Un Año de Amores

Capítulo XVI: 25 de diciembre

La cabaña olía a canela, chocolate caliente y leña recién encendida. Afuera todavía quedaban restos de nieve sobre las ventanas, y adentro todo estaba iluminado por las luces navideñas que seguían parpadeando desde la noche anterior.

Chloe fue la primera en bajar, a pesar de desvelarse la noche anterior hablando con Morgan. Ella estaba envuelta en una manta, con el cabello algo desordenado en unas ondas deshechas y con sus típicas pantuflas felpudas calentando sus pies, siguiendo el aroma del café que su padre, Matteo, había preparado. Marco estaba sentado en el sillón, revisando su teléfono y esperando que alguien más se despertara.

Ella se lanzó sobre su hermano, molestando.

— ¿Con quién hablas? —Preguntó, intentando mirar la pantalla del teléfono.

— Con nadie, metiche. —Le respondió él, escondiendo el celular debajo de los cojines del sillón—. ¡Papá, ayúdame! —Matteo levantó la vista de su café y los miró a ambos entrecerrando los ojos.

— Chloe, deja a tu hermano tranquilo. —Dijo con un suspiro, haciendo que Chloe saliera sobre el cuerpo de Marco. Él rodó los ojos, sacándole la lengua y ella se lo devolvió de manera burlesca.

Poco a poco, el resto fue bajando entre bostezos, pantuflas arrastradas y risas dormidas. Alex y Dianna llegaron abrazadas a una misma frazada, mientras Abby venía atrás con una corona de papel que decía "Merry Christmas" medio torcida.

— Qué extraño que Chloe se haya despertado primero, ¿No? —Dianna y Alex venían hablando en voz alta, mirando a Chloe con los ojos entrecerrados y una sonrisa torcida. Chloe frunció el ceño, sin entender.

— Es verdad, ayer estuvo metida en su teléfono hasta muy tarde... —Habló Alex. Chloe alzó una ceja, divertida.

— ¡Oigan! —Se quejó sin perder la sonrisa.

— ¿Morgan te molestó mucho ayer en la noche? —Preguntó Dianna.

— Morgan molesta siempre, esté o no presente. —Blake dijo con tono seco y molesto, entrando en la cocina y sirviendo un poco del café en una taza. Las tres chicas lo miraron y rodaron los ojos.

— Siempre de tan buen humor, Blake. —Habló Chloe con un tono sarcástico, él le dio una sonrisa de boca cerrada.

— Ya me conoces. —Le respondió, caminando al salón con la taza en su mano.

Noah entró directo a la cocina, en busca de algo dulce, y no tardó en casi chocarse con Blake, recibiendo una mirada de advertencia de su parte. Hades saludó con un simple "Buen día" y se dejó caer en una de las sillas donde el grupo de chicas se encontraba.

El resto terminó de bajar de las habitaciones, uniéndose al desayuno familiar. Cleopatra repartía las tostadas con mermelada mientras que Mérida las hacía con queso crema. La mesa de desayuno era un gran pasamano como la cena navideña de la noche anterior.

— ¿Ahora sí podemos abrir los regalos? —preguntó Abby, que ya estaba parada frente a todos los paquetes de regalo cerrados. No habían puesto un árbol navideño, pero tenían todos los regalos acomodados en una esquina.

— Primero terminemos de desayunar, Abby. —Dijo Cleopatra, pero con una sonrisa que claramente no era muy estricta.

Después del desayuno, todos se reunieron frente a los regalos, cada uno comenzando a abrir el suyo. Las luces seguían encendidas y el fuego de la chimenea crepitaba bajo.

— ¡Este es para Chloe! —Dijeron, entregando un paquete envuelto con moños plateados.

— ¡Y este para Dianna!

— ¡Uno más para Alex... y otro para mí!

Los papeles empezaron a volar, y entre risas y exclamaciones, uno a uno iban abriendo sus regalos. Hades recibió unos libros sobre motores y piezas mecánicas, entre los adultos se miraron confundidos, pero los más jóvenes sabían cosas que ellos no. Noah y Alex recibieron regalos a la par, un par de zapatillas cada uno y alguna que otra cosa.

— No vayan a romper las zapatillas como hacen siempre, por favor. —Mérida les pidió, mirando a los mellizos con precaución, conocía perfectamente a sus hijos y la personalidad de cada uno.

Jordan les había regalado a sus hijas algo de ropa y cosas de maquillaje, a pesar de no entender mucho sobre el tema, siempre intentaba volver a sus hijas felices e intentaba que no sintieran la ausencia de su madre. Mientras tanto, Chloe y Marco también abrían sus regalos, él había obtenido una pequeña serie de cómics y ella una trilogía que había buscado por todas las librerías.

En medio de todo, Cleopatra se acercó a Blake con un paquete en las manos.

— Este es para ti, Blake. Me lo dejó tu padre antes del viaje de negocios, sabiendo que pasarías la Navidad con nosotros aquí. —Dijo en voz baja, con una mirada suave.

Blake parpadeó, sorprendido. Tomó el regalo con cuidado y lo apoyó sobre sus piernas. El envoltorio era sencillo, pero prolijo, representando a su padre. Sus amigos lo miraron con un poco de curiosidad, pero decidieron darle el momento, conociendo su personalidad. Lo abrió sin apuro, como si no estuviera del todo seguro de qué esperar.

Dentro había una camiseta de hockey, de su equipo favorito, con su número y apellido bordado en la espalda. Al tocarla, se le aflojaron los hombros, como si algo dentro suyo se descomprimiera de golpe. Pegada al interior del paquete, había una nota escrita a mano.

"Feliz Navidad, hijo mío. Sé que no puedo estar contigo esta mañana, pero que tengas una feliz Navidad."

Blake no dijo nada al principio. Se limitó a mirar la camiseta, sosteniéndola con ambas manos, y luego dobló la nota con cuidado como si fuera algo frágil. Chloe lo observó desde el otro sillón, y cuando él levantó la mirada, le sonrió con ese gesto que decía "sé lo que significa para ti el regalo" sin necesidad de palabras.

— ¿Está buena? —preguntó Noah, acercándose a ver la camiseta.

— Es perfecta.

— Aaron no es tan malo después de todo. —Comentó Dianna.

— Con ustedes sí, pero al fin y al cabo yo soy su hijo. —Respondió él con un toque de humor en su voz.




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