Un anhelo del corazón

CAPÍTULO 34

ERES LA RAZÓN DE MI VIDA

«Mírame a los ojos, ellos nunca te han metido».

—¡Maldita sea, Xandro! ¿Qué estás haciendo aquí?

—Es la habitación de mi hermano —contesta con cinismo—. Me acabo de enterar de que despertó de su terrible coma —recalca las palabras con ironía—. Así que vine a ver cómo está —levanta los hombros con indiferencia—. ¿Ves algún problema en eso?

Noelia lo examina con detenimiento por unos segundos. Las facciones del rostro están endurecidas, la línea de su boca cerrada en un rictus de ofuscación. Sus ojos centellean, refulgen de ira e impotencia. Se ve muy diferente al hombre que una vez creyó amar.

—Estas no son horas para que vengas a verlo —recrimina con voz severa—. Mañana temprano…

—Así que ahora te crees la dueña de esta casa —increpa con burla—. ¿Dispones a tu antojo y todos te tienen que obedecer? ¿Te has metido tanto en el papel de esposa falsa que ya te crees con derechos que no tienes?

Noelia toma aire y lo retiene por unos segundos, luego, lo expulsa lentamente. No quiere alterarse y menos alterar a Lucas, que ya se encuentra dormido bajo la fuerte medicación.

—Tu hermano está bien —contesta con palabras contenidas—. Despertó ayer; hace poco tuvo una recaída, pero solo es cuestión de reposo. Así que, lo mejor es que…

—Cállate ya, maldita sea. —La sujeta fuerte por el brazo.

Está enojado, desesperado, angustiado. Tenerla frente a él y no poder besarla, abrazarla, meterla entre su pecho como solía hacerlo, oler su cabello y respirar a su mismo ritmo, lo está destrozando. Mucho más cuando ella no hace otra cosa que preocuparse y cuidar de un hombre que no es él.

—¡Suéltame! —exige e intenta soltarse.

—No hables como si fueras su maldita esposa. ¡No lo eres! —le gruñe cerca del rostro.

—¡Lo soy! —contradice con firmeza, levantando la barbilla—. Y ya es hora de que lo vayas asimilando.

—¡No! —La sujeta también por el otro brazo—. Es solo un documento que falsifiqué, ¿acaso no lo recuerdas?

—Lucas ya habló con sus abogados y el documento ahora es completamente legal.

Ella no está segura de eso, Lucas le dijo que lo haría, pero en esos momentos no le importa, solo quiere que Xandro lo crea y la deje en paz de una vez por todas.

—¡No! —grita con furia.

—¡Cállate, Xandro! —exige ella en voz baja—. Lucas debe descansar. ¡Sal ya mismo de aquí! —Él no se mueve—. Maldita sea, ¿qué es lo que quieres?

—Hablar contigo. No sales de esta maldita habitación, estás encerrada todo el tiempo en esta casa. Necesito un lugar donde podamos hablar, mikrí mou. No quiero obligarte, ni llevarte conmigo por la fuerza —cierra los ojos y mueve la cabeza—. La vez pasada reconozco que actué como un demente, pero es que estoy desesperado. Solo tú me contienes, solo contigo encuentro paz, por favor, mikrí mou, ven conmigo, hablemos.

—No tenemos nada de qué hablar —declara cortante, insensible; aquellas palabras ya no la afectan ni para bien ni para mal—. Y ya te dije que no me llames así.

—Te llamo como a mí se me da la gana —la acerca más a él—. No creas que vas a librarte tan fácilmente de mí.

—¿Fácil? ¿Crees que todo esto ha sido fácil para mí? —le habla fuerte, pero sin levantar la voz, no quiere despertar a Lucas—. Tú nos metiste a ambos en este lío. Ahora, al igual que yo lo he hecho, asume las consecuencias de tus decisiones.

—Ya no me importa nada de esa jodida herencia —replica, alterado—. Ni el dinero de Lucas, ni nada, solo quiero recuperarte, quiero que volvamos a estar juntos, que solucionemos nuestras diferencias. Te amo, Noelia —su voz se quiebra y su mirada se cristaliza un poco—. No sabes cuánto te extraño, mikrí mou. Nada tiene sentido sin ti. Vuelve conmigo, por favor.

—Eso no va a pasar, Xandro —dice con expresión dura.

No le agrada ni un poco tener que hablarle así, de esa manera tan severa, tan cruel. Ella no es así, pero no puede permitir que él siga albergando ninguna esperanza. Hace mucho que nada que tenga que ver con él, para ella es significativo.

—Hablaré con mi hermano —amenaza, furioso ante su rechazo—. Le contaré todo, le diré que…

—Ya yo le conté a Lucas toda la verdad. 

—¿La verdad? —increpa con ironía—. ¿Le dijiste por qué aceptaste? —Aprieta con fuerza su mandíbula—. ¿Le dijiste que lo hiciste para complacerme? ¿Porque tenías miedo de perderme? ¿Le dijiste cuánto me amas?

—¿No me escuchaste, Xandro? —Lo mira con frialdad y determinación—. A Lucas le dije toda la verdad. Le dije que era a él a quien creía amar, que era él a quien temía perder, no a ti.

El rostro de Xandro se contrae. Su mirada se torna nebulosa.

—Eso no es cierto —dice en voz baja—. Por dos años estuvimos juntos y era a mí quien amabas, no a él y lo sabes.



#4 en Thriller
#2 en Misterio
#28 en Novela romántica
#12 en Chick lit

En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 08.05.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.