Un anhelo del corazón

CAPÍTULO 22

NECESITAS AYUDA

«Jamás puedes obligar a nadie a cambiar.

Cada quien es como quiere ser. Actúa como quiere actuar y pierde lo que quiere perder».

 

 

—¿A dónde vamos? —pregunta Noelia y le lanza una rápida mirada a Sindy.

—Nos iremos por tierra hasta Tesalónica, de ahí tomaremos un barco lejos de Grecia.

—Está bien —asiente y abraza una vez más a Sindy—. Ya escuchaste —le susurra en el oído solo para ella—. Confío en ti.

Xandro la agarra con fuerza de la mano y sale con ella de la mansión. Sindy sale tras ellos.

—¡Suéltala, maldito, desgraciado! —lo golpea Sindy todo el tiempo.

—¿Qué está pasando aquí? —pregunta Andreas, quien acaba de parquear el auto y se choca con ellos tres en la entrada.

—No es tu asunto, así que apártate.

Lo empuja cuando Andreas se interpone.

—Se la está llevando —Sindy le dice desesperada.

—¿A dónde llevas a la esposa de Lucas? —pregunta enfrentándolo, poniéndose más firme y derecho frente a él.

—Ocúpate de tus propios asuntos. Y tú, Sindy, te repito por última vez, no me colmes la paciencia.

—No te metas con ella —le exige Noelia, furiosa—. Intentando zafarse de su cruel agarre.

La piel le escuece de lo inclemente de la sujeción.

—A ver, aclaremos las cosas —interviene Andreas—. Noelia Kontos —la señala con gesto tranquilo—. Es la esposa de Lucas —enfatiza con toda intención—. Todo lo que tenga que ver con él, en estos momentos, es mi problema.

—Siempre lamiéndole el culo a Lucas.

—Y, tú, siempre, rompiéndonos a todos los cojones.

Xandro vuelve a empujarlo, pero Andreas no retrocede.

—Apártate de mi camino, Markides.

—Tú puedes largarte al infierno si es lo que se te antoja, de hecho, nos harías un favor a todos, pero deja a la esposa de Lucas en paz. Y suéltala de inmediato.

—¡Es mi mujer, maldito cretino! ¡No es la puta esposa de nadie! —gruñe furioso—. Todo es una maldita farsa que en estos momentos estoy dando por terminada.

—Sé que es una farsa, pero, para tu pesar, ante todos, ese matrimonio es real y así se va a mantener hasta que yo disponga lo contrario y decida enviarlos ambos a la cárcel. Debiste pensártelo mejor antes de meternos a todos en este lío.

—Tú no me vas a amenazar, ni me vas a decir lo que tengo que hacer —intenta irse, arrastrando a Noelia con él.

Noelia se resiste y Sindy lo golpea en la espalda con los puños cerrados.

—¡Basta, perra! —grita entre dientes y empuja a Sindy, arrojándola al suelo, lo que le ocasiona con la caída una horrible raspadura en su brazo derecho.

—¡Eres un cobarde! —brama Andreas, ofuscado.

La mirada se le llena de una bruma enrojecida y sin saber muy bien el porqué, le lanza un duro puñetazo que se estrella contra su mandíbula.

Xandro se tambalea un poco, aturdido por el inesperado golpe y suelta a Noelia. Andreas lo agarra por el cuello de la camisa.

—¿Qué mierda te está pasando? —lo reprende furioso—. ¿Acaso te estás volviendo loco?

—¡Eres un hijo de puta! —gruñe encolerizado y se lanza contra él.

—¡Deténganlos! —ordena Philipo a algunos empleados que vienen con él, mientras camina con prisa hasta donde están Xandro y Andreas, enfrascados en una lucha sin tregua—. ¿Quién me explica qué pasa aquí? —exige saber cuándo logran separarlos.

Todos guardan silencio. Xandro se limpia la sangre que fluye de su boca y Andreas se acomoda el traje.

—Lo siento, Philipo —se disculpa, Andreas, apenado—. Lamento todo esto.

—No puedo creer que, después de tantos años compartiendo juntos, criándose como hermanos, aún se sigan comportando como adolescentes inmaduros y no puedan estar frente a frente sin terminar agarrándose a puñetazos como dos delincuentes callejeros.

—Ese malnacido no es nada mío —contradice Xandro con la respiración aún agitada.

—¡Basta, Xandro! —exige Philipo—. Llevamos días sin saber nada de ti. Intentando localizarte. Luego, te apareces sin avisarle a nadie y armas semejante espectáculo.

—No se preocupe, distinguidísimo e impoluto, señor Kontos —hace una sarcástica reverencia—. Yo ya estaba por irme, no pensaba profanar por mucho tiempo su templo sagrado con mi infame presencia —su boca se tuerce en un gesto desagradable—. Pero este desgraciado —señala a Andreas—, fue quien se interpuso en mi camino.



#3 en Thriller
#2 en Misterio
#20 en Novela romántica
#10 en Chick lit

En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 08.05.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.