Un anhelo del corazón

CAPÍTULO 25

¿CÓMO ES QUE ESTÁS AQUÍ?

«Nadie nos advirtió que extrañar es el costo que tienen los buenos momentos».

Mario Benedetti

Noelia abre los ojos lentamente. Siente sobre ella toda la pesadez del sueño. No sabe en qué momento logró caer en ese estado tan profundo. Estaba tan cansada, tan sobrecargada de emociones intensas, que todo se desplomó encima de ella y la consumió.

Se incorpora poco a poco y se encuentra con la imponente mirada de Lucas. La luz tenue de mañana que se filtra por las ventanas de la habitación destaca su figura.

El corazón le late con fuerza desaforada. Nota entonces que él ya está bañado, afeitado y cambiado. Lleva puesta una camisa blanca que resalta su elegancia innata, combinada con unos pantalones negros de diseñador que exaltan su porte distinguido.

Lucas está sentado en uno de los sillones, tiene los codos apoyados a ambos lados de los antebrazos, las manos cruzadas y la mirada fija en Noelia. La observa con tal intensidad que la deja momentáneamente sin aliento. Sus ojos oscuros y ardientes parecen traspasarla, como si pudiera penetrar en lo más profundo de su ser. Ella siente que su simple presencia es suficiente para alterar el curso del tiempo.

Definitivamente, no es el mismo hombre de la noche anterior, ese que se mostraba confundido, vulnerable, desorientado. Ahora luce frío, controlado, dueño de todo el lugar.

El impacto de esa prodigiosa imagen la despierta por completo. Se sienta con cuidado y trata de arreglarse el cabello desordenado, en un inútil intento por verse presentable.

—Hola —saluda con timidez.

Se siente deslumbrada por la presencia imponente que Lucas proyecta.

—Hola —responde él con voz amable, profunda y serena.

—Pensé que descansarías un poco más —mira el reloj de la mesita de noche, que aún no marca las siete de la mañana.

—Ya he descansado más de lo necesario.

—Lamento haberme quedado dormida —se disculpa.

No se perdona a sí misma no haberlo escuchado cuando se despertó.

Lucas no emite ninguna respuesta verbal, solo la sigue escrutando con tanta intensidad que la hace sentir como un pajarito que estuviera siendo desplumado por un animal depredador.

Ella no puede definir esa mirada. Es… inquisitiva. Como si quisiera encontrar la respuesta a todas las preguntas que debe estarse formulando en esos momentos.

—¿Cómo es que estás aquí? —pregunta Lucas, directamente. Sin más demoras.

La atmósfera se llena de una palpable tensión. Su rostro es inexpresivo, su voz firme, pero sus ojos conservan ese fuego oscuro que intimida y somete. Noelia sonríe con tristeza y su mirada pierde el brillo que había adquirido momentos antes.

—Voy a contártelo todo, te lo prometo, solo deja que me cambie, por favor —hace un gesto de vergüenza señalando su pijama.

Lucas tuerce su boca en una sonrisa.

—Ve —dice con un leve movimiento de cabeza.

—¿Cómo te sientes? —ella le pregunta mientras busca algo de ropa.

—Mejor.

Noelia asiente. Ya se va dando cuenta de que es hombre de pocas palabras o, por lo menos, lo es por el momento. Entra al baño, se da una ducha ligera, se cepilla los dientes y se viste con un ligero vestido. Lucas no dejaba de mirarla y eso la ponía muy nerviosa, así que agarró lo primero que encontró.

Cepilla su larga y castaña cabellera. Decide dejarla suelta. Recuerda muy bien todas las palabras sucias y excitantes que salían de la boca de Lucas cada vez que agarraba entre sus enormes manos los mechones de su cabello.

Se mira por última vez en el espejo, está sin maquillaje, al natural, es mejor así, para lo que tiene que contarle, poco importa su apariencia.

Cuando sale, lo encuentra de pie, mirando por la ventana. Ella detalla su espalda fuerte, sus hombros anchos, su enorme estatura, la firmeza de su cuerpo, la dureza de su trasero. El deseo la invade de inmediato. Una fuerte descarga eléctrica la recorre de pies a cabeza. No puede comprender cómo ese hombre tiene tanto poder en ella y se reprende por haber sido tan tonta de haberse dejado engañar por Xandro, cuando es más que evidente que no llenaría nunca los zapatos de Lucas.

Él voltea y vuelve a detallarla con esos ojos que parecen rayos láser, que la hacen sentir tan vulnerable, tan frágil y al mismo tiempo impetuosa y decidida. Ella siente que se le suben todos los colores al rostro.

—Debes tener mucha hambre —se atreve ella a decir, para romper la evidente tensión—. No has ingerido alimentos sólidos, tu cuerpo debe estarte exigiendo que lo nutras.

—Sí, estoy hambriento —reconoce mientras se acerca a ella con un brillo relampagueante en sus ojos.

La piel de Noelia se eriza ante aquellas dos simples palabras que, para ella, llevan mucho más significado.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 08.05.2024

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