú solo robabas antes de que ella logrará su primera venta. Sé que estaba al tanto de que yo era la culpable de sus pérdidas, aun así, me sentía mal y ella solo me sonreía complacida. Un día me dijo que no entendía como tu novia no se ponía celosa si no era a ella la causante de que tú robaras tan descaradamente ─mi gesto es entre felicidad y tristeza, pero sobre todo es de soledad. Suspiro y continuo ─Claro que nada iguala el día que cumplí 15 años, ese día me llenaron la cabeza de chichones, harina y huevos. Pero, un bello joven me tenía un ramillete de flores de jardín y me recibió con una gran sonrisa y los brazos abiertos. Con ver su rostro mi felicidad fue completa. Dude en abrazarlo porque no quería ensuciar su ropa, algo que simplemente no le importo y sin pudor deposito un beso en mi frente y me dijo lo mucho que me quería, pero mis quince fueron empañados cuando ese joven a los pocos meses me dejo, me dejo tan vacía y sola en este mundo, como nunca pensé estarlo ─¿Sabes? Mi madre insiste con el cuento de que yo era tu gran amor secreto. Que te falto valentía para confesarte, algo que para mí es y será un misterio. Aunque en muchos momentos tus actos me confundían, no quiero creer en esa vieja y loca historia del hilo rojo, porque de ser así, espero que en la otra vida seas para mí lo que yo seré para ti. Un único, verdadero y eterno amor…
─Señorita, es tan amable y le baja el volumen a ese aparato. En pocos minutos iniciamos una misa y no creo que a los presentes le haga gracia la fiesta que usted tiene ─mi expresión es de desagrado, pero antes de obedecer reproduzco el tema de navidad sin ti de los Bukis y mi alma sufre como el día en el que lo acompañe hasta este lugar.
Con el pasar del tiempo mis visitas se fueron haciendo cada vez menos frecuentes, pero no menos importantes. Antes de irme del pueblo, pase por su morada para despedirme y recordarle que la distancia no será un impedimento para que su recuerdo viva enteramente en mí. Le prometí que cada vez que venga a visitar a mis familiares, él estará dentro de mis planes y que le haría un resumen de mi vida como siempre. También le prometí que, un día le escribiría un relato donde plasmara lo bello de nuestra amistad y un poco de las aventuras que en plena etapa de juventud vivimos el uno junto al otro y hoy por fin lo he cumplido…