Un anhelo del corazón

CAPÍTULO 49

EL DESTINO DE LA FAMILIA KONTOS

«La venganza es un placer que solo dura un día».

Horas más tarde, el puerto de la naviera Kontos es un hervidero de actividad clandestina. Hombres fornidos, con rostros curtidos por el trabajo y la mala vida, con miradas sombrías y movimientos sigilosos, cargan bultos de aspecto sospechoso en un enorme buque carguero. Las grúas se elevan hacia el cielo nocturno. La oscuridad de la noche es cómplice de la operación, envolviendo todo en un manto de misterio y ocultando la naturaleza ilegal de la mercancía que será transportada.

Dimitrios y Stavros observan la escena con satisfacción, como dos lobos acechando a su presa. Un suave aroma a tabaco y whisky impregna el aire, creando una atmósfera densa y conspiradora. Sus planes están llegando a buen puerto. Han logrado avanzar en su propósito de forma impecable, cada paso calculado y ejecutado con precisión.

Stavros, por su parte, sonríe con una mezcla de arrogancia y complacencia. Con su astucia y conocimiento del mercado negro, ha conseguido la mercancía ilegal que hundirá a la naviera Kontos de una vez por todas, sacará a Lucas del camino y lo dejará a él como líder del mercado naviero.

Sus miradas se cruzan y una sonrisa cruel se dibuja en los labios de Dimitrios. La satisfacción de ver cómo sus planes se desarrollan a la perfección es un bálsamo para su alma herida. Un escalofrío de satisfacción recorre su espalda. Lucas Kontos, el hijo del hombre que le arrebató todo, pagará por sus deudas pendientes.

—La venganza es un plato que se sirve frío, ahijado —dice Stavros dando una bocanada a su tabaco.

—Y estoy dispuesto a disfrutarlo hasta el último bocado. —Lo mira con complicidad.

—Desde este momento, la familia Kontos terminará de pagar todo lo que le hicieron a los Vassilis. Y tú, ahijado —lo señala con el dedo con orgullo—, serás su verdugo y ejecutor.

La expresión en el rostro de Dimitrios es tan fría como el acero. La brisa marina acaricia su rostro curtido por el dolor y el resentimiento; un rostro que refleja la amargura de un hombre marcado por la tragedia y la venganza.

En su mente, una y otra vez, se repite lo que le han inculcado desde niño: la historia de cómo Philipo Kontos, en un acto de vileza y traición, había arrebatado a su familia la naviera Vassilis. Un imperio poderoso que había sido construido con esfuerzo y sacrificio por su abuelo Frank Vassilis. Un legado que se convirtió en cenizas por la ambición desmedida de un hombre sin escrúpulos, quien, aprovechándose de la tragedia que vivían por la muerte de su padre y de la cercana amistad que unía a las dos familias, los despojó de todo; les arrebató su patrimonio y su futuro y les ocasionó la ruina de la que aún no han podido recuperarse.

La herida arde en su interior como una brasa incandescente. Dimitrios se ha convertido en un esclavo de una venganza que le han hecho creer que es suya; un ser inocente que han destruido llenándolo de odio y, sed de justicia. Su vida, desde que era un niño, ha sido un entrenamiento constante para este momento, para el día en que finalmente los Kontos pagarán la deuda que tienen con su familia.

Durante mucho tiempo, más del que hubiese deseado, ha cargado con esa cruz en su espalda. Su larga procesión de dolor y sufrimiento está a punto de culminar. Por fin, cesarán los latigazos, los golpes, las torturas, al fin terminará su calvario. Finalmente, será libre.

—Brindo por la caída de los Kontos —dice con voz ronca. Levanta su copa y choca con la de Stavros con un gesto sombrío—. Y por lo que nos espera en unas horas.

La imagen de Giavanna, la mujer que desea y que se ha convertido en una obsesión que lo consume, llena una vez más su mente. Ese día por la noche, ella será finalmente suya. La recompensa perfecta.

—Brindemos por nuestros triunfos, ahijado mío —su voz es áspera y gutural—. Juntos, construiremos un imperio que ni siquiera ellos podrán imaginar.

La satisfacción se refleja en sus rostros, una mezcla de victoria y maldad que hiela la sangre.

La noche de ese día, que recién da inicios de su despertar, será crucial. Dimitrios Vassilis y Stavros Líbanos jugarán sus últimas piezas en una partida de ajedrez donde piensan que tienen todas las opciones para ganar.

Repasan cada detalle del plan con precisión militar. La hora exacta, la señal convenida, los posibles contratiempos, todos los involucrados. No se puede dejar nada al azar. Será la estocada que de final a esa corrida.

El destino de la familia Kontos está en sus manos.

 

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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 08.05.2024

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