Un anhelo del corazón

CAPÍTULO 72

VEN DE INMEDIATO

"Deseo con fervor volver a sentir la magia de esos días de dicha sinfín, donde la vida era un lienzo en blanco y cada pincelada era una promesa de sueños por cumplir".

Andreas está sentado frente a la cama de Xandro, observando con preocupación el rostro pálido e impasible de su hermanastro. Las máquinas que monitorean su estado emiten un suave pitido constante, mientras vigilan cada latido de su corazón y el ritmo de su respiración.

Xandro yace inconsciente, su respiración lenta y regular no muestra señal alguna de la batalla silenciosa que libra para recuperarse.

Andreas siente alivio porque Xandro está vivo, y al mismo tiempo, siente mucho abatimiento, por todo lo que lo ha llevado a este punto.

Los recuerdos se agolpan en su mente como olas que azotan la costa. Piensa en los buenos tiempos de la infancia, cuando todo parecía mucho más sencillo. Recuerda las tardes de verano en la casa de los abuelos Kontos, donde él, Xandro y Lucas jugaban interminables partidas de fútbol en el enorme jardín trasero, junto con todos sus otros primos y familiares.

Lucas, siempre competitivo, trataba de impresionar a todos con sus habilidades, mientras Xandro todo lo tomaba a la ligera y nunca perdía su risa contagiosa. Andreas solía ser mucho más tranquilo, algo así como un término medio entre los gemelos, solo disfrutaba del juego sin más pretensiones que pasar un buen rato en compañía de sus hermanos.

Sonríe al recordar también las noches de invierno, acurrucados bajo una sola manta en la sala de estar, viendo películas de aventuras y comiendo palomitas de maíz. Andreas recuerda cómo Lucas y Xandro se peleaban por quién elegía la película, aunque al final siempre llegaban a un acuerdo. La calidez de esos momentos, la sensación de estar juntos y protegidos del mundo exterior, llenaba a Andreas de una profunda paz.

Las risas, los gritos de alegría y la sensación de bienestar forman un mosaico de recuerdos que ahora, con los últimos acontecimientos, parecen de otro mundo. Como si aquello le hubiese sucedido a otras personas.

La oscuridad comienza a teñir su memoria cuando Andreas recuerda el momento en que Xandro comenzó a mostrar interés por los juegos de azar. Lo que al principio era una mera curiosidad inofensiva, pronto se convirtió en una obsesión devoradora. Xandro se dejó arrastrar por la emoción de las apuestas, por la adrenalina de la posibilidad de ganar, y poco a poco se fue alejando de la familia.

Xandro no entendía razones, no escuchaba consejos. Pese a todos los esfuerzos de la familia por ayudarlo, él no quiso recibir esa ayuda. Las discusiones se volvieron más frecuentes y acaloradas. Andreas y Lucas intentaban intervenir, hablarle, hacerle ver el camino destructivo que estaba tomando, pero Xandro se negaba a aceptar que tenía un problema. Cada intento de ayuda por parte de Andreas era recibido con rechazo y enojo, lo que solo aumentaba la distancia entre ellos dos.

La situación empeoró cuando Xandro comenzó a perder grandes sumas de dinero. Pronto se encontró en deudas, rodeado de malas compañías y tomando decisiones desesperadas. Andreas y Lucas hicieron todo lo posible por apoyarlo, incluso cubriendo algunas de sus deudas, pero Xandro siempre volvía a lo mismo, atrapado en un ciclo vicioso del que no podía o no quería escapar.

Ahora, como consecuencia de todo aquello, tiene en sus espaldas una deuda judicial que afrontar, y tal vez no vuelva a caminar. Andreas deja escapar un suspiro, con su mirada fija en el rostro tranquilo de Xandro.

—Tienes que ponerte bien, hermano —murmura Andreas, su voz apenas es audible—. Ya verás cómo te recuperarás y todo esto será una oportunidad para que cambies de rumbo, para que por fin busques la ayuda que necesitas.

Extiende su mano y aprieta con fuerza el brazo de Xandro como si intentara que sus palabras llegaran a él.

La puerta de la habitación se abre y entra Serkan Makris, el mejor amigo de Xandro. La presencia de Serkan, siempre segura e imponente, ahora parece llena de preocupación y temor.

—¿Cómo está? —pregunta Serkan, con voz preocupada mientras se acerca a la cama con pasos cautelosos.

Andreas se levanta y se saludan con un abrazo afectuoso. Se conocen desde hace muchos años, la amistad es sincera y se aprecian mutuamente.

—Está estable, pero aún inconsciente. —Le ofrece la silla a su lado y ambos se sientan frente a la cama donde Xandro reposa—. Los médicos dicen que necesita tiempo para recuperarse —añade Andreas, sintiendo un peso en su pecho.

Serkan asiente, su expresión es grave.

—Y, ¿su columna?

—Parece que la lesión no es grave, pero el ortopedista asegura, que posiblemente necesite una intervención y luego terapia. La magnitud del daño se sabrá en cuanto él despierte.

Por unos segundos, Serkan guarda silencio procesando la información.

—Gracias por avisarme, Andreas —agradece sinceramente—. He estado preocupado por Xandro estos días. No sabía nada de él desde una noche en que lo cité en el casino y le dije que no lo apoyaría más con las deudas de juego. A partir de entonces, no contestaba mis llamadas e ignoraba mis mensajes.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 17.06.2024

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