Un anhelo del corazón

CAPÍTULO 35

CUANDO SONRÍES

«Besarte fue como saltar al vacío, ya no hubo marcha atrás».

Juanito Makandé

Lucas siente los ojos algo pesados, y poco a poco se van abriendo. Gira la cabeza y mira al lado de la cama y se encuentra con la mirada cristalina de Noelia.

—Buenos días —saluda ella con una enorme sonrisa.

Él no responde. Los recuerdos llegan en ráfagas incomprensibles. Se sienta con esfuerzo y saca las piernas de la cama.

—¿Necesitas ayuda? —pregunta ella, preocupada.

—No —es su única respuesta, se levanta como puede, entra al baño y cierra la puerta.

Noelia aprovecha y baja de inmediato a la cocina. Había despertado mucho antes y aprovechó para dejar listo lo que necesitaba para el desayuno. Ella ya se ha duchado y está cambiada. Solo quiso que Lucas la viera a su lado al despertar, como se lo pidió.

Le genera algo de inquietud su actitud. Lucas nunca dejará de ser un hombre incomprensible. Pero, bueno, ella está de muy buen humor, así que no dejará que nada se lo empañe.

Lo que pasó con Xandro la tiene muy preocupada. Durante muchas horas meditó en posibles alternativas y siempre llegaba a la conclusión de que, lo mejor, era contarle todo a Lucas.

Ella sola no puede contener a ese tipo y sus palabras amenazantes no debe tomarlas a la ligera. Ya Xandro le ha dado señales de estar fuera de sus cabales. Ella lo cree capaz de todo.

No sabe qué tipo de relación ella tiene con Lucas, o mejor, qué es, lo que empieza a surgir entre ellos dos, pero, si quiere que no se dañe, lo más correcto es hablar siempre con la verdad. Respira profundo ante este pensamiento, espera con todo su corazón, que Lucas la entienda y, sobre todo, que la ayude. Xandro no deja de ser su hermano gemelo y ella es solo una aparecida.

 

Mientras tanto, Lucas, con la cabeza debajo del agua caliente que brota de la ducha, no logra encontrar sosiego a la avalancha desbocada de pensamientos que se desbordan por su mente.

Ahora, despierto, no está seguro de nada de lo que vio o escuchó. Tal vez fue una pesadilla, tal vez fue un pequeño delirio. No puede confiarse de nada de eso, estaba bajo los efectos del sedante. Tal vez su mente drogada le jugó una mala pasada.

Maldice entre dientes. Está harto de esa situación. ¿Por qué tenía que Noelia aparecer en su vida bajo esas circunstancias? ¿Por qué tenía que ser soportándose en un engaño tan vil?

Por mucho que desea, no puede confiar en ella; sin embargo, es innegable el poder que ella ejerce sobre él. Con nadie, nunca, él es así de abierto. Ni siquiera con Andreas o con Giavanna. En cambio, anoche, cuando estuvo con ella entre sus brazos, por un momento sintió que podía dejar libre ese hombre que está dentro de él y que por años ha vivido encerrado, controlado.

«Maldita sea», vuelve a proferir, «soy dueño de mis emociones», se repite, «yo controlo lo que pasa a mi alrededor, nunca es al revés».

Ella despierta en él emociones demasiado fuertes e intensas y eso la hace sumamente peligrosa. De ser cierto que ella y Xandro estuvieron en su habitación, significaría que todo este tiempo se han estado burlando de él, que lo han tratado como un imbécil y eso él no lo puede permitir.

El agua sigue cayendo por su cuerpo, formando pequeños riachuelos que corren por sus duros músculos. El líquido cristalino está caliente y eso lo relaja. Se repite que debe tomar nuevamente el control sobre sí mismo. No puede seguir mostrando fragilidad ante Noelia. Y no puede permitir que todo aquello lo siga afectando de esa manera.

Durante el tiempo que creyó verlos, se llenó de una furia jamás siquiera imaginada, y los celos lo atropellaron de la peor manera.

Definitivamente, debe averiguar si solo fueron delirios, o, en verdad, pasó.

Toma la toalla, se seca con ella y se la enrolla en la cintura. Sale del baño y encuentra a Noelia frente a él con una enorme y dulce sonrisa.

«Joder, es que me la pone difícil esta mujer», gruñe para sí mismo.

—Ya está listo el desayuno —dice con voz melodiosa.

Los ojos de Noelia recorren su torso desnudo. Lo detallan con tanta adoración, admiración y deseo que, a Lucas, por un segundo, se le olvida que está tratando de retomar el control sobre sí mismo.

—Quise tener lista tu ropa —sigue Noelia, cuando se recupera del impacto de su semi desnudez.

Esos hombros anchos la perturban, así como ese pecho duro, esas ondulaciones en su abdomen, sus redondos y enormes bíceps, sus piernas largas y firmes; no, definitivamente, semejante espectáculo no le ayuda para nada a su concentración.

—Pero no sabía qué tipo de ropa buscar, no sé si querías estar cómodo, casual…



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 08.05.2024

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