Un anhelo del corazón

CAPÍTULO 17

HAGAMOS UNA TREGUA

"A veces finjo no saber nada, para así saber hasta dónde me mienten".

La oficina de presidencia de la Naviera Kontos luce elegante y espaciosa; la luz solar se adueña de todos los espacios cuando entra por los grandes ventanales. Los muebles, además de ser cómodos, transmiten un aire de distinción.

Bordeando la pared lateral, se encuentra una enorme estantería repleta de libros que hablan de barcos, transporte, embarques y todo lo relacionado con el mundo marítimo. Más allá, una fina vitrina acoge piezas diminutas de buques, barcos, veleros, cruceros y un sinnúmero de embarcaciones.

Para ser un lugar donde se toman decisiones serias e importantes, se siente agradable y acogedor.

—¿Cómo dejaste a Lucas?

Andreas pregunta preocupado, una vez ella se sienta frente a él, en el cómodo sillón.

—Bien, dentro de lo que se puede encerrar en esa palabra. Le pedí el favor a Giavanna que me cubriera la espalda mientras venía a verte. Ella no puso ningún problema.

—¿Cómo pasó la noche?

—Sin ninguna novedad. Estuvo tranquilo. No volvió a presentar ningún tipo de reacción —el dejo de su voz se siente desilusionado.

—Del hospital enviarán hoy una enfermera profesional para que se haga cargo de todo lo que él pueda necesitar. Sé que eres profesional en la salud, pero no creo que hayas tenido experiencia con pacientes en coma.

—Sí, si la tengo.

—¿En serio?

—He trabajado en algunas clínicas con este tipo de personas en el área de la ortopedia. Los músculos necesitan estimulación y tratamiento especial para que no pierdan tonificación mientras están inactivos. ¿Quieres que te muestre mi currículo? —pregunta al notar su expresión de suspicacia—. Puedes revisar mis estudios, mis especializaciones, las certificaciones y las recomendaciones que tengo. Por mí no hay ningún problema.

—No es necesario. Si quisiera esa información, yo mismo la buscaría.

—Como quieras —expulsa un suspiro cansado.

—¿De qué se trata? —pregunta sin más preámbulos—. ¿Qué es lo que vienes a decirme?

—La sutileza no es lo tuyo, ¿cierto?

—No —contesta sin problemas.

Noelia sonríe. Empieza a caerle un poco mejor, ese amargado. Solo un poco. Bueno, no tanto.

—Siempre has tenido la razón —dice ella y va directo al grano, sin darle ninguna vuelta al asunto—. No estoy casada con Lucas.

Andreas se recuesta en la silla gerencial y la mira, desconfiado.

—Eso lo sé. No me dices nada nuevo. El asunto es, ¿por qué me lo confiesas ahora?

Noelia respira profundo, se acomoda un poco y cruza las piernas.

—Voy a contarte todo desde el principio, ¿estás de acuerdo?

—Adelante —concede interesado.

—Conocí a Lucas hace doce años en un club nocturno que estaba de moda por esos tiempos —pasa saliva y cierra fuerte los ojos, tomando valor—. Yo estaba con Sindy, mi mejor amiga y un grupo de amigos, pero apenas vi a Lucas, todo lo demás desapareció. Él se convirtió en el amo y señor de todo a mi alrededor.

Andreas cruza las piernas, apoya el codo en el brazo de la silla gerencial y se lleva la mano a la boca con gesto pensativo. Su mirada se entrecierra un poco y su ceño se frunce. Mira a Noelia de una manera que a ella le resulta difícil de describir, es como si la estuviera ¿analizando?… no, es como si la estuviera ¿reconociendo?

—¿Aquí en Atenas? —pregunta Andreas, sin ninguna fluctuación en la voz. Noelia asiente—. ¿Cómo se llama el club?

Mávra keriá, ¿por qué?

—Simple curiosidad. Sigue, por favor.

La expresión en su rostro cambia. Noelia lo nota de inmediato. La mira de una manera diferente, el gesto de desdén y sarcasmo ha desaparecido, lo ha reemplazado un semblante de intriga y curiosidad.

—Pasamos la noche juntos y durante muchos años pensé que nunca más lo volvería a ver, aunque lo deseaba con toda mi alma.

—¿Querías volver a verlo? —su mirada se agudiza.

—Todo el tiempo —sonríe con tristeza—. Pero sabía que eso no era posible, nunca nos dijimos nuestros nombres, esa noche jugamos a… —se detiene, carraspea y desvía la mirada—. En fin, nos despedimos y atesoré aquel recuerdo como lo más hermoso que me había pasado y que estaba segura, nunca más me volvería a pasar.

—¿Cómo terminaste con documentos que te legitiman como su esposa?

Noelia se levanta, se acomoda su falda de pliegues y camina un poco con las manos en la cintura. Echa la cabeza hacia atrás e intenta que las emociones que empieza a experimentar no la traicionen. Quiere mantenerse en calma. Lo menos que desea es mostrarse frágil y vulnerable frente a su verdugo.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 08.05.2024

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