Un anhelo del corazón

CAPÍTULO 23

 

UN ANHELO DEL CORAZÓN

«El amor no se ve con los ojos, sino con el alma, y por eso te amo con todo mi ser».

La sala-comedor de la enorme mansión se impregna con la calidez de las luces parpadeantes del árbol de Navidad, que proyectan destellos en los rostros de la familia Kontos. Sentados alrededor de la mesa, adornada con un lujoso mantel navideño blanco e impecable, varios candelabros resplandecen en su centro, añadiendo elegancia a la atmósfera; los miembros de la familia aguardan a que Noelia se una a ellos para comenzar la celebración.

—Todo está listo —informa el ama de llaves.

Delilah, asiente, mientras contempla con agrado, los platos humeantes de la cena navideña que se encuentran dispuestos con esmero: pavos dorados, guarniciones, bebidas tradicionales y exquisitos postres.

—Hoy no podemos empezar sin Noelia —le recuerda Giovanna.

—¿Dónde se ha metido Noelia? —en la voz de Delilah se empieza a evidenciar un dejo de irritación.

—La señora Kontos me pidió que la disculparán —informa el ama de llaves, una mujer de edad madura, vestida con un impecable y almidonado uniforme de servicio, de color negro, a juego con su rostro, carente por completo de humor—. No se presentará a la cena —la mandíbula de Xandro se tensa tanto que parece estar a punto de quebrarse. Sus puños se cierran con tal fuerza que sus nudillos se tornan blanquecinos—. Se quedará en la habitación acompañando a su esposo, el señor Lucas.

—Gracias, Mercedes —consiente Delilah con agrado, olvidando enseguida su anterior irritación—. Me parece que esa muchacha sabe llevar debidamente su papel de esposa. Lucas ha sabido escoger muy bien.

Philipo asiente de acuerdo, igual de complacido. Giavanna sonríe, agradecida con Noelia, por tomar esa decisión, ganándose un poco más de su afecto y admiración.

Dimitrios es el único que observa a Xandro con mirada inexpresiva.

Es evidente que la noticia no le cayó nada bien al gemelo, cuyos planes, parece, se le han venido a pique.

En la calidez de su habitación, Noelia se encuentra sentada en el borde de la cama de Lucas. Sus dedos envuelven con ternura la pálida mano de él, sintiendo la tibieza de su piel mientras su mirada se pierde en los serenos rasgos de su atractivo rostro masculino.

Una lágrima recorre su mejilla, testigo silencioso de sus más profundos anhelos y temores.

La alcoba parece contener todo el peso de la espera y la incertidumbre, mientras Noelia, con el corazón encogido, anhela con intensidad desgarradora que Lucas despierte y vuelva a ser el hombre fuerte, vigoroso, altanero, frío y arrogante que tantos admiraban y muchos detestaban.

Ese hombre que, a pesar de estar en coma, la sigue cautivando de una manera que ella misma no comprende del todo.

No importa si sus ojos, al abrirse, la miran con desprecio o la repudian. Noelia está dispuesta a soportarlo todo, a dejarlo ir y renunciar a él para siempre, sí, antes de que las campanas anuncien la Nochebuena, el milagro se materializa y Lucas por fin despierta.

Mira con detenimiento el color morado de sus muñecas. Son las marcas que Xandro dejó en su piel el día anterior cuando intentó llevársela por la fuerza. Nunca antes había sentido tanto miedo e impotencia. Pero el miedo no era por ella. Era por dejar a Lucas.

La situación con la enfermera la enfrentó a un escenario que ella no había contemplado y, es, la vulnerabilidad y fragilidad de Lucas en ese estado. No quería dejarlo a solas nunca más y menos con alguien desconocido.

Andreas se llevó la jeringa para analizar el contenido y los resultados arrojaron lo que ambos temían: alguien intentó acabar con la vida de Lucas.

—Reforzaré la vigilancia de la mansión —le aseguró Andreas—. Investigaré quién es esa mujer que remitieron del hospital y, sobre todo, quién la envió.

—¿Quién querría hacerle daño a Lucas? —le preguntó ella, nerviosa y preocupada.

—Es lo que estoy tratando de averiguar y estoy seguro de que tiene conexión con su accidente automovilístico.

Desde entonces, no se desprende de su lado y la puerta de la habitación permanece con seguro. No está dispuesta a permitir que Xandro vuelva a irrumpir de esa manera. Se cuida muy bien, cada vez que tocan y cuando traen los alimentos.

No le tiene miedo, pero no parece estar en sus cabales. Teme que en uno de esos arranques termine lastimando con o sin intención a Lucas. El día anterior, imaginó mil cosas cuando Lucas reaccionó de aquella manera y Xandro no la dejaba auxiliarlo.

Tal vez Andreas tenga razón y Xandro…

¡No! Ella prefiere no pensar en eso.

—Prácticamente, ¿hoy estarás encerrada? ¿En Nochebuena? —le preguntó Andreas unos minutos antes cuando la llamó para indagar cómo estaba todo.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 08.05.2024

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