Un anhelo del corazón

CAPÍTULO 67

LA LARGA SOMBRA DEL PASADO

Parte 1. La confesión de Konstantinos

«En el tapiz de la vida, los hilos de confianza se tejen con cuidado, pero algunos se deshacen, revelando el engaño de aquellos a quienes apreciamos».

Treinta años antes…

—¿De qué estás hablando, Konstantinos?

Los ojos de Delilah se abren de par en par, no puede creer lo que está escuchando.

—En unos pocos días, me iré de Atenas con mi familia —repite Konstantinos con firmeza—. No pienso seguir viviendo en las sombras, ni permitiré que mis hijos crezcan solo con el apellido de su madre, como si fueran hijos ilegítimos. No toleraré ningún estigma ni señalamiento social para ellos. —Su mirada es firme y decidida—. Le daré a Fiorella el lugar que se merece. Me casaré con ella. Será mi esposa ante Dios y la sociedad.

—¡Te has vuelto loco! —susurra ella, temerosa de que alguien los escuche. No puede creer que su mejor amigo, el hombre al que considera como un hermano, esté a punto de cometer lo que ella considera una absurda locura—. ¿Has pensado en todo lo que eso significa? ¿Has pensado en Greta? ¿En el dolor que le causarás? —resopla, furiosa e incrédula—. Es tu esposa legítima. ¡Lo declaraste ante Dios y ante los hombres! No se merece esta traición, ella…

—Hasta donde recuerdo, eres mi mejor amiga —dice él con ironía.

—¡Lo soy! —responde tajantemente.

—Entonces, ¿por qué parece que estás poniéndote del lado del bando contrario? —recrimina un poco molesto.

—¡Por Dios, Konstantinos! Esto no tiene nada que ver con bandos, se trata de lo moralmente correcto, del sagrado vínculo del matrimonio, del respeto a las instituciones.

Konstantinos deja escapar una risa amarga.

—¿Y crees que por eso debo pasar el resto de mi vida sintiéndome miserable?

—Esas cosas pasan a veces —traga saliva intentando hacerlo entrar en razón—. No todas las parejas se entienden a la perfección, pero hay que luchar, buscar soluciones y…

—Me marcharé, Delilah, y no te llamé para que me des consejos inútiles que no te he pedido —recrimina molesto por la actitud moralista y los juicios de quien se supone es su mejor amiga—. Durante mucho tiempo te he escuchado, he seguido tus consejos, he luchado por salvar mi matrimonio, pero Greta no hace más que humillarme y despreciarme. ¡Ya estoy harto! ¡Harto de los Vassilis!

—Entiendo qué estés pasando por un momento difícil. Pero huir no es la solución. Tienes que hablar con Greta, intentar arreglar las cosas. No puedes simplemente abandonarla por otra mujer. Greta solo está confundida —defiende a su amiga—. Ella… solo necesita tiempo.

—Tendrá todo el tiempo del mundo para pensarlo, créeme —suspira intentando controlar la irritación—. Te llamé porque necesito tu ayuda. Como te he dicho, mi familia y yo nos vamos del país. —Konstantinos trata de centrarse en lo importante—. Sabes bien que tu familia, los Markides, desterraron a Fiorella y le han negado todos sus derechos. Para salir del país necesitamos unos documentos que ellos se han negado a entregarle y…

—Yo tengo la culpa. —Mueve la cabeza de un lado al otro, con disgusto, ignorando lo que Konstantinos le dice—. Yo fui la que te recomendó a esa mala mujer. La metí en tu oficina, sin imaginar lo que pasaría...

—¡Basta, Delilah! —corta disgustado—. No colmes mi paciencia. Deja de decir sandeces y concéntrate en lo que te estoy diciendo.

—¡No puedo! —alega conmocionada—. Te traje a mi prima para que trabajara contigo en tu oficina, no para que te sedujera, se metiera en tu cama y dañara tu matrimonio. Confié en ella y mira como me pagó —reniega con enfado—. ¡Maldigo mil veces el día que lo hice! ¡No es más que una casquivana! ¡Una zorra sin escrúpulos que nos deshonra a todos con sus hijos bastardos!

—Lárgate —exige en voz muy baja y con la mirada tan amenazante que Delilah guarda silencio de inmediato—. ¡Lárgate!

—Konstantinos, por favor, escúchame, debes recuperar la cordura…  Eres mi mejor amigo y te amo. Pero no puedo apoyar tu decisión de huir con Fiorella y abandonar a Greta. Tienes que pensar bien las cosas y hacer lo correcto. Ya no eres un adolescente impulsivo con las hormonas alborotadas que se encandila por un coño fácil. ¡Tienes treinta años! —recalca con intención—. Eres un adulto que, además, está casado, con responsabilidades ineludibles, tienes compromisos y lealtades que…

—Vete ya mismo de aquí. No quiero volver a verte en lo que me resta de vida. —Suelta las palabras con tanta decepción y amargura que le produce a Delilah un fuerte estremecimiento—. Y te lo advierto, Delilah, vuelves a referirte a Fiorella y a mis hijos en esos términos, y te juro que me olvidaré de la vieja amistad que hasta este momento nos une, y haré que te tragues cada uno de tus insultos.



#2 en Thriller
#2 en Misterio
#17 en Novela romántica
#17 en Chick lit

En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 10.06.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.