Un anhelo del corazón

CAPÍTULO 21

ME IRÉ CONTIGO

“—¿Y qué es lo peor que te puede pasar al estar enamorado? —preguntó intrigado.

—Lo peor que te puede pasar al estar enamorado —respondió—. Es que a la otra persona se le acabe el amor”.

 

 

—Buenas tardes, Noelia —la voz gruesa e indiferente de Andreas se escucha del otro lado de la línea a través de sus manos libres.

—No soy Noelia —corrige de inmediato—. Soy Sindy Vanegas, amiga de Noelia, te estoy llamando…

—¿Por qué me llama del teléfono de Noelia? —pregunta, serio y desconfiado.

—Si me dejas explicarte, tal vez podrías saberlo, ¿no crees? —contesta irritada.

—Este número se lo di a Noelia por si había alguna emergencia, en caso de…

—¡Maldita sea, Andreas! ¡Cállate y escúchame! —exige exasperada—. Lucas está en peligro, ven de inmediato a la mansión, Noelia te necesita con urgencia —habla a trompicones—. Xandro está como loco, temo por ambos.

—¿Lucas está en peligro? —es lo único que pregunta. Al parecer es lo que realmente le interesa.

—¡Joder, hombre! —gruñe desesperada.

—Calma, mujer —dice con sarcasmo—. Ya estoy en camino, voy en mi auto, me dirigía para allá en estos momentos, estoy a… —mira su reloj de pulso y la vía por donde transitan otros vehículos—. Más o menos… quince minutos.

—Escucha, Andreas —exige Sindy, nerviosa—. Esto no es un puto juego, ¿me entiendes? Xandro me sacó de la habitación de Lucas donde Noelia y yo habíamos atrapado a la enfermera, esa que mandaste, intentando inyectarle quién sabe qué cosa a Lucas.

—¡Maldita sea!

—¿Ahora si tengo tu atención, eh? —pregunta con ironía.

—Continúa —aprieta con fuerza el volante.

—No sé qué pretendía esa mujer, se supone que no era hora de ningún medicamento. Noelia la atrapó justo a tiempo y logramos quitarle la jeringa.

—¿Y la tienen?

—Sí, yo la tengo —mira su mano con la que la empuña—. Escucha. En ese momento llegó Xandro. Dejó que la mujer huyera. No le importó nada y me sacó de la habitación. Está como loco. No sé qué pretende. Yo estoy afuera, en el pasillo. No sé si gritar, buscar ayuda, tratar de derrumbar la puerta —mira la fina, gruesa y dura puerta de madera y se lo piensa mejor—. No sé qué hacer. Noelia, antes de que Xandro llegara, me dijo que te llamara. Así que, apresúrate, por favor —ruega angustiada—. No sé qué más hacer. Un escándalo puede perjudicar a Noelia. Si la familia sabe que está encerrada ahí con Xandro, podrían enterarse de todo y no sé qué podría pasarle a mi amiga.

—Tranquila —el tono de voz es preocupado y más cordial—. Delilah a esta hora está en la cocina organizando la cena, así que de ahí no saldrá hasta que todo esté listo. Philipo debe estar en el estudio viendo uno de esos documentales de la segunda guerra mundial que tanto le gustan y Giavanna estaba en la naviera cuando yo salí, debe estar todavía allá. Así que, tranquila, nadie notará nada. Y yo ya estoy a punto de llegar.

—Está bien. ¿Y si uno de los empleados pregunta?

—Ningún empleado preguntará nada. No tienen porqué meterse en asuntos de la familia.

—Entiendo.

—¿Sindy? Cierto

—Si —pasa saliva aún nerviosa.

—No te preocupes, Sindy, ¿está bien? Ya voy en camino.

 

 

La mirada de Noelia refulge furiosa. Sus labios apretados hacen mucho más notoria su frustración e impotencia.

—¿Qué diablos pretendes? —enfrenta a Xandro cuando cierra la puerta con seguro después haber sacado a Sindy de la habitación—. ¿Quieres armar un escándalo?

—En estos momentos, me importa una mierda todo, ¿entiendes? —su mirada es oscura, decidida, desesperada—. Lo único que quiero es que nos vayamos ya mismo de aquí.

—¡Estás loco de remate! —replica con desprecio.

Se arroja hacia ella y la atrapa en sus brazos.

—Ya no quiero nada de esto. No quiero que sigas con este teatro, ni que estés cerca de él. No eres su esposa. Eres mi mujer, te quiero de regreso, mikrí mou, y ya mismo doy por terminado todo este circo.

—¡Suéltame! —exige removiéndose con todas las fuerzas con las que puede hacerse—. ¡Suéltame!

—Mikrí mou, te amo, te extraño desesperadamente. No quiero que sigamos discutiendo. Arreglemos las cosas y …

—No me vuelvas a llamar así —exige tensando tanto su cuerpo que Xandro siente el abrupto rechazo—. Eres un maldito mentiroso —sus ojos furiosos se clavan en los de él—. Me has engañado todo este tiempo —logra soltarse al sentir que Xandro afloja el agarre—. Me has tratado como una idiota y yo he caído redonda en todas tus mentiras, engaños y manipulaciones.



#4 en Thriller
#2 en Misterio
#29 en Novela romántica
#12 en Chick lit

En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 08.05.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.