Un anhelo del corazón

CAPÍTULO 57

UNA NOCHE INTERESANTE

“Eres el objeto de mi deseo, la flor que anhelo tener en mi jardín. Y la tendré, sin importar el precio que tenga que pagar”.

Noelia lucha con todas sus fuerzas, en ningún momento se da por vencida. Cuando el auto donde la metieron en contra de su voluntad siguió en camino, ella continuó retorciéndose y pataleando.

No entiende aún qué es lo que está pasando.

En un momento estaba con Xandro quien la iba a llevar de regreso y de repente la puerta del vehículo se abrió y dos hombres corpulentos que iban vestidos de negro y tenían un aspecto siniestro, se acercaron a ella, la jalaron por los brazos y la sacaron de ahí.

—Vendrás con nosotros —le dijo uno de ellos con voz ronca.

Desde ese instante, ella se resistió, pese a que los hombres eran demasiado fuertes, intimidantes y visiblemente peligrosos. Sin ninguna contemplación la arrastraron por la carretera. Segundos después vio una camioneta negra estacionada a pocos metros. Los hombres la empujaron hacia adentro y cerraron la puerta de un golpe.

Ahora, la camioneta avanza a toda velocidad por una carretera sinuosa. Noelia mira por la ventana tratando de identificar algún lugar que reconozca, pero todo es desconocido y está muy oscuro.

Insiste en luchar, en intentar salir como sea del vehículo. Uno de los tipos, molesto por sus forcejeos e intentos de huida, le ata los pies y las manos. Ella empieza a gritar y el tipo la golpea en el rostro y la amordaza. Ya no puede gritar, pero no deja de gruñir y vociferar sin importarle si sus protestas son entendibles o no.

Se da cuenta, entonces, de que no es ningún juego de niños lo que está pasando. Sus captores son crueles y despiadados, y por mucho que ha intentado no ha conseguido que le revelen sus intenciones, ni las razones por las cuales se la han llevado. Permanecen impasibles, con sus miradas gélidas y amenazantes y le acaban de demostrar que no dudarán en hacerle daño.

Trata de convencerse, entonces, de que debe ser más prudente, pero eso no quiere decir que no seguirá luchando por escapar.

Su corazón galopa en su pecho como un potro salvaje. Con cada tramo que avanzan, la incertidumbre la asfixia, cada segundo se convierte en una eternidad. La aterra la idea de saberse cada vez más y más lejos de Lucas, lejos de su protección, de la seguridad que él le brinda, pero más que nada, le horroriza pensar que es posible que no lo vuelva a ver.

Respira profundo. Intenta mantenerse en calma. No puede permitir que la angustia y la desesperanza la agobien. Ella es una mujer fuerte y valiente, y no lograrán intimidarla fácilmente. Además, sabe que su esposo vendrá por ella. Bueno, en realidad, no lo sabe, ni siquiera está segura de que Lucas haya notado su ausencia. Pero quiere aferrarse a esa esperanza, como un náufrago, a un trozo de madera en medio del océano. Quiere creer que, una vez sepa lo que le ha pasado, la busque y no se dé por vencido y haga todo lo que esté en su poder para encontrarla, para liberarla de esa pesadilla que apenas empieza.

Sus pensamientos se interrumpen cuando la camioneta se detiene. Han llegado. Frente a ellos se alza una imponente casa de piedra, rodeada por un bosque frondoso que parece tragarla en su oscuridad. El motor se apaga con un rugido final, y un silencio sepulcral se apodera del ambiente.

Los dos hombres bajan del vehículo. Uno de ellos, sin ninguna sutileza, le desata las manos y los pies y le quita la mordaza. Luego, la toma por los brazos y la obliga a salir. Está descalza, en el forcejeo debió perder los zapatos. Solo hasta ese momento lo nota. Sus dedos tocan el suelo frío y húmedo, y una ola de pánico la recorre de pies a cabeza. Le duelen las manos y los tobillos por las ataduras, y la boca por el golpe.

«¿Dónde está?», se pregunta de inmediato y un horrible escalofrío le eriza toda la piel. «¿Qué la aguarda en ese lugar sombrío?», peor aún, «¿quién la está esperando?», «¿para qué?».

La arrastran por un camino de grava que conduce a la entrada principal de la casa. La puerta de madera maciza se abre con un chirrido espeluznante, y la empujan hacia adentro. La puerta se cierra de un golpe detrás de ella.

El interior de la casa está poco iluminado. Las únicas fuentes de luz, tenues y de colores rojizos, provienen de unas enormes arañas colgadas, y de las llamas que bailan en una chimenea en la sala principal. Al lado de la chimenea, de pie, mirándola fijamente, está, quien presume de inmediato, es su captor.

Es un hombre alto y corpulento. Su rostro está lleno de sombras, pero sus ojos brillan con una luz siniestra.

—Bienvenida —saluda con una voz profunda y ronca que resuena por todo el lugar.

—Stavros —susurra, desconcertada.

Ella lo conoce. Lucas le habló de él y se lo señaló unas horas antes, en la fiesta. Es el dueño de la naviera que compite con la Naviera Kontos por el contrato con los jeques. 

«¿De eso se trata?», se cuestiona confundida. «¿Este secuestro es algún tipo de chantaje?».



#3 en Thriller
#2 en Misterio
#20 en Novela romántica
#10 en Chick lit

En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 08.05.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.