Un anhelo del corazón

CAPÍTULO 36

ABRE TUS ALAS

«Ni el amor es una jaula, ni la libertad es estar solo.

El amor es la libertad de volar acompañado, es dejar ser sin poseer».

Gabriel García Márquez

La puerta del estudio se abre de golpe. Lucas levanta la mirada y se encuentra con los ojos humedecidos de su hermana.

—¡Luc! —grita emocionada y corre en busca de su hermano.

Él se levanta y se encuentra con ella en un abrazo cálido, fuerte, cariñoso.

—Gia… —susurra con los ojos cerrados, inhala el dulce aroma floral que emana su larga cabellera.

—¡Lo sabía! —lágrimas brotan de sus ojos—. Sabía que despertarías.

Durante algunos minutos permanecen así, en silencio, disfrutando del contacto y de la cercanía mutua.

—¿Dónde has estado? —le pregunta sentándose en el amplio sofá con ella frente a él—. Pregunté por ti y nadie me dio razón —la mira con inquietud.

—Ayer estuve en casa de Dimitrios —su mirada se apaga de inmediato, Lucas lo nota—. Sabes que el día de Navidad me toca compartirlo con esa familia —carraspea nerviosa—. Luego, conduje sin rumbo por horas, regresé a casa ya entrada la noche. No sabía nada de que habías despertado, hasta hace unos minutos.

—¿Qué sucede? —pregunta fijando la vista en el rostro de su hermana—. Con solo mencionar a ese tipo, todo tu lenguaje corporal cambia.

—Él solo… —guarda silencio.

—No importa, ya no tendrás que soportar más a ese imbécil. He decidido que ese compromiso se romperá.

Los ojos de Giavanna se abren de par en par.

—¿De qué hablas? —pregunta desconcertada.

—Como lo oyes —asevera—. Esta tarde tendremos junta familiar y ahí lo haré oficial, no dejaré que estés cerca de ese imbécil ni un minuto más.

—Pero… mamá dijo que…

—Yo me las arreglaré con mamá —contesta firme.

—Ese compromiso es un pacto de…

—Un pacto y una mierda, Giavanna —mueve la mano con autoridad—. Tú no tienes que pagar los desvaríos de mi madre, ya es hora de que vaya superando ese asunto y yo no voy a permitir que tú seas la sacrificada.

—¿Es en serio? —pregunta con la mirada llena nuevamente de luz.

—Totalmente, Gia. Te lo prometí antes del accidente, ¿lo recuerdas? —ella asiente con lágrimas de emoción—. Quiero que tomes tu violín y recorras el mundo llenándolo de tu música. —En el rostro de Lucas se dibuja una expresión de orgullo—. Quiero que conozcas todos esos lugares con los que sueñas, que me llenes la memoria del celular con las fotos de tu viaje —Giavanna ríe conmovida ante aquellas palabras de su hermano—. Que encuentres un compañero de viaje que sea tu cómplice, que realmente te merezca, que comparta tus sueños, que viva junto a ti esa aventura.

Giavanna baja la cabeza sonrojada y Lucas sonríe con picardía.

—Parece que ese compañero está más cerca de lo que yo me imaginaba —la mira con un brillo travieso en sus ojos.

—No lo sé, es posible —dice en voz baja, avergonzada—. Sabes que estoy comprometida, no puedo permitirme nada fuera de lugar o que ponga en tela de juicio mi buen nombre y el de la familia.

—Estabas, hermanita —recalca—. Estabas comprometida. Desde hoy serás libre para estar con quien realmente lo desees.

—Gracias —estalla emocionada y se arroja en sus brazos.

Lucas la recibe con mucho amor y le da un beso en la frente.

—¿Lo conozco? —pregunta fingiendo seriedad.

—Sí —asiente con el rostro completamente rojo—Aún no ha pasado nada —aclara con rapidez—. Solo me gusta y creo que yo no le soy indiferente.

—Ya sé quién es… —la mira, intrigado—. Es él, ¿cierto? —ella asiente en silencio—. Me agrada. Tendremos una charla de hombre a hombre —dice con solemnidad.

Giavanna sonríe divertida. Por unos segundos lo observa con admiración. Ella ama a su hermano con toda su alma y le gusta mucho esa versión que está frente a ella. Lucas suele ser muy serio, cariñoso, pero poco expresivo. Este Lucas que bromea con ella y le está abriendo las puertas para que extienda sus alas y salga al mundo es mucho mejor de lo que siquiera se imaginó.

—El matrimonio te ha sentado muy bien —dice convencida de ello.

—¿El matrimonio?

—Sí —contesta con una amplia sonrisa—. Se nota mucho que Noelia ha endulzado tu agrio carácter.

Lucas la escudriña con la mirada.

—¿Noelia te agrada?

—Sí, me agrada y mucho. Te confieso que al principio no podía creer que te hubieses casado y menos con ella. Llegué a pensar que era un engaño de Xandro. Pero, la he tratado, he visto cómo te cuida, cómo ha estado pendiente de ti. Le brillan los ojos cuando habla de ti —lo mira con ternura—. Esa mujer te ama, Lucas, y eso es suficiente para ganarse mi cariño y mi respeto.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 02.05.2024

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