Un anhelo del corazón

CAPÍTULO 41

ASUMIR LAS CONSECUENCIAS

«Las decisiones correctas, vienen de las malas experiencias y, las experiencias, de las malas decisiones».

Noelia se despierta con la suave luz de la mañana, acariciando su rostro. Abre los ojos y encuentra a Lucas dormido a su lado, su rostro muy cerca del suyo, con una expresión serena.

Observa cada rasgo de su rostro con fascinación y adoración. Su corazón se llena de ternura. Siente una especie de cosquilleo en el pecho, una sensación cálida y reconfortante que se expande por todo su cuerpo.

Es una emoción abrumadora, pero al mismo tiempo maravillosa, que le recuerda que ella sigue viva, pese a todo lo que le ha pasado y que todavía es capaz de sentir emociones profundas y genuinas.

Han transcurrido algunos días desde que ella y Lucas acordaron empezar desde cero y la experiencia ha sido, en verdad, gratificante. Ese hombre nunca termina de sorprenderla. Es cierto que, sigue siendo reservado con sus sentimientos, receloso con sus pensamientos y no expresa sus emociones como ella lo desearía, pero entiende que todo es parte de un proceso. No obstante, él es amable, considerado, cariñoso, sus charlas son amenas y agradables; los besos y las caricias que comparten están llenas de pasión, de vehemencia y aunque son controladas por Lucas, siempre van cargadas de ternura. Así que, por el momento, eso es suficiente para ella.

Lucas comienza a despertar y al abrir los ojos, se encuentra con el rostro de Noelia, observándolo con cariño. Una cálida oleada de emoción lo recorre al verla allí, a su lado, tan cerca, tan genuina, tan real. Le dedica una sonrisa cálida, que ella devuelve con ternura.

—Buenos días, mi Ángel —murmura aún adormecido; la rodea con un brazo y la acerca más a él.

Noelia se acomoda en su pecho, siente el calor reconfortante de su cuerpo.

—Buenos días, mi Señor.

Lucas le da un dulce beso en la mejilla y la acaricia con suavidad.

—¿Cómo dormiste? —su voz amortiguada por el sueño, eriza la piel de Noelia.

—Muy bien —contesta con una sonrisa llena de devoción—. Y, ¿tú?

—Bien —sus labios se curvan levemente en una sonrisa complacida, pasándole el dedo por el largo de su cuello delicado. A él, cada vez más le agrada despertar a su lado.

Ella empieza a conocerlo.

Lucas es un hombre muy disciplinado; estricto con el orden y las rutinas. Por lo general, en las mañanas, después de unas cuantas palabras y mimos en la cama, él espera a que ella vaya a prepararle el desayuno, mientras se ducha y se cambia para, luego, bajar a comer a las 7:30 am. De inmediato, llama a Andreas, quien le contesta al primer timbre; luego revisa su correo, sus llamadas, mensajes y demás. Entretanto, ella se cambia y se arregla para ir a trabajar.

Lucas la lleva al consultorio y él se va para la naviera; por la tarde, la recoge al finalizar la jornada de trabajo y regresan juntos a la mansión, donde ella prepara la cena solo para ellos dos.

Casi, casi, se sienten como si fueran un matrimonio real. Pero Noelia sabe que no es así, que todo aquello es solo temporal mientras Lucas soluciona esos problemas que aún no quiere compartir con ella, pero que, deduce, son graves por la forma en cómo se le tensa el rostro cada vez que lee un mensaje o recibe una llamada.

Ella se conforma con ser una especie de refugio y compañía para él, ya que, al regresar a su hogar, solo existen ellos dos.

Xandro no ha vuelto a molestarla. De hecho, en todo ese tiempo, no ha sabido nada de él. Tal vez porque Lucas la mantiene vigilada y no permite que nadie se le acerque sin su autorización. O, quizás, Xandro por fin decidió dejarla en paz. Por el bien de todos, ella espera que sea la última opción.

—Paso por ti más tarde —Lucas se despide de ella dejándola frente al edificio médico—. Esta noche quiero invitarte a cenar.

—¿Es una cita? —ella bromea, pero claramente está emocionada.

—Si quieres llamarla así —concede con una sonrisa complaciente.

Ella enrolla los brazos en su cuello y le da un beso suave. Él le corresponde.

—Contaré los minutos.

Se dan un abrazo reconfortante y cada uno se dirige a su lugar de trabajo.

—¿Qué tienes? —pregunta Sindy preocupada, horas después, viendo el rostro tenso de Noelia—. ¿Tiene que ver con la notificación que llegó del banco?

Noelia asiente.

—Sí —contesta después de una larga pausa—. Mi casa —musita sin aliento. Su mirada se humedece un poco—. Será rematada en dos días.

La mandíbula de Sindy se aprieta y sus manos se cierran en puños furiosos.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 08.05.2024

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