Un anhelo del corazón

CAPÍTULO 20

UN INTERESANTE INTERCAMBIO

“Ojalá algún día te des cuenta de que yo te quería mucho más de lo que te imaginas y un poco más de lo que merecías”.

 

Las rosas blancas están en todo su esplendor, su aroma se siente por todo el lugar y sus pétalos resplandecen con la luz del atardecer en el jardín trasero de la mansión, donde Noelia pasea entre los rosales.

Un sendero de piedra serpentea entre parterres cuidadosamente diseñados. Lirios blancos alzan sus tallos gráciles, creando un contraste armonioso con las enredaderas que se entrelazan en las pérgolas.

El agua de la hermosa y elegante fuente de mármol refleja los últimos destellos del sol poniente mientras algunos nenúfares danzan en su superficie.

Las manos de Noelia seleccionan con cuidado las mejores flores para colocarlas en un florero en la habitación de Lucas.

El fulgor dorado acaricia su piel y dibuja un halo luminoso alrededor de su figura. Los destellos de luz destacan sus mechones sedosos como hilos de oro, y resaltan sus rasgos delicados, lo que le otorga, en esos momentos, un aspecto etéreo y angelical.

A lo lejos, entre la densidad de unos abetos altos, alguien la observa con mirada gélida y fija. Su intención es indescifrable mientras permanece oculto entre las sombras. Con manos duras, sostiene una cámara con sigilo, enfocando el lente en el rostro de Noelia.

La respiración del observador es inaudible, pesada y tensa, mientras ajusta el enfoque de la cámara y captura el rostro de Noelia, con una destreza que denota experiencia. Capta cada detalle, cada gesto de la hermosa mujer. Cada imagen congela uno a uno los momentos que transcurren mientras ella selecciona las rosas con cuidado, sin percatarse de aquella presencia no deseada y amenazadora.

Terminada su minuciosa tarea, Noelia emprende camino de regreso al interior de la mansión. Huele las flores con deleite, emocionada con la idea de que los sentidos de Lucas se estimulen un poco y logre captar el aroma de las rosas.

El sujeto se retira sin siquiera ser notado y sube a su auto. Conduce hasta su oficina y conecta la cámara con su laptop. De inmediato empieza a enviar, a un correo electrónico, una a una, todas las fotografías.

—¡Maravillosa! —susurra con deseo el remitente al abrir el archivo enviado y ver las imágenes de Noelia—. Una diosa seductora y cautivadora —pasa la lengua por sus labios y roza con su dedo su barbilla—. Será un interesante intercambio.

Una risa mordaz y siniestra retumba en el lugar.

 

 

—Así que en esas andas —una voz furiosa detiene a Noelia segundos antes de entrar a la casa.

Ella voltea y su rostro se ilumina con una enorme sonrisa.

—¡Mi Sindy! —corre hacia ella para abrazarla, pero Sindy la esquiva molesta.

—Me quieres explicar, ¿por qué demonios no me has llamado ni me has contestado un miserable mensaje?

Aunque su voz es dura, sus ojos son dulces y su expresión preocupada se suaviza un poco.

—Lo siento —dice en voz baja—. Estaba…

—No aparecías y pensé de todo, me imaginé un millón de escenarios, todos catastróficos —protesta histérica—. Ninguno alentador.

—En verdad, lo siento, mi Sin. No tengo excusas. Estaba tan… —busca la palabra adecuada—. ¿Entretenida? —pregunta con un gesto infantil.

—¿Estás bien? —indaga su amiga.

Noelia asiente con un movimiento de cabeza y una sonrisa. Sindy se arroja hacia ella y le da un fuerte abrazo que Noelia corresponde.

—Vamos a la sala de estar —invita Noelia—. Te contaré todo y cuál es el motivo de mi distracción.

Riendo y murmurando, divertidas, entran a la lujosa estancia. Noelia pone las rosas en una mesita y le sirve a Sindy una copa de vino. Con lujo de detalles le cuenta todo lo que ha vivido desde que tomó la decisión de ir a aquella casa y contarles a todos, la verdad.

—Así que ahora, ya no estás en las manos del cretino mentiroso de Xandro, sino en las de ese amargado —mueve la cabeza en desaprobación—. La verdad, no sé qué es peor.

—No lo sé tampoco y ya eso no me interesa —sonríe emocionada—. Lo único que me importa es que estoy junto a él, Sindy. Lo demás es… —levanta los hombros—. Es completamente irrelevante.

—¿Y si Andreas decide enviarte a prisión?

—Es lo que merezco, ¿no crees?

Sindy toma un poco de su copa y toma aire con gesto pensativo.

—La verdad no sé qué pensar, Noe. Me asusta tu situación en esta casa.

—No importa —Noelia encierra su mano entre las de ella—. Aprovecharé cada momento al lado de Lucas. Lo ayudaré en todo lo que pueda. Intentaré que su cuerpo esté en óptimas condiciones cuando despierte.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 08.05.2024

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