Un anhelo del corazón

CAPÍTULO 43

SOLO TÚ

«Dime en un beso que me amas.

Dime que mis ojos te embelesan, que mi boca es tu delirio

y mi cuerpo es tu promesa.

Dime que no es un sueño mientras me besas…»

Rato después, de regreso en la alcoba, Lucas sigue la rutina que ha establecido. Desviste a Noelia, pero esta vez tiene otra idea en mente.

Él ha notado que ella está algo inquieta, tal vez temerosa. Conocer esa parte de la vida de Lucas antes que generarle tranquilidad la llenó de confusiones. Por alguna razón que él no entiende, no le agrada que ella se sienta así.

—Iré a asearme —dice cuando él le quita la última prenda de vestir.

—No, aún no —la detiene y la encierra entre sus brazos.

Sube la mano, la sujeta por el cuello y se apodera de su boca. Con la otra mano acaricia la piel desnuda de su espalda, baja a su suave y redondo trasero y lo aprieta con fuerza.

Noelia, aturdida por toda aquella descarga de emociones, solo se deja llevar. No hay nada más increíble que estar así con él, saborearlo, respirar su perfume, su aroma varonil; sentir el calor intenso que emana su cuerpo. Rodea con sus brazos la cintura de Lucas y se aferra a él con todas sus fuerzas.

Aún no termina de creer que está ahí con él, que después de tantos años, después del engaño de Xandro, esté con él, con el verdadero, con su Señor. La intensidad de las emociones se multiplica por mil; todo con él es mucho más ardiente, más vehemente, más devastador.

Lucas la levanta en vilo y la lleva a la cama. La acuesta de espaldas y se arrodilla en el piso, frente a ella; separa sus muslos y obtiene una vista prodigiosa de su sexo. Noelia está completamente depilada. A Lucas se le hace agua la boca. Hace días que desesperaba por hacer lo que está haciendo en esos momentos.

Le separa más los muslos con las manos, nota de inmediato, la brillante humedad.

—Estás deliciosamente mojada —susurra tocándola suavemente con la mano y le recorre la abertura con la yema del dedo. Noelia se humedece más.

Lucas sube y baja el dedo, mientras la escucha gemir. Juguetea con ella, con calma, lubricándola con sus propios fluidos. Le gusta demasiado el sonrojo en las mejillas de Noelia; observa con deleite su boca entreabierta, los labios hinchados y sus pezones erectos.

Noelia contiene el aliento. Ese hombre es muy atractivo, tan viril; la expresión de deseo que ella ve en su rostro hace que los fluidos fluyan con mucha más velocidad en su entrepierna.

Todo lo que ella siente cuando está con él es una locura; ese hombre es el único que ha creado en ella un nivel tal de fuego, tensión, anhelo y deseo, que en esos instantes no se reconoce a sí misma.

No le interesa tener conciencia, escrúpulos o moral, porque el placer que siente arrasa con todos sus pensamientos.

—Mi Señor… —gimotea temblorosa, cuando él acomoda los muslos desnudos para que queden colgando sobre sus hombros y tener una mejor maniobrabilidad.

Lucas observa fascinado lo hermosa que es Noelia. Curvilínea en los sitios exactos, su cintura pequeña, su abdomen suave y femenino, sus caderas anchas; sus senos del tamaño perfecto, los cuales caben a la perfección en sus enormes manos masculinas.

—Oh… —expulsa Noelia cuando la lengua de Lucas empieza a recorrer con extremo cuidado la suavidad de su vagina.

Apoya sus manos sobre la superficie de la cama y echa la cabeza lentamente hacia atrás, mientras las rítmicas e íntimas caricias de esa lengua crean una ola de placer inconcebible.

La recorre una y otra vez, dentro y fuera. Paladearla es exquisito. Los murmullos de gozo que escapan de la garganta de Noelia zumban como música en sus oídos. Le fascina sentir las respuestas de su cuerpo ante cada roce de su lengua, mientras chupa y sopla ligeramente, sintiéndola temblar, para volver a lamer y succionar.

Al tener los muslos de Noelia sobre sus hombros, puede sentir como se estremecen de placer. Le besa los contornos de la vagina, encantado de cómo ella responde, agitada, estremecida, abandonada y entregada a lo que él le está haciendo.

Ella suelta un ligero grito perdido entre aquellas caricias que están haciendo que su cabeza dé incontrolables vueltas. Tiembla con el roce de esa barba contra sus muslos internos.

Lucas no recuerda el haber disfrutado tanto de darle placer a una mujer como lo está haciendo con Noelia. Mientras la tortura con su lengua, aprieta y masajea sus nalgas con fuerzas. Ella grita de gozo sin ningún pudor. Y eso a Lucas lo complace.

—Por favor —suplica ella.

Lucas prolonga su tortura una y otra vez cuando percibe que está a punto de llegar al orgasmo. Se lo dará cuando él lo desee y aún no quiere dejar de beber todos los líquidos que fluyen de su interior.



#3 en Thriller
#2 en Misterio
#16 en Novela romántica
#8 en Chick lit

En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 08.05.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.