Un anhelo del corazón

CAPÍTULO 51

NO TENDRÉ OTRO AMO

"Odio todo de ti porque en algún momento dejaste de ser mío por completo.

Lo nuestro… que una vez fue tan fuerte y vibrante, ahora solo es un fantasma que vaga por las ruinas de nuestro pasado".

Unos meses antes

La sesión ha terminado.

Daria cuelga de las cuerdas que la sostienen, aun jadeando por la intensidad del encuentro. La respiración agitada se va calmando poco a poco, al igual que su cuerpo tembloroso. La piel le arde por los fuertes latigazos, algunas zonas se han roto levemente mostrando diminutos hilillos rojos. Está muy adolorida, agotada, pero por completo satisfecha.

Lucas desata los elaborados nudos y la libera con cuidado, la sostiene entre sus brazos y la acomoda en la cama. Las marcas de las cuerdas siguen frescas y, al tocarlas, un pequeño hormigueo le recuerda a Daria la sensación de estar atada.

Se estira un poco y puede sentir un ligero dolor en todos los lugares correctos, y sonríe para sí misma hasta que se da cuenta de que los ojos de Lucas, antes llenos de pasión, ahora son fríos y distantes. Se viste en silencio, sin siquiera mirarla a la cara.

La habitación se ha saturado de pronto de un silencio denso y opresivo.

—Siempre es así —se queja ella entre dientes—. Siempre eres así. —Él no responde—. No te vayas —susurra con la voz rota.

—El acuerdo es más que claro, Daria —replica con una voz tan áspera que le eriza la piel—. Una sesión a la semana y listo. Nada más.

Un día a la semana. Unas pocas horas para saciar un deseo que la consume, una pasión que la desborda. Solo son unas migajas de la atención que ella anhela con todas sus fuerzas.

Daria siente que no es suficiente, que su corazón necesita más, ansía una entrega total, una conexión profunda que vaya más allá del arrebato inicial.

—¡No es suficiente! —grita furiosa—. No puede ser suficiente.

Daria lo necesita todo: su cuerpo, su alma, su corazón. Lo necesita junto a ella, protegiéndola, amándola, llenando el vacío que la consume.

—Para mí lo es.

Su cuerpo, marcado por las huellas del encuentro, se estremece ante la dureza de las palabras de Lucas. No termina de aceptar que él no quiera ir más allá. Desea que se quede junto a ella, que la relación que tienen suba a un nivel más alto de compromiso y entrega. Desea más que nada en el mundo que Lucas la ame, la proteja, la acoja de manera permanente.

—Por favor, solo por esta vez, quédate.

Lucas la mira con una mezcla de disgusto y desdén. Sus ojos, antes llenos de deseo, ahora son un iceberg que congela sus anhelos.

—¿Qué tengo que hacer para que seas mi amo? —insiste ella levantándose de la cama

—¿Y es que acaso no lo soy? —su voz es dura como el hierro.

—Sabes a lo que me refiero —se detiene, desnuda, frente a él—. Deseo que te quedes conmigo después de la sesión. Quiero pertenecerte por completo, servirte siempre, llevar el collar todo el tiempo —toca la cinta de cuero que rodea su esbelto cuello—. No solo durante las sesiones; que cuando salgamos de esta habitación, no cambien las cosas.

—Ya hemos hablado sobre esto. Me molesta tener que regresar continuamente a un tema que considero cerrado.

—¿Por qué te niegas a aceptarme? —reclama ansiosa—. Quiero pasar las noches contigo, quiero despertar a tu lado, sobre todo, quiero saber a qué saben tus besos —se acerca a él e intenta tocar sus labios—. ¿Por qué, maldita sea? —grita histérica cuando él aparta su boca—. ¿Por qué no puedes besarme?

—No beso a nadie —la agarra con fuerza de los brazos y la aleja de él—. Y como veo que ya no estás conforme con los términos del contrato, esta será nuestra última sesión.

Da la vuelta y se dirige a la puerta.

—¡No! —su voz se desgarra con dolor y corre a detenerlo—. No me dejes —suplica, arrodillándose ante él y abraza sus piernas con desespero—. No me dejes.

—Levántate —ordena con severidad. Ella obedece—. Se acabó. ¡Silencio! —la calla cuando ella intenta replicar—. No estoy dispuesto a darte lo que me pides, así que desde este momento te libero, ya no eres mi sumisa.

—¡Lucas, no…! —el dolor atraganta su garganta.

—Escucha, Daria. No soy el amo que buscas. Ya me harté de estarlo repitiendo al final de una sesión —respira profundo y su voz se torna más sutil—. Eres hermosa, complaciente, estoy seguro de que encontrarás el amo adecuado, que satisfaga tus deseos y…

—¡No quiero otro amo! —grita trastornada—. ¡Te quiero a ti! Llevamos muchos meses juntos, no quiero a otro.

—Date la vuelta —exige.

—No —su voz se ahoga con la negativa. Se aferra al collar de cuero que adorna su cuello, símbolo de su sumisión. Sus dedos tiemblan mientras él se acerca, con una mirada gélida que la deja sin aliento.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 08.05.2024

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