Un anhelo del corazón

CAPÍTULO 47

LO QUE ELLA DESPIERTA EN ÉL

«Tengo ganas de besarte, de saborearte, de morder esos labios tentadores y perderme locamente en un beso mágico, con sabor a ti».

El sol, ya alto en el cielo, derrama sus rayos confiados sobre la isla. Algunos de ellos, los más osados, se cuelan por las rendijas de las persianas dibujando líneas doradas en el suelo de madera del búngalo y sombras sobre el rostro de Noelia. El canto de las gaviotas se mezcla con el suave rumor de las olas que rompen contra la costa.

Lucas la contempla, dormida a su lado. Una sonrisa se dibuja en su apuesto rostro masculino. La observa con detenimiento, admirando la tranquilidad y la felicidad que se refleja en su expresión.

Con un movimiento suave, acaricia las marcas que la noche anterior dejó en la piel de Noelia. Sus dedos recorren cada línea enrojecida como si trazara la ruta de un mapa que conduce a un invaluable tesoro.

Su toque, aunque suave, casi imperceptible, despierta poco a poco a Noelia. Se remueve entre las sábanas, abre los ojos poco a poco y se encuentra con la cálida mirada de Lucas. En sus labios se dibuja una sonrisa que los unen en un silencioso saludo de buenos días.

Lucas se estira, apoyándose en un codo para observarla mejor. Su cabello, largo y castaño, está despeinado y sus ojos brillan con la luz del día que se intensifica. Él se inclina y deposita en sus labios, un pequeño beso.

Noelia se acomoda en la almohada, y acaricia la mejilla de Lucas con su mano.

—Buenos días —saluda ella con voz suave y aletargada. Feliz de abrir los ojos y encontrarse con aquella mirada oscura.

—Buenos días —responde él. Toma la mano de ella entre la suya y le da un beso en el dorso.

—¿Qué hora es?

—Poco más de las nueve.

Los ojos de Noelia se abren sorprendidos.

—Lo siento —se disculpa avergonzada—. Lamento que…

—No —pone un dedo en sus labios—. Debes dormir lo suficiente. Es importante que tu cuerpo se recupere muy bien.

—Está bien —acata mientras su sonrisa se ensancha con dulzura—. ¿Llevas mucho tiempo ahí, mirándome? —pregunta entre divertida y ruborizada.

—No ha sido suficiente —responde con una sonrisa traviesa. Noelia se acerca un poco más y le da un beso suave y profundo—. ¿Cómo te sientes? —pregunta él sin separarse de sus labios.

—Me duelen un poco algunas partes, muy específicas —hace un gesto con su mirada que él entiende sin problemas—, pero nada importante. La verdad me siento muy bien —sus ojos se unen a los de él con complicidad.

—Fue nuestra primera sesión. La que tuvimos hace doce años fue mucho más ligera. Anoche no quería excederme. Poco a poco iremos explorando tus límites.

—Está bien —concede una vez más.

—Anda, ve a cambiarte —ordena con suavidad—. Desayunaremos y subiremos en el yate, quiero que naveguemos un poco el día de hoy.

Después de desayunar, Noelia y Lucas caminan tomados de la mano, atravesando la pasarela de madera que los lleva hasta el yate. La madera cruje levemente bajo sus pies. El mar Egeo se extiende ante ellos, sereno y majestuoso, los destellos del sol resplandecen en el horizonte.

El aire salado acaricia sus rostros, lleva consigo el suave perfume de la vegetación y plantas silvestres que se esparcen por los alrededores de la isla. A lo lejos, se alcanza a escuchar el canto de las gaviotas que se mezcla con el suave rumor de las olas. El clima es fresco y agradable, perfecto para disfrutar de ese día en el mar.

—Es muy agradable sentir el viento en el rostro —exclama Noelia mientras Lucas la ayuda a subir a la elegante embarcación—. Me encanta el aroma salado que hay en el aire.

—Sí —aspira con deleite—. Es agradable.

Noelia sonríe y se le encoge el corazón cuando Lucas le devuelve la sonrisa. Una sonrisa de verdad. De esas que últimamente se dibujan en su rostro.

Él desata los amarres. En la cubierta, hay unos sillones cubiertos de almohadones. En uno de ellos, descansa una cesta de merienda y dos copas junto a una botella de vino blanco frío.

Entran en la cabina de mando, él enciende el motor y se dirigen enseguida hacia mar abierto. El inmenso océano oscila bajo el brillante casco mientras avanzan cortando las olas.

Noelia se sienta en uno de los sillones laterales. Sus ojos, por un momento, se pierden en el horizonte, donde el cielo se funde con el mar en un abrazo infinito. Su cabello vuela al viento. Se siente maravillosamente bien. Tranquila, relajada y en paz en el sonoro silencio del mar.

Voltea a mirar a Lucas y no puede evitar que su pecho brinque de emoción. Confirma entonces lo mucho que le gusta observarlo. Es tan apuesto. Él está de pie, con las piernas separadas, dirigiendo el yate con destreza y sin esfuerzo, mientras el viento despeina sus cabellos, destacando sus bellas y varoniles facciones. Él la mira igualmente y le dedica una sonrisa cálida. Noelia siente una alegría inexplicable.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 08.05.2024

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