Un Año de Amores

Capítulo XXI: 13 de febrero

Dianna se miraba fijamente en el espejo de su habitación, intentando calmar los latidos acelerados de su corazón.

«Tranquila, Dianna, solamente respira», se repetía mentalmente, apretando con fuerza los bordes del lavabo. «Vamos, tú puedes. Lo sabes bien. Solo tienes que abrir la boca y expresarte».

Pero por dentro, todo en ella temblaba. Había una parte que quería rendirse, sentarse en el piso y llorar. Sabía que su padre se pondría feliz por ella, que la aceptaría sin dudarlo, pero eso no hacía más fácil el nudo en la garganta ni el miedo que sentía al anticipar lo que podrían decir.

Hoy era el día. El día en el que les contaría sobre su relación con Alex. Llevaban juntas poco más de un mes, oficialmente, y habían decidido mantenerlo en secreto hasta sentirse verdaderamente seguras. Ahora, Dianna sentía que ese momento había llegado. O al menos, eso intentaba convencerse de creer.

Alex siempre lo había tenido más fácil con el tema de su familia, ellos siempre la habían aceptado, pero ella era abiertamente lesbiana desde varios años antes. Dianna no, y eso le preocupaba, Alex era la primera chica con la que ella estaba y tenía miedo, estaba asustada.

Se arregló un poco frente al espejo: se lavó la cara, se peinó con cuidado y eligió una ropa sencilla pero que la hiciera sentir cómoda. Su padre aún no había llegado del trabajo, así que tenía una hora más para repasar mentalmente cada palabra, cada posible reacción. Caminaba de un lado a otro en la habitación, murmurando frases, ensayando respuestas, imaginando los peores y los mejores escenarios.

Unos golpes suaves en la puerta la sacaron de su mundo interno. Supo al instante que era Abby.

— Pasa, Abby. —Dijo sin pensarlo demasiado. Su hermana menor entró y se dejó caer sobre la cama con naturalidad.

— Todo saldrá bien, hermanita. ¿Por qué estás tan nerviosa?

— No lo sé... —respondió Dianna, mordiéndose el labio inferior—. Nunca le he presentado a nadie. Y menos a una chica.

— Sabés que papá preferiría eso antes que un chico idiota. Es un punto a tu favor. —Le guiñó un ojo—. Además, estamos hablando de Alex. ¡Todo el mundo ama a Alex!

Ambas se rieron. La tensión, por un momento, pareció disiparse.

— Ya sé que todo el mundo ama a Alex, pero él la conoce como amiga, no como mi pareja.

— Piensa sobre qué diría mamá al respecto y ahí tendrás la respuesta de papá. —Dianna asintió, pensando libremente en su madre, a pesar de no haber pasado tanto tiempo con ella.

Dianna la recordaba como una mujer fuerte y valiente, que hacía hasta lo imposible por proteger a sus pequeñas, pero al mismo tiempo era una mujer libre, no dejaba que nadie opinase sobre ella, amaba a todos por igual, nunca le hubiese afectado algo de esto. Dianna suspiró, sintiendo un pequeño nudo en su pecho. Le hubiese gustado pasar más tiempo con su madre, de no ser por esa enfermedad que se la arrebató.

— Mamá siempre quería nuestra felicidad, ella no hubiera tenido problema con eso.

Pasaron los siguientes minutos conversando en voz baja, hasta que el sonido de las llaves en la cerradura las alertó: Jordan ya estaba en casa. Abby se levantó, fue a la puerta y justo cuando la abría, su papá golpeó suavemente del otro lado.

— Buenas tardes, mis princesas. —Saludó Jordan con una sonrisa amplia.

— ¡Hola! —respondió Abby con una sonrisa inocente—. Discúlpame papi, pero Dianna tiene que hablar de algo contigo y es muy, muy importante. —Y sin decir más, se despidió con una seña cómplice de manos y salió de la habitación. Dianna tragó saliva, intentando forzar una sonrisa.

— Hola...

— ¿Pasó algo, Dianni? —preguntó Jordan, frunciendo el ceño con suavidad.

— Tengo que hablarte de algo importante —dijo, haciendo un gesto para que se sentara con ella en la cama.

— Sabés que puedes contar conmigo para todo, ¿cierto?

— Sí, lo sé. Es solo que... no sé cómo empezar...

— ¿Estás embarazada? —disparó con una ceja levantada.

— ¡No! —Dianna rápidamente frunció el ceño, mirando a su padre.

— ¿Te drogaste? —Él siguió interrogando, Jordan Webber no sabía lo que era la paciencia, odiaba el suspenso.

— ¡No! ¡Por favor, papá!

— ¿Te vas a ir de casa?

— ¡No, no y no! —repitió, entre frustrada y divertida. Una sonrisa se formó en su rostro.

— Entonces no puede ser tan grave. —Rió su padre, golpeándola suavemente con el codo. Dianna respiró hondo. No había vuelta atrás.

— Estoy saliendo con alguien... —Soltó de golpe. Su padre la miró, pero no cambió su expresión.

— Eso no es nada malo. Es algo bueno... —respondió Jordan, con naturalidad.

— Con una chica...

— Sigo sin verle el problema, tesoro. ¿Quieres contarme cómo empezó todo? —añadió con una voz tranquila. Dianna asintió, sintiéndose un poco más liviana.

— Me ha gustado desde que tengo memoria, creo. Siempre hubo una conexión especial, y no como amigas. Cuando se lo confesé, hace unas semanas atrás, pensé que iba a reaccionar mal, pero fue todo lo contrario. Resulta que... yo también le gustaba.

— ¿Es Chloe o Alex? —preguntó, con una sonrisa traviesa—. Creo que eran las únicas chicas en esa cabaña, sin contar a tu hermana, claro...

— Es Alex. Estamos juntas desde hace poco más de un mes.

— Eso es genial, Dianni —añadió Jordan—. Me alegra que estés con alguien que te hace bien, además es Alex, ¿No? —Ella sonrió, emocionada.




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