Un anhelo del corazón

CAPÍTULO 2

HAZLO POR NOSOTROS

“El amor es un fiel insensato que, en cada acción, sin importar cuál, no encuentra defecto alguno”.

—Es el segundo aviso de embargo.

Sindy Vanegas, su secretaria y mejor amiga, le entrega el sobre con la notificación del juzgado civil. Sentada en su escritorio, Noelia lo toma con su mano y lo mira sin abrirlo.

—¿Qué piensas hacer? —insiste Sindy, cruzándose de brazos—. No puedes perder esa propiedad, Noelia. Es la única herencia que te dejaron tus padres.

—Lo sé y no voy a perderla —contesta con la calma que siempre la caracteriza y que empieza a impacientar a su amiga—. Haré un nuevo abono a los intereses y pediré otro aplazamiento.

—No es justo, Noelia. Tienes que hablar seriamente con Xandro —exige molesta y apoya las manos en el escritorio—. Tiene que responderte por ese dinero.

Enfundada en su bata blanca, Noelia emite un largo suspiro y guarda silencio.

—Trabajas muy duro para mantenerte. Eres una de las mejores fisioterapeutas de la ciudad. No es justo que el fruto de tu trabajo vaya a parar a la hipoteca de tu casa y Xandro se haga el desentendido —la mirada acusadora de Sindy se opaca. No le gusta aquella situación.

—Él me prometió que pronto saldrá el proyecto inmobiliario —Noelia lo defiende, como siempre—. Dice que solo es cuestión de permisos para que la constructora empiece a ejecutarlo —pasa saliva y cierra los ojos intentando creerse ella misma aquellas excusas—. Xandro me asegura que una vez se inicie la construcción y se empiecen a vender las casas, veremos las ganancias y que el dinero que le di para invertir se nos multiplicará.

—Su familia tiene dinero —alega Sindy—. Él puede pedírselos y pagarte. Al fin de cuentas, para ellos, esa suma no sería nada en comparación a todo lo que tienen.

—No —mueve la cabeza afligida—. Sabes bien que el hermano de Xandro lo odia y ha puesto la familia en su contra. Ese tal Lucas es solo un egoísta ambicioso que quiere todo para él y le ha arrebatado a Xandro lo que le pertenece.

La mirada de Noelia se enturbia. No es mujer de odios ni rencores, pero la animadversión que siente hacia el gemelo de su prometido es inevitable.

—Aun así, Noelia. Él sigue teniendo un porcentaje de ganancias, que me imagino no es nada despreciable.

—Sí —contesta con un gesto de desgano—. Pero tiene muchas deudas y todo lo tiene invertido. Ya sabes que tiene proyectos pendientes que todavía no se han desarrollado. Inversiones que toman tiempo para producir ganancias.

—Yo, la verdad, ya no le creo nada —dice Sindy y se sienta frente a ella con las piernas y brazos cruzados—. No conocemos al tal Lucas. De hecho, es muy reservado, poco sale en la prensa, revistas y esas cosas. No hay un solo escándalo de su vida privada. A mí no me da vibras de ser ese demonio oscuro, codicioso y malvado que Xandro nos quiere mostrar.

—Yo sí le creo. Xandro no tiene por qué mentirme.

—Pues yo no tengo por qué creer a ciegas lo que dice y tú tampoco deberías hacerlo.

—Sindy, Sindy, Sindy. —En ese momento, la puerta se entreabre y Xandro, con una sonrisa pícara, asoma la cabeza—. Siempre tan desconfiada. —Se acerca a ella y le deposita un sonoro beso en la mejilla—. La recepción está sola, supuse que estabas aquí.

Sindy acepta el beso con una sonrisa discreta y educada. Noelia se levanta y recibe a su prometido con un abrazo amoroso.

—Hola, mikrí mou —la saluda Xandro.

—Hola —responde Noelia con una sonrisa resplandeciente.

Xandro se adueña de inmediato de sus labios y los devora con ansias y deseo. Sindy carraspea y se levanta.

—Me retiro —se alisa con las manos su impecable traje estilo sastre—. Como bien lo ha dicho Xandro —su tono de voz es ácido y su mirada cortante—. La recepción está sola.

—¿Queda algún paciente pendiente? —pregunta Noelia sin soltarse de los brazos de Xandro quien la besa en la mejilla.

—No —contesta seca y le dirige una mirada de advertencia—. Solo falta terminar de digitar los datos de los pacientes de hoy y listo. No olvides lo que hablamos.

Noelia asiente y Sindy los deja solos.

—¿Qué pasa con Sindy? —pregunta, llevándose las manos de Noelia a los labios y deposita en los nudillos pequeños besos—. ¿Por qué ahora me odia?

Noelia ríe divertida.

—No te odia, ¿cómo crees? Solo está preocupada.

—¿Por qué? —le pone las manos en la pequeña cintura y la mira con el ceño fruncido.

Noelia se estira un poco y toma el sobre que llegó del juzgado.

—Es el segundo aviso de embargo —se lo entrega a Xandro.

Él se lo quita de las manos sin hacerle el menor caso y lo arroja a la caneca de basura.

—No quiero que te preocupes por nada —rodea con sus manos su rostro—. No perderás tu casa. No voy a permitirlo, ¿me crees?



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 19.08.2024

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