Un anhelo del corazón

CAPÍTULO 59

HASTA AL INFIERNO IRÍA POR TI

«Atravesaría mares embravecidos y escalaría montañas implacables, solo para contemplar tu sonrisa radiante. Si el destino me condujera al abismo infernal, descendería sin dudar, pues solo tu amor podría iluminar la oscuridad más profunda».

—Ya escuchaste, Xandro —exclama el hombre—. El señor Stavros quiere que…

Sin siquiera esperarlo, Lucas le lanza un fuerte puñetazo cargado de ira en la mandíbula, y calla su amenaza. Lo desarma con una agilidad sorprendente, mientras recibe un rodillazo en el abdomen que lo dobla por la mitad y cae al suelo, de rodillas.

—Querías una fiesta, Stavros —Lucas lanza un disparo al aire. De inmediato entra Xandro, con hombres armados, rodeando el lugar—. Te juro que ahora tú y yo, nos vamos a divertir. —Hace un gesto con la cabeza a Xandro y él se enfoca en lo único que le importa: su esposa.

Camina hacia Noelia, quien se levanta y corre hacia el hombre que ama, sollozando de alivio y felicidad. Lucas abre los brazos, ansioso por sentirla cerca, por protegerla. La acoge entre ellos con fuerza cuando ella se arroja en su pecho; cierra los ojos al sentir su cuerpo frágil y delicado contra el suyo duro y sólido. Su aroma invade todos sus sentidos; se pierde por unos segundos en esa mezcla de rosas y jazmín que le regresa la paz que perdió desde que la vio caminando al lado de Daria Líbanos.

En ese momento, no importa nada más en el mundo. Solo importa que su mujer está a salvo y que ya la tiene nuevamente entre sus brazos.

—Sabía que vendrías por mí —susurra Noelia; se aferra a él, emocionada, feliz.

—Hasta al infierno iría por ti, mi ángel —su voz profunda llena el pecho de Noelia de una intensa alegría—. No concibo mi mundo sin ti.

Los ojos y el rostro de ella se iluminan y se dibuja en sus labios una sonrisa conmovida, llena de amor.

—Estás lastimada —dice con los labios apretados en una línea fina; su voz suena tensa.

Detalla los golpes en su rostro y las marcas rojizas en su cuello. Sus ojos, normalmente fríos e impenetrables, ahora reflejan una inquietante mezcla de ira y preocupación.

—No iba a dejarlo que me tocara. ¡No lo iba a permitir! —responde ella con fiereza. Endereza sus hombros y levanta su barbilla en un gesto de desafío—. Primero habría tenido que matarme.

La mirada de Lucas se torna mucho más oscura, velada por un halo de una tenebrosa furia. Aprieta su mandíbula y su cuerpo se pone rígido.

—Ve con Xandro. —Se separa un poco—. Él te pondrá a salvo, yo tengo que atender un asunto aquí.

Noelia mira hacia Xandro, quien se acerca en esos momentos a Stavros.

—De todas las cosas que podrías haber utilizado para sacar provecho de mi estupidez —exclama Xandro de pie, frente a Stavros. Su voz resuena cargada, sus ojos arden mientras sus puños se aprietan con dureza—, escogiste la única que es sagrada e intocable.

—Por lo menos, en algo tienes razón —lo desafía Stavros—. Eres un pobre estúpido —emite una risa cruel.

El puño de Xandro, duro como el acero y cargado de ira, estalla contra la mandíbula de Stavros, quien se desploma sobre una mesa con un gemido ahogado. Un crujido seco resuena en la habitación mientras la sangre brota de la boca de Stavros, manchando su camisa.

Xandro lo agarra por el cuello de la prenda manchada, elevándolo hasta la altura de sus ojos, que, inyectados de rabia, destellan con una violencia casi animal.

—No sabes cuánto quisiera destrozarte la cara a golpes —lo suelta arrojándolo a un lado con violencia—. Pero Lucas ya se encargará.

Stavros retuerce la boca en una mueca siniestra mostrando una hilera de dientes manchados de sangre. Sus ojos, fríos como el acero, se clavan en Lucas mientras se limpia con el dorso de la mano el líquido viscoso que brota de su labio roto.

—Ve con Xandro —le ordena Lucas a Noelia.

Ella lo mira con nerviosismo, y luego, dirige su mirada a Stavros. Una ira virulenta le quema las entrañas cuando él le sonríe con una obscenidad repugnante. Sus ojos regresan a Lucas, y en una rápida y silenciosa comunicación, comprende el mensaje que su esposo le transmite. Sin discutir, asiente con la cabeza, toma la mano que Xandro le ofrece y sale con él de la cabaña.

Afuera, el aire frío golpea con fuerza el rostro de Noelia. Está descalza y se estremece cuando sus pies tocan el suelo.

—¿Estás bien? —pregunta Xandro con voz preocupada.

—Hace frío —dice cubriéndose con sus brazos.

Xandro la detiene, toma su rostro entre sus manos y observa con atención. Busca cualquier señal de lesión o malestar.

—Sí, estoy bien —responde ella con la voz repleta de gratitud—. Gracias —sus ojos se llenan de lágrimas—. Sé que fuiste tú quien los guiaste hasta aquí. No sé cómo lo hiciste, pero te estoy agradecida.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 08.05.2024

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