Un Año de Amores

Capítulo XXIII: 3 de marzo

— Cambia esa cara, te divertirás mucho. —Dijo Dianna con una sonrisa forzada.

— ¿Divertirme? No es muy divertido estar atada de manos y pies —replicó Chloe, molesta.

— No nos dejaste otra opción, tú no querías cooperar... —intervino Alex, con los brazos cruzados.

— Estoy enojada contigo, Alex.

— Después me lo agradecerás, te lo aseguro.

— Lo único que quería era quedarme en mi cama, dormir, no moverme de ahí... Pero tú nunca me haces caso...

— Chloe... —murmuró Alex, en tono conciliador.

— Ni siquiera me han dicho a dónde me están llevando. Esto no tiene nada de divertido.

— Iremos a mi casa —dijo Morgan desde el asiento del conductor.

Después de unos quince minutos de viaje, llegaron a la casa de Morgan. Le quitaron las sogas de los pies para que pudiera caminar. Al entrar, se encontraron con Hades, quien ya estaba allí, sentado como si llevara esperando un buen rato.

— Tardaron demasiado —comentó él, con un tono despreocupado.

Chloe frunció el ceño. Hades iba detrás de ellos... ¿Cómo había llegado antes?

— ¿Cómo llegaste tan rápido? —preguntó Noah, sorprendido.

— Esa no es la verdadera pregunta —intervino Morgan—. ¿Cómo entraste si yo tengo las llaves?

— ¿Olvidaron que me gradué en Hogwarts? Usé un hechizo de aparición —Respondió Hades, con sarcasmo.

— Por favor, no empiecen con Harry Potter —suspiró Alex.

— Sí, muy gracioso. Pero en serio, Hades, ¿cómo lo hiciste? —insistió Morgan.

— Aceleré un poco y tomé un atajo. No hay que ser un genio para deducirlo.

— Nos prometiste que no ibas a volver a conducir como un loco —le reprochó Alex.

Hades rodó los ojos. Odiaba que le dijeran qué hacer.

Chloe se quedó en silencio, los brazos cruzados. Sentía que la habían traído allí para nada.

— ¿Tienes hambre? —preguntó alguien. Ella negó con la cabeza.

— ¿Quieres ver una película? —volvieron a preguntar. Chloe volvió a negar. Alex bufó.

— ¡Ya sé! —dijo Noah, alzando la voz. Todos lo miraron—. Que ella decida.

— Quiero estar en mi cama, durmiendo —respondió Chloe con molestia.

— Mejor que no decida nada. —Murmuró Dianna.

— Entonces... ¿películas? —sugirió Noah.

— Sí, películas... —respondió Alex.

Decidieron ver las películas en la habitación de Morgan, aunque nadie entendía realmente cómo iban a entrar los seis en una sola cama. La propuesta parecía ridícula al principio, pero era tan absurda que terminó por parecer divertida. Morgan, como siempre, tenía una confianza inquebrantable en sus decisiones y aseguró que su cama era lo suficientemente grande para todos. Nadie quiso llevarle la contraria, quizás por costumbre, o tal vez porque en el fondo querían creer que una noche diferente —aunque caótica— podía ser justo lo que necesitaban.

Subieron las escaleras entre risas y quejas, con Alex cargando un par de mantas adicionales "por si alguien tenía que dormir en el suelo", según dijo con una sonrisa ladeada. Chloe, sin embargo, iba detrás del grupo, con los brazos cruzados y una expresión resignada. No estaba de humor, pero tampoco podía escapar. No esta vez.

— Esto sigue pareciendo una mala idea. —Murmuró Dianna mientras se quitaba los zapatos y se acomodaba en un rincón del colchón.

— Ya están todos aquí, no hay vuelta atrás —respondió Morgan, quitando algunos libros de su cama para hacer espacio.

Hades se sentó primero, ocupando el centro del colchón como si fuera un trono improvisado. A su lado se acomodó Noah, algo incómodo por la falta de espacio. Alex se recostó junto a su hermano, y Dianna, sin pensarlo mucho, se acurrucó sobre Alex como si fuese su almohada personal. Morgan, que siempre encontraba una manera de meterse en el medio de todo, se lanzó sin previo aviso sobre Chloe, quien resopló con fastidio.

— ¿En serio? —protestó Chloe mientras intentaba apartar el brazo de Morgan de su cara.

— Lo estoy haciendo por el bien de la película, es para que entres en calor emocional. —Él le respondió, finalmente sacándole una sonrisa.

Chloe bufó, pero no se movió. Se resignó a recostarse contra Morgan, que ya estaba tumbado a su lado de manera demasiado cómoda, con una expresión serena.

— ¿Todos están cómodos? —preguntó Alex, estirando las piernas como si estuviera en una suite de hotel.

— Mi espalda va a terminar rota. —Gruñó Noah.

— La mía también. —Agregó Hades, mirando el techo con expresión derrotada.

— No quiero estar aquí. —Murmuró Chloe, apenas audible.

— No mientas, somos las mejores personas que conoces.

Pero incluso entre las quejas, las bromas y la incomodidad evidente, había algo reconfortante en el caos. Un tipo de intimidad torpe, desordenada y real. Como si el simple hecho de estar todos juntos, tan apretujados y sin espacio para moverse, los hiciera sentirse un poco menos solos en sus propias batallas.

Afuera, la noche seguía avanzando silenciosa, y mientras las luces tenues iluminaban el cuarto, el grupo se sumergió en esa falsa seguridad que a veces ofrecen las películas de terror: saber que el miedo está en la pantalla y no en la vida real.

— ¿Qué película ponemos? —Preguntaron mientras iniciaban sesión en la aplicación de películas piratas, idea de Morgan, y ponían el buscador.

— ¡Terror, por favor! —Pidió Alex.

— Está bien, pero ¿cuál?

El Conjuro.

Actividad Paranormal.

La Monja.

Dijeron los tres al unísono y se miraron entre sí ante la indecisión.

— ¿Quieren ver una película o acabar con la ropa interior sucia? —protestó Chloe—. ¿Tiene que ser de terror?

— No seas miedosa. —La molestó Dianna.

— Veamos La Monja —dijo Alex. Todos aceptaron, excepto Chloe.

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— ¿Chloe, estás bien? —preguntaron más tarde.

Ella no respondió. No emitió palabra, no se movió. Simplemente se cubrió con las sábanas hasta la cabeza, como si el simple acto de ocultarse pudiera protegerla del terror que acababa de presenciar en la pantalla. La habitación, que minutos antes rebosaba de bromas, risas incómodas y gritos exagerados por los sustos, ahora parecía haberse sumido en un silencio tenso. La película seguía en curso, pero ya nadie la estaba mirando.




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