Un anhelo del corazón

CAPÍTULO 54

¿DÓNDE ESTÁ MI ESPOSA?

«El amor es un faro que guía a través de la niebla de la duda. Confía lo que sientes, y esta se desvanecerá como la bruma ante el sol».

—¿Qué estabas diciéndole a mi esposa?

Daria da un respingo al escuchar la gruesa y amenazante voz a su espalda. Se gira despacio y lo mira sin disimular el placer que le causa su presencia varonil e imponente.

La reunión con los jeques había absorbido toda su atención, se concentró tanto en tratar los asuntos claves para convencerlos de que debían optar por la Naviera Kontos que todo lo demás desapareció de su radar en ese momento. Sin embargo, cada tanto, miraba hacia la mesa donde había dejado a Noelia para así percatarse que ella seguía en su lugar, lo que le daba más tranquilidad para continuar en lo que estaba.

La última vez que la buscó con la mirada, la vio caminar al lado de Daria, mientras se alejaban del lugar. Aquello no le gustó para nada.  Conocía muy bien a la hermana de Stavros Líbanos y sabía perfectamente lo que ella era capaz de hacer.

Se disculpa con los jeques y va en busca de Noelia. Sin embargo, a mitad de camino encuentra a Daria. Sola.

Lucas presiente que nada bueno está pasando.

—Hola, mi amo —susurra con coquetería y sensualidad—. No sabes cuánto me alegra que hayas venido a saludarme.

—¿Tengo que repetir la pregunta? —la mirada oscura de Lucas es intimidante.

Daria la ignora, no solo porque debe seguir la segunda parte del plan, sino porque estar cerca de él siempre le genera un goce insuperable.

—Tenerte aquí frente a mí, es lo mejor de esta aburrida velada —sigue ella sin importarle nada de lo que le dice.

—Como quieras —da la vuelta—. Igual lo averiguaré.

—Espera, espera —lo detiene de inmediato—. Solo la saludaba —dice con gesto de inocencia—. Le decía lo afortunada que ella era en estos momentos y lo que yo daría o haría por estar en su lugar.

Los ojos de Daria emiten un brillo siniestro y perturbador. Lucas acerca un poco su rostro al de ella.

—Te lo diré una sola vez, Daria —su expresión dura podría hacer temblar a cualquier otro, pero a ella no, a ella le encanta—. Nunca más te acerques a Noelia.

—Me fascina cuando me hablas así —sisea como una serpiente y se frota contra su pecho—. Sabes muy bien cuánto me prende que lo hagas.

Lucas se aparta con sutileza. No quiere levantar suspicacias ni habladurías.

—Estás advertida. —La voz es baja, pero lleva tanta contundencia que, por un momento, logra intimidarla.

Lucas mira la pantalla de su celular y frunce el ceño. La señal que emite el GPS de la ubicación de Noelia, cada vez es más intermitente, es como si se alejara a gran velocidad. Se da la vuelta una vez más, intenta alejarse de Daria, pero ella lo agarra del brazo con fuerza y se para frente a él.

—¿Por qué con ella sí? —reclama con la voz desgarrada—. Ni siquiera le interesas. No te respeta —expulsa con desprecio—. Aprovecha cualquier oportunidad para ponerte en ridículo con su amante.

—Cuida tus palabras, Daria. —Sujeta la mano que lo agarra por el brazo y logra que ella lo suelte—. Apártate. En estos momentos no estoy para perder el tiempo contigo.

—Te vi con ella. —Daria aprieta los dientes con fuerza—. Vi como la acariciabas, como la tocabas, maldito seas, Lucas, hasta la besabas —sus ojos se humedecen—. Nunca hiciste algo así conmigo, ¿por qué? —pregunta con resentimiento, pero es evidente la profunda tristeza.

Busca una respuesta en los ojos de su antiguo amo, ya que su boca está sellada, y no encuentra absolutamente nada. La miran, tan fríos e indolentes, que logran que un escalofrío la recorra de los pies a la cabeza.

—Me entregué por completo a ti —sigue ella—. Hice todo para complacerte. Era tu sumisa perfecta, pero para ti no fue suficiente. —Frunce los labios con desconsuelo—. ¿Qué más querías? Dime, ¿qué más necesitabas?

—Nada. —La marcada indiferencia en la respuesta de Lucas, la devasta—. No me interesaba y no me interesa nada de ti. Espero que esta vez sí te quede claro.

Da unos pasos hacia adelante y ella vuelve a interponerse.

—Por lo menos yo nunca te cambiaría, ni siquiera por uno idéntico a ti —dice destilando todo el veneno que emana de ella.

—Ya te dije que no tengo tiempo para tus intrigas. No toleraré ningún espectáculo, así que apártate.

—Yo no soy la que está dando el espectáculo, mi querido amo. Fue tu mujercita la que se largó con otro.

La agarra del brazo con fuerza.

—¿De qué hablas?

—Eres un imbécil, Lucas Kontos —ríe con satisfacción—. Tu mujercita huyó con su amante en tus narices.

Lucas levanta la mirada y busca a su alrededor. Suelta a Daria y camina a paso veloz, ignorando quién sabe qué tonterías que ella le sigue diciendo y llama a su jefe de seguridad.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 08.05.2024

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