— ¿Podemos hablar? —preguntó Blake con voz temblorosa, pasándose la mano por el rostro cansado, las huellas de una noche sin sueño marcadas bajo sus ojos. Chloe lo miró, su ceño fruncido era una mezcla de confusión y enojo—. Ya sé que lo que hice estuvo mal, pero por favor, déjame explicarme. —suplicó Blake, sus ojos buscando algún atisbo de perdón en los de Chloe.
— Me partiste el labio con una bola de nieve, Blake. ¿Realmente piensas que mereces ser perdonado tan fácilmente? —replicó Chloe con firmeza, aunque una chispa de diversión traicionaba la seriedad de su tono.
Blake levantó los brazos en un gesto de rendición, su voz se llenó de urgencia.
— Fue un accidente, ¡te lo juro! Si hubiera querido lastimarte, habría apuntado a otro lugar. No tengo ningún interés en hacerte daño.
Alex intervino antes de que Blake pudiera continuar, su voz cortante como el viento invernal.
— ¡Blake! No empeores las cosas con tus excusas.
Blake asintió, tragando el nudo de palabras que se formaba en su garganta. A pesar de la situación, una sonrisa juguetona se asomó en sus labios, sabiendo que Chloe no podría resistirse por mucho tiempo a su encanto.
Los mellizos, casi al unísono, anunciaron su deseo de tostadas y café, provocando una ola de risas entre el grupo. Se gritaron palabras al azar —chicle, bruja, chocolate— mientras los demás los observaban confundidos. Alex explicó que era su pequeño ritual cuando decían algo al mismo tiempo, y todos compartieron una mirada cómplice, como si estuvieran en sintonía con un secreto interno.
Hades preguntó si todos querían tostadas y café, y el grupo asintió en acuerdo. Blake, con un tono casual que escondía una nota de preocupación, preguntó por las cervezas. Alex, rodando los ojos, le recordó que no iba a desayunar con cerveza. Blake aclaró que su preocupación era porque las cervezas deberían estar en la nevera y no estaban.
Alex se levantó abruptamente y confirmó que las cervezas habían desaparecido. La habitación se sumió en un silencio pesado. Hades lanzó una mirada acusadora hacia Noah, quien negó con la cabeza, afirmando que nadie le había dicho que tenía que comprarlas.
Después del desayuno, el grupo se dirigió a la sala de estar para ver una película de terror. La elección no fue casual; era una cinta llena de giros inesperados y sustos que garantizaban que todos se acurrucaran más cerca el uno del otro, buscando consuelo en la familiaridad de sus amigos.
Alex, con una premonición, murmuró que algo iba a salir de un lugar en la pantalla. Cuando una figura demoníaca emergió del armario, los gritos de los protagonistas se mezclaron con los del grupo, excepto por Alex, quien se reía a carcajadas.
— ¡El demonio salió del armario! —exclamó entre risas—. Ahora es un demonio homosexual.
— Sí, un demonio homosexual, como tú. —Respondió alguien, pidiéndole que guardara silencio para poder seguir viendo la película.
La risa de Alex se contagió, y pronto todos se estaban riendo, incluso Chloe, quien no pudo evitar soltar una sonrisa al ver a Blake imitando al demonio de la película. La complicidad entre ellos era evidente, y la química entre Blake y Chloe, aunque tensa, estaba cargada de un afecto innegable.
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En una de las habitaciones de la cabaña, rodeada por la tranquilidad del bosque, Chloe se encontraba sentada junto a Dianna y Alex. La luz tenue del atardecer filtraba a través de las ventanas, creando sombras danzantes en las paredes. Chloe, con una expresión de confusión en su rostro, compartió su historia reciente con sus amigas.
— ¿Qué pasó, Chloe? —preguntó Alex, su voz llena de preocupación.
Chloe tomó un momento para ordenar sus pensamientos antes de responder.
— Te dijo que le gustas. —Le dijo Alex, sus ojos reflejando la curiosidad. Estaban hablando de Morgan.
— Sí. —Asintió Chloe, sus labios moviéndose casi imperceptiblemente.
— Realmente lo dijo. —insistió Dianna, su tono lleno de incredulidad— ¿Qué le has respondido? —Chloe bajó la mirada, jugando con el borde de su camiseta.
— Que él también me gustaba, pero que no sabía si yo quería algo serio, con todo lo que estuvo pasando entre nosotros... —Dianna la miró boquiabierta.
— ¡Me habías dicho que no estaba interrumpiendo nada! —exclamó Alex, su voz llena de sorpresa.
— ¡No sabía qué hacer después de decirle eso! Además, de cierta forma no estabas interrumpiendo, estábamos en llamada. —Respondió Chloe, su voz temblorosa.
Antes de que Dianna pudiera ofrecer consuelo o consejo, la puerta de la habitación se abrió con un silencioso crujido. Hades entró sin anunciar su presencia y se sentó junto a ellas, su mirada seria y pensativa.
La conversación se detuvo abruptamente, y las tres amigas se volvieron hacia él, esperando que compartiera sus pensamientos o sentimientos sobre la situación.
— Nuestros padres quieren salir a pasear porque, según ellos, es un día bellísimo, lleno de luz y colores, bla bla bla. —Dijo Hades, poco convencido—. Además, estamos de vacaciones, necesitamos socializar con la naturaleza y no estar encerrados bajo un techo. —Las cuatro personas que se encontraban allí decidieron esperar a los últimos restantes para ponerse de acuerdo.
— ¡Bah! Qué aburrido es salir a socializar con la naturaleza... —Respondió Blake, negando con la cabeza.
— ¿Entonces qué propones genio? No podemos estar encerrados todas las vacaciones.
— ¿Y si salimos por ahí? Así de paso aprovechamos el día y estamos fuera de casa.
— ¿A dónde proponemos que vayamos? Estamos en una cabaña en el medio de la nada, genio.
— A algún lugar lejos de los padres...
— Podemos ir a hacer snowboard, teniendo en cuenta que afuera sólo hay nieve, nieve y más nieve.
— ¿Más nieve? No lo sé.. Eso de tener que usar esquís y estar rodeado de nieve me parece una tortura. —Se queja Blake.
— Lo dices por qué no sabes usarlos. —Le responde su hermano.
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Editado: 05.12.2025