Un Año de Amores

Capítulo XXIV: 4 de marzo

— ¿Tienes alguna noticia de él, Chloe? —preguntó Alex al otro lado del teléfono. Su voz sonaba suave, pero cargada de ansiedad. Estaba en su casa, dando vueltas por el salón sin poder concentrarse en nada más.

— No... todavía no ha despertado —respondió Chloe desde el hospital, con tono apagado, los ojos clavados en la figura inmóvil de Blake.

No se había ido de allí en todo el día. El tiempo se había vuelto una masa densa y sin forma: ya no sabía si había pasado una hora o diez. Blake seguía conectado a las máquinas, su pulso era monitoreado constantemente por un monitor que lanzaba pitidos cada ciertos segundos. Más temprano, los médicos le habían informado que necesitaba una nueva transfusión de sangre. El estado era crítico, pero estable.

Chloe estaba sentada en un pequeño sillón junto a la camilla, como lo había estado desde que le permitieron entrar. Sostenía la mano de él entre las suyas. Estaba fría, y una vía intravenosa atravesaba la delgada piel del dorso. Acariciaba sus dedos con delicadeza, como si ese gesto pudiera llamarlo de vuelta al mundo.

— Blake... —susurró, apenas audible. Su garganta ardía de tanto contener lágrimas.

— Tienes que comer algo —dijo una voz desde la puerta. Era Hades. No se había dado cuenta de cuándo había entrado.

— No quiero. —Murmuró ella, sin apartar la mirada de Blake.

— No has comido nada en todo un día. Eso no es sano y lo sabes. —La reprendió con preocupación evidente.

— He estado más días sin comer, puedo soportar uno más. Lo único que me importa ahora es que él esté bien. Nada más.

Hades suspiró. Se acercó y le apoyó una mano en el hombro, apretando con suavidad.

— Mientras esté bajo el cuidado de los médicos, estará en buenas manos. —Dijo con voz tranquila.

Chloe asintió apenas, pero no se movió. Su mirada estaba fija en las muñecas vendadas de Blake. Esas marcas le pesaban más que cualquier palabra que pudiera decir.

— Está bien, iré a comer algo. —Ella aceptó, suspirando—. Avísame si es que hay novedades o si Blake despierta.

– Claro, te avisaré... —Hades le respondió, pero su cabeza estaba pensando en algo más— Responde los mensajes de Morgan, estaba preocupado.

Chloe salió de la sala, caminando hacia la cafetería del hospital. Las cosas en esas horas habían estado críticas, desde que se encontraron a Blake hasta ese momento.

Era lunes.

Ella había faltado a clases al igual que Hades, no querían moverse de aquel hospital.

[Mensaje de Morgan] Morgan: Hola muñeca, me enteré de todo lo que pasó. Sabes que no me llevo bien con él, pero desde aquí le mando fuerzas y que ojalá se recupere.

[Mensaje de Morgan] Morgan: Apenas tengas un momento, háblame. Me preocupas.

[Mensaje de Morgan] Morgan: Te amo.

[Mensaje de Chloe] Chloe: Hola Mor, aquí estoy. Tuve que venir a la cafetería del hospital a comer algo (obligación de Hades). Blake aún no despierta, pero los médicos nos dicen que ya se encuentra en mejor estado...

[Mensaje de Chloe] Chloe: Ya no sé ni qué pensar, nunca supuse que llegaríamos a esta situación. Estoy muy preocupada y estresada con esta situación. También te amo.

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Poco después, Hades volvió a entrar en la sala, con pasos silenciosos y mirada cansada. Había ido a buscar un café para mantenerse despierto, pero al ver a Chloe aún inmóvil junto a la cama, dejó el vaso de papel sobre una mesa y se acercó sin decir palabra.

Chloe se levantó lentamente, sus músculos entumecidos por tantas horas en la misma posición. Aun así, no soltó la mano de Blake de inmediato. Sus dedos permanecieron entrelazados con los de él unos segundos más, como si al romper el contacto pudiera desvanecerse el frágil hilo de esperanza que la sostenía.

Finalmente, con toda la ternura del mundo, le acomodó los dedos sobre la camilla, como si lo estuviera arropando. Luego giró hacia Hades, quien le extendió la mano. Chloe la aceptó sin pensar demasiado, como si fuera una cuerda lanzada en medio del naufragio. Estaba lista para salir un momento, tomar aire, tal vez encontrar fuerzas en el pasillo silencioso del hospital.

Juntos caminaron hacia la puerta. El aire parecía pesar, denso, saturado de tensión contenida. El zumbido de las máquinas, los pasos apagados de las enfermeras, todo sonaba lejano. Chloe dio un paso... otro...

Y entonces, lo escuchó.

Un crujido. El sonido apenas perceptible de las sábanas moviéndose.

Se detuvo de golpe. Un estremecimiento le recorrió la espalda. Giró bruscamente, con el corazón latiendo desbocado.

Blake.

Sus ojos estaban abiertos.

No completamente, estaban medio entornados, vidriosos, todavía adormecidos por la medicación, pero abiertos.

Por un segundo, Chloe no pudo moverse. La incredulidad la dejó anclada al suelo, como si sus piernas hubieran olvidado cómo responder. Solo lo miraba, con la boca entreabierta y los ojos cristalizados, preguntándose si era real o una ilusión provocada por el cansancio.

Blake parpadeó lentamente, su pecho se alzó con una inhalación débil, y murmuró algo que no alcanzó a entender.

— Blake... —Susurró Chloe, y en ese instante, todo lo que la había contenido durante el día se rompió de golpe.

Corrió hacia él, su corazón tamborileando como si fuera a estallar, y se inclinó sobre la camilla. Quiso abrazarlo, aferrarse a él como si pudiera evitar que se le escapara de nuevo, pero cuando sus brazos lo rodearon, una oleada de emociones la sacudió. Lo soltó bruscamente, retrocediendo un paso.

— ¡Eres un estúpido! —le gritó con voz temblorosa—. ¡Estúpido, estúpido, estúpido! —Las lágrimas rodaban por sus mejillas sin control—. Mentira... no lo eres... solo... pensé que te había perdido... —Su voz se quebró por completo. Se llevó una mano a la boca y bajó la mirada. En la cama, Blake parpadeó una vez más. Sus ojos, aún desenfocados, se fijaron en ella.




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