Un anhelo del corazón

CAPÍTULO 29

ELLA ME DESEQUILIBRA

«Eres el infierno donde mis demonios se sienten en casa».

 

Lucas cruza la puerta del estudio y, de inmediato, un grito de emoción de Delilah llena la habitación.

—Mi niño querido —farfulla mientras corre hacia él y lo estrecha entre sus brazos.

—Hola, mamá —la saluda, abrazándola igualmente, con todo el amor que siente hacia su madre.

—No puedo creerlo, mi niño adorado —dice ella con lágrimas de felicidad brotando de sus ojos—. Estoy muy feliz.

—También me alegro, mamá, de volver a verte —sonríe mientras ella le llena el rostro de besos.

Philipo se acerca, igual de emocionado.

—Hijo mío —exclama con la voz afectada. Delilah lo suelta y es su padre quien, esta vez, lo encierra en un abrazo caluroso, fuerte, cargado de emoción.

—Papá —dice Lucas, visiblemente conmovido.

Ama y respeta a sus padres; verlos, lo llena de mucha energía, lo recarga, lo limpia de todas las emociones negativas que hasta ese momento lo envolvían.

—Pero… ¿Cómo es posible? —cuestiona Philipo desconcertado, viéndolo de pie frente a él.

Lucas les cuenta todo superficialmente.

—¿Dónde está Giavanna? —pregunta al terminar.

—Giavannita está con Dimitri —responde Delilah—. Hoy es Navidad y ella tiene que pasar el día con la familia Vassilis.

Lucas y Andreas intercambian miradas.

—Espero que no se hayan casado todavía —advierte Lucas con severidad.

—No, no, mi niño, claro que no —contesta su madre con una enorme sonrisa—. Todo quedó pospuesto por tu accidente. Pero ahora que has despertado, reanudaremos los prepara…

—No, no reanudarán nada, ya hablaremos de eso —declara con la autoridad que lo caracteriza.

Philipo lo mira con un poco de extrañeza. Lucas lo nota y, con una discreta expresión en su mirada, su padre entiende que luego hablarán mejor del asunto.

—Bueno, mi niño adorado —exclama Delilah restándole importancia—. Luego, atenderemos esas cuestiones —lo abraza nuevamente y empieza a repartirle besos en su rostro una vez más.

Andreas los observa con evidente gesto divertido. Delilah es la única mujer que, él conoce, a la que su amigo le permite ese tipo de expresiones afectuosas.

—Vamos al jardín, celebremos con toda la familia —dispone Philipo emocionado—. Llamaremos a todos mis hermanos y…

—No, papá —lo frena Lucas—. No habrá celebraciones. Tengo asuntos importantes que atender.

—¿De qué hablas? —Lo mira su padre con confusión.

—Voy con Andreas a la naviera.

—Pero si es Navidad, está cerrada, no hay nadie en ese lugar —replica Philipo.

—Por eso mismo, voy a aprovechar que todo el personal descansa y haré algunas revisiones y me pondré al día.

—Acabas de despertar, mi niño —objeta esta vez Delilah—. Debes descansar.

—He descansado demasiado, mamá —contradice con sequedad.

—Ya lo conocen —interviene Andreas—. Ya lo dispuso y nada lo hará cambiar de opinión.

—¿Y tu esposa? —pregunta Delilah—. ¿Dejarás a Noelita sola este día? —Lo mira con reproche—. ¡Ay, me encanta esa muchacha! —expresa sin reparos y sin ninguna gota de mentira en sus palabras—. Tan bien puestecita, atenta, respetuosa, y si vieras, mi niño, siempre estuvo al pendiente, cuidándote.

—Vendré más tarde —es lo único que Lucas responde—. Ella estará bien.

—Como dispongas, cariño —acata su madre.

—¿Dónde está Xandro? —Trata de que su pregunta no evidencie toda la furia que contienen sus palabras.

—Anoche se fue después de la cena —responde Delilah—. Dijo que tenía un asunto que atender —se encoge de hombros con indiferencia—. Tal vez con alguna muchacha —dice con picardía.

—Está bien —cierra el tema—. Organizaré una junta directiva para mañana —informa antes de salir con Andreas—. Y luego, por la noche, tendremos una junta familiar. Haré importantes cambios y empezaré de inmediato.

—Stavros nos está tomando mucha ventaja —gruñe Lucas al mirar los informes—. Debemos rediseñar la estrategia o perderemos ese contrato.

—Está furioso. No acepta nada que venga de mí. Dice que solo seguirá en negociaciones si cumples con tu palabra.

—No le prometí nada a ese cretino. No sé quién se cree para estar exigiendo nada.

—Eso le dije, pero —se encoge de hombros—. Ya sabes cómo son las cosas con él.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 08.05.2024

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