Un anhelo del corazón

CAPÍTULO 46

 DESCUBRÁMOSLO JUNTOS

«Tu mirada me hace sentir que, el lugar al que pertenezco, es de rodillas frente a ti».

—Ven —La agarra de la mano y la guía hasta la cruz de San Andrés—. Extiende los brazos y abre un poco las piernas —ordena con la mirada fija, con los ojos encendidos.

Ella obedece. Se siente abrumada, como si estuviera frente a un animal salvaje.

—Avísame si te molesta, ¿entendido? —Ella asiente, mirándolo a los ojos con los labios separados. Él puede oír su respiración.

Lucas le amarra una mano a las esposas de cuero que caen de la cruz, continúa con la segunda y ya sujetada en las muñecas, le ata los tobillos dejando su cuerpo en tensión. Noelia adopta la forma de X.

—¿Estás bien? —le acaricia el cuello. Pone la mano en su pecho y siente el latido de su corazón.

Despacio, le roza la clavícula con el dedo pulgar y, con la otra mano, la mejilla. Observa cómo a ella se le dilatan las pupilas y cómo empieza a temblar ligeramente.

—Sí, mi señor —su voz es casi inaudible.

—Buena chica —susurra rozándole la oreja con la nariz—. Te ves más hermosa que nunca.

Ella sonríe, un poco nerviosa, pero muy emocionada; todo aquello se siente como el primer ascenso de una montaña rusa.

Lucas posa sus manos con firmeza en la pequeña cintura femenina y desciende con la boca por su cuello donde le reparte besos suaves y pausados.

La respiración de Noelia se altera mucho más, se vuelve más superficial, precipitada, llena de expectación mientras los labios de Lucas siguen lamiendo, besando, mordisqueando y succionando su cuello y su hombro. Su cuerpo vibra y se estremece lentamente bajo aquellas caricias.

Las manos masculinas, firmes y dominantes recorren sus costados. La besa a un ritmo suave, jugando sobre sus labios, persuadiéndola de que le devuelva el beso. Ella, dócil frente aquella energía varonil que la domina y la consume por dentro, separa los labios y se deja poseer por los de él.

Noelia había esperado algo rudo y contundente, pero esto… esto es como una pluma rozando su piel. Luego, le succiona el labio inferior, deslizando su lengua sobre él, y ella siente como una bola de fuego, recorre cada esquina de su boca.

Lucas atrapa su lengua, atrayéndola a su propio calor, mordisqueándole la punta, retorciendo la suya a su alrededor, tomando posesión de su boca. Respirar se hace imposible, pero ella no quiere que se detenga y él tampoco lo piensa hacer.

La palma de Lucas se desliza a lo largo de sus costillas y sube por su espalda para enroscarse en su cabello. Lo empuña con suavidad cerca de las raíces y luego aumenta la fuerza de su agarre hasta que ella gime.

Su cuerpo duro se presiona contra ella, y Noelia naufraga perdida entre el océano de emociones que él le produce y el aroma sexy y masculino que emana de él.

Lucas suelta su cabello; masajea sus hombros, su cuello hasta llegar a su busto levantado y expuesto por la posición de los brazos. Cubre los senos en su totalidad y los masajea con delirante lentitud. Ella gime y echa la cabeza hacia atrás. Él se toma su tiempo. Su aliento golpea con el de ella al tener sus rostros tan juntos.

Todo aquello que ambos sienten es intenso y desesperado.

Suaves gimoteos se escapan de la garganta de Noelia cuando ella nota el grosor y dureza de su miembro viril a través del cuero de su pantalón al apretarse contra su vientre.

—Mírame.

Ella fija su mirada en la de él. La excitación le hace más difícil poder concentrarse en mantenerlos de esa manera.

Un destello de tórrido deseo oscuro y feroz en los ojos de Lucas hace que a ella le tiemblen las rodillas. Es una llamarada voraz que supera a todo lo razonable, que consume todo su sentido común.

Él comienza a pellizcarle los pezones duros y turgentes. Noelia arquea las caderas y el deseo por ella se acrecienta y lo arrasa todo, su voluntad, su razón, su conciencia. Todo su cuerpo arde por ella. Una potente llama lo consume por dentro ante su respuesta. Su corazón brinca ante el pensamiento de que él es el único que despierta esa otra mujer en ella y que él es quien le cumple sus fantasías.

Se aleja de ella. El cuerpo de Noelia tiembla.

Él busca entre el mueble donde reposan varios instrumentos. Toma una venda de seda negra, unas diminutas pinzas y un pequeño látigo de múltiples colas.

—Voy a vendarte los ojos —su voz profunda y pesada cae sobre ella como una caricia.

Noelia asiente y de inmediato, la suave tela cubre sus ojos. Todo se torna mucho más oscuro e inquietante. Sus pezones se aprietan visiblemente, los picos tiesos claman por tener de nuevo su atención.

—Tranquila, mi ángel —susurra infundiéndole calma y confianza—. Confía en mí.

Ella traga con un poco de dificultad. Asiente y se entrega sin reservas. Segundos después lanza un pequeño grito ahogado al sentir el primer impacto de las cuerdas de cuero estrechándose contra sus pezones. Luego sigue otro y otro más. Noelia tiembla. Lucas se detiene y masajea con suavidad la piel enrojecida, brindándole alivio.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 08.05.2024

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