Un Año de Amores

CAPÍTULO IV

Las horas pasaron y Chloe, por fin, despertó. El sol se filtraba a través de las cortinas blancas, pintando rayos dorados en la habitación. Su cabeza palpitaba como un tambor, y el estómago rugía por necesidad de comida. Abrió los ojos lentamente, inspeccionando su entorno con confusión.

La habitación era acogedora, con paredes adornadas por cuadros que parecían contar historias silenciosas. El escritorio junto a la ventana estaba cubierto de libros y papeles, como si alguien hubiera estado trabajando allí hasta altas horas de la noche. Chloe se sentó en la cama, sintiendo la suavidad de las sábanas limpias bajo sus dedos.

— Hasta que despiertas... —escuchó una voz a su lado y pegó un salto que la hizo caer de la cama. Una carcajada resonó por toda la habitación. Al mirar por encima del colchón, Chloe se encontró con un Morgan riendo fuerte—. Buenos días, Bella durmiente.

Sus ojos claros brillaban con diversión, y su cabello caía desordenado sobre su frente, llamando la atención. Vestía una camiseta negra y unos vaqueros desgastados. Chloe se sintió momentáneamente abrumada por su presencia.

— ¿Qué hago aquí? —preguntó Chloe, aún aturdida.

— Primero, te he dicho buenos días, así que se supone que también tienes que saludarme. —Respondió Morgan con una sonrisa—. Estás aquí porque te has emborrachado hasta cierto punto —levantó las cejas demostrando que había tomado bastante—. Tus amigos y yo pensamos que sería la mejor opción, sobre todo para que tus padres no te vean en el estado en el que estabas. Por cierto, he llamado a tu madre y le he avisado. Ella no tuvo problemas en que te quedes aquí.

Chloe se quedó boquiabierta, no esperaba que Morgan llamara a su madre, pero de cierta forma lo agradecía.

— Buenos días y gracias por dejarme quedarme aquí. —Respondió Chloe, mirándolo con una sonrisa y volviendo a subirse a la cama—. ¿He dicho o hecho algo de lo que tenga que arrepentirme?

Morgan se encogió de hombros y se sentó en el borde de la cama.

— No exactamente. Sólo has sido el alma de la fiesta por un buen rato, pero no te preocupes, todos hemos estado así alguna vez. Además, me alegra que estés bien. ¿Cómo te sientes ahora?

Chloe sonrió, sintiéndose un poco avergonzada pero también aliviada. Tal vez aquel despertar inesperado no fuera tan malo después de todo. La conexión entre ella y Morgan comenzaba a salir a la luz, nuevamente, y en ese momento, en medio de la luz matutina, Chloe supo que algo especial estaba sucediendo.

— Creo que no, te reiste demasiado y en un momento comenzaste a hablar de Blake, no sabía que ustedes dos estaban juntos. —Dijo con un poco de incomodidad.

— No estamos juntos, sólo es un idiota... —Morgan ladea la cabeza divertido y espera a que ella cuente el por qué pensaba eso, pero no lo hizo y él lo entendió—. ¿Tienes alguna pastilla para el dolor de cabeza?

— Qué suerte que no estés con Blake entonces. —Le guiña un ojo y se levanta de la cama— ¿Quieres que te lleve a tu casa?

Chloe asiente con la cabeza mientras se sienta en la cama, aprovecha para buscar su teléfono, pero no logra encontrarlo. Se mira lo que lleva puesto, luego desvía su mirada a Morgan y, por último, vuelve a ella, atónita.

— ¿Nos acostamos? —preguntó casi en un grito.

— Ten. —Le pasa la pastilla y un vaso con agua— Y no, no nos acostamos. No es que no quiera, pero nunca me acostaría contigo estando ebria ni intentaría nada fuera de lugar, fueron Dianna y Alex las que te trajeron aquí.

— Está bien, gracias.

— Por poco me olvidaba lo hermosa que eres. —Dice de manera tierna mientras le coloca un mechón de cabello detrás de su oreja.

— ¿Aunque me vea fatal?

— No te ves fatal.

— ¿Mi maquillaje está movido? —le cuestiona y él niega, sabiendo que ella no tenía maquillaje puesto gracias a sus amigas. Chloe observa su rostro y el moretón de su mejilla—. ¿Te has peleado con alguien?

— Se podría decir que sí, pero no fue nada importante, fue un malentendido. Y no tienes maquillaje puesto, creo que también fueron tus amigas.

Chloe, después de tomar la pastilla, se dirigió al baño, pero antes de cerrar la puerta Morgan la llamó.— Te extrañé, y tengo mucho que contarte. —Le dice y ella sonríe.

Al salir del baño, ella se dio cuenta que Morgan no estaba por ningún lado. Lo buscó por la casa hasta detenerse en la cocina, ahí estaba, se encontraba acomodando unos ingredientes con un libro en la mano. Al final Chloe no se iría, Morgan tuvo la idea de quedarse horneando algo y comer juntos. Había pasado demasiado tiempo desde que no se veían.

— Tienes que mezclar los huevos con la leche. —Dice Morgan— No, todavía no tienes que colocar la harina Chloe.

— Pero eso dice la receta.

— ¿Cuál es la receta que estás leyendo? —Le pregunta y ella le muestra su teléfono—. Esa no es, estás en otra página.

— Pero dame la harina, toca poner la harina. —Intentó tomar la harina que tenía en sus manos, pero no le dejó.

La competencia por la harina había comenzado, el round uno lo ganó Morgan, round dos Chloe, ya era el último round y estaban cara a cara. Chloe tironeaba de la parte de arriba mientras que Morgan del medio,el paquete se rompió en un dos por tres, la pelea concluyó.

— ¡Morgan! —Le gritó.

— ¡Fue tu culpa! —Comienza a reír.

— Ahora voy a tener que bañarme. —Niega haciendo berrinche y Morgan rueda los ojos.

— ¿No te gusta bañarte? Sucia. Yo también tengo que bañarme. —Reprocha y mira el desastre de la cocina—. Tú eres la que ha seguido mal la receta.

— Yo estaba bien con la receta, es tú culpa.

— Vaya, a bañarse, sino me llenarás la casa de harina.

— ¿Y tú dónde te bañaras?

— En el baño de aquí abajo, mira tu suerte, dejaré que vuelvas a usar mi preciada ducha.

La ducha no duró mucho, ambos se volvieron a encontrar en la cocina luego de unos minutos. La cocina estaba limpia, Morgan se había encargado de eso.



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En el texto hay: lgbt, amor, amistad

Editado: 25.04.2024

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