Un anhelo del corazón

CAPÍTULO 68

LA LARGA SOMBRA DEL PASADO

Parte 2. La traición de Delilah

«La brújula del corazón nos guía hacia la confianza, pero no todos los caminos conducen al abrazo de la lealtad».

El corazón de Delilah palpita con fuerza en su pecho, un constante tamborileo de ansiedad hace eco con la agitación que se desata en su interior. Sabe que lo que está a punto de hacer es delicado y potencialmente devastador, pero siente que no tiene otra opción. Ella, en verdad, está convencida de que lo mejor para Konstantinos, es que olvide esa idea descabellada de huir y que se concentre en salvar su hogar.

Greta, según su criterio, es una buena mujer, con defectos como cualquier otra persona, pero Delilah está convencida que ella ama a Konstantinos y considera que no merece ser víctima de semejante engaño, deshonor y traición.

Su mente se debate en una lucha furiosa, dividida entre la lealtad a su mejor amigo y el deber moral que tiene con Greta, a quien también considera su amiga. La atormenta la idea de que Greta descubra la infidelidad de Konstantinos y, además, se entere de que ella estaba al tanto y no hizo nada al respecto. Por eso, no ve otra alternativa que revelarle lo que está sucediendo. Está segura de que Konstantinos, cuando recupere la cordura, se lo agradecerá.

El reloj marca poco más del mediodía cuando Delilah llega a la imponente mansión Vassilis. El cielo está cubierto por una manta de nubes grises que presagian una tormenta. El viento sopla con fuerza, levantando hojas y papeles en su camino.

A ella, siempre le ha impresionado lo enorme que es aquella propiedad. Las elegantes columnas y los jardines impecablemente cuidados, con arbustos y flores de colores vivos. En el amplio patio trasero hay una fuente cristalina adornada con una escultura de un dios griego en el centro, que, a ella, siempre le ha parecido extraordinaria. Todo, grita, opulencia, claro reflejo de la riqueza y prestigio de la poderosa familia Vassilis.

—Delilah, qué sorpresa —dice Greta con su característica voz baja y fría, a juego con su rostro impasible—. No te esperaba, ¿a qué debo el honor de tu visita?

El lujoso salón de visitas está impecable, como siempre. Greta la guía hacia el sofá y se sienta frente a ella, cruzando las piernas con elegancia.

—¿Cómo has estado? Tenemos días sin hablar —comenta Delilah, intentando crear una charla cálida y amigable.

—He estado ocupada —responde a secas.

—¿En qué? —insiste Delilah.

Greta emite un largo suspiro que parece de fastidio, como si le molestara tener que dar cuentas de sus acciones.

—Me ocupo de que todo en la mansión esté en su lugar. Además, en estos momentos, estoy organizando un evento para el cumpleaños de mi padre. Él me pidió que me hiciera cargo.

—Suena agradable —sonríe Delilah con amabilidad.

Greta se encoge de hombros con indiferencia.

—Hago lo que mi padre me pide, si eso lo complace, por mí está bien —una ligera, casi imperceptible sonrisa se dibuja en sus labios.

Es evidente e innegable el amor que Greta le profesa a Frank Vassilis, su padre.

Un largo e incómodo silencio cubre por unos minutos el recinto. Los ojos penetrantes de Greta no se apartan del rostro de Delilah.

—¿Cómo están las cosas con Konstantinos? —pregunta Delilah, con prudencia.

—Igual.

Delilah carraspea y toma un poco de la bebida que Greta le ofreció al llegar.

—Greta, tengo algo muy importante que decirte —comienza sin más rodeos, tratando de encontrar las palabras adecuadas—. Es sobre Konstantinos.

—¿Qué pasa con él? —pregunta con su voz tan gélida como su mirada.

—Konstantinos me confesó algo terrible —dice afligida—. Me dijo que tiene otra familia —se pasa la mano por el rostro—. Una mujer y dos hijos. Y… planea huir con ellos, salir del país —respira aliviada, pensando que ha hecho lo correcto

Las palabras de Delilah flotan en el aire como una nube de tormenta a punto de descargar. Greta no se inmuta, su expresión sigue siendo una máscara inalterable.

—Se supone que no debería decírtelo, Greta, pero no podía quedarme callada. No puedo guardar este secreto. No quiero que tu matrimonio se desmorone. Creo que aún pueden arreglar las cosas, si ambos ponen de su parte. Si hablas con él, si intentas acercarte, sé que él olvidaría esa aventura. No puedes permitir que te abandone así.

Una pausa tensa se adueña una vez más de la habitación, roto solo por el bramido del viento y el lejano retumbar de un trueno que anuncia la inminente tormenta. Greta, con sus ojos como pozos sin fondo, mantiene la mirada fija en Delilah.

—¿Quién es ella? —pregunta Greta, con una pasmosa imperturbabilidad.

—Fiorella Markides —responde con los dientes apretados.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 17.06.2024

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