Un Año de Amores

Capítulo XXV: 9 de marzo

— Tengo que ir al hospital, ya es el horario de visitas. —Dijo Chloe mientras se incorporaba lentamente de la cama, estirándose un poco como si intentara sacudirse el peso de las últimas horas de encima.

La luz matinal entraba a través de la ventana, tibia pero algo apagada por las nubes grises que cubrían el cielo. El cuarto estaba en silencio salvo por el suave zumbido de un ventilador y el sonido de los mensajes que llegaban al teléfono de Alex, que estaba sentada sobre una alfombra, descalza, desplazando distraídamente la pantalla con el pulgar.

— ¿Y sabes si hoy le dan el alta? —preguntó ella sin levantar la vista, pero con el tono de quien estaba al tanto de cada pequeño detalle.

— Creo que sí... o al menos eso dijeron anoche. No estoy segura. —Respondió Chloe, mientras buscaba una remera entre la ropa doblada al pie de la cama. Se colocó las zapatillas con movimientos rápidos, casi mecánicos. Alex la observó de reojo.

— ¿Y vas a ir caminando?

— No —respondió Chloe con una media sonrisa—. Tú me vas a llevar... ¿cierto?

La pregunta, aunque formulada con inocencia, llevaba un tono de certeza disfrazado. Chloe sabía que Alex no se negaría, pero eso no le impedía añadir un poco de teatro al asunto. Ella gruñó y se dejó caer hacia atrás, quedando acostada sobre la alfombra con los brazos abiertos.

— Voy a empezar a cobrarte por llevarte a todas partes, ¿lo sabías? —Chloe se cruzó de brazos, como si considerara seriamente su respuesta.

— ¿Mi amor no es suficiente? —dijo en tono dramático, como si aquello fuese una declaración de telenovela.

— No, tu amor no me paga la gasolina o los gastos extras del coche. —Replicó Alex sin mirarla, manteniendo la seriedad solo por unos segundos antes de esbozar una sonrisa. Chloe bufó fingidamente ofendida.

— Oye, estás menospreciando una amistad de años. Recuerda todos los momentos en los que te cubrí con tus padres, o cuando te ayudé a esconder cosas que preferimos no nombrar...

— Eso fue hace siglos... —dijo Alex, ahora sentándose de nuevo y atándose el cabello en una coleta rápida.

— La lealtad no expira.

— Tampoco tu talento para manipularme emocionalmente.

— ¿Entonces? ¿Mi amor de amiga no es suficiente para convencerte?

— Está bien, está bien —dijo Alex levantando las manos en señal de rendición—. Dejaré de hacerme la difícil. Pero algún día, Chloe... algún día me vas a deber tantos viajes que voy a tener que empezar a cobrar en favores o café helado.

— Veremos cuánto te dura esa amenaza.

—¿Es en serio? —preguntó Alex, alzando una ceja mientras la seguía hacia la puerta—. Déjame recordarte que todavía me debes las tareas de los días que estás faltando al instituto...

— Claro que sí —asintió Chloe con aire inocente—. Es muy fácil convencerte. Deberías trabajar en eso, ya sabes... tener un poco más de voluntad propia.

— No es que me convenzan —replicó Alex con una sonrisa—. Es que me da pereza discutir contigo, porque siempre terminas haciéndome sentir culpable.

— Funciona, ¿verdad? —Alex la empujó suavemente con el hombro al pasar.

— Sí, pero algún día aprenderé tus trucos y no me afectarán más.

— Ese día, Alex, se acaba nuestra amistad. —Bromeó Chloe mientras bajaban juntas las escaleras.

— Ah, perfecto. Así me ahorro las idas al hospital... —dijo ella con una risa mientras abría la puerta de casa.

El aire exterior las recibió con su humedad típica y el murmullo de la ciudad empezaba a hacerse sentir. Caminaron hacia el auto con paso tranquilo. Pese al agotamiento acumulado de los últimos días, había algo distinto en Chloe. Un rastro de luz en sus ojos, como si por fin viera el final de una pesadilla que casi la devora.

— Oye... —Alex pronunció mientras se subían al coche.

— Dime.

— ¿Te sientes culpable por lo de Blake? —Preguntó en un tono serio, Chloe la miró de reojo, frunciendo un poco el ceño.

— Creo que sí, nunca lo había dejado de lado por tanto tiempo y ahora que estoy con Morgan todo se había vuelto distinto, ya sabes, fuera de nuestra rutina habitual.

— ¿Su rutina habitual? ¿Cuál? ¿Dónde te preocupas por él y luego Blake va a acostarse con Megan?

— Alex...

— Sabes que es verdad, Chloe. Entiendo que ahora todos estamos preocupados por él, que pasó por un momento feo. Pero no te dejes caer por él otra vez, estás mejor emocionalmente desde que empezaste a salir con Morgan otra vez.

— Lo entiendo, Alex. Créeme. Pero ahora Blake me necesita, ¿Si? —Ella no dijo nada, pero rodó los ojos mientras volvía a enfocarse en conducir hacia el hospital.

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La noche ya había caído, envolviendo todo en un silencio espeso. Desde la ventana del cuarto de Chloe, la ciudad parecía dormida, aunque su mente no encontraba descanso. Sentada sobre la cama, con las piernas recogidas contra el pecho, observaba su reflejo apenas visible en el vidrio. Las luces lejanas titilaban como si fueran señales, pero no podía entenderlas.

La puerta se entreabrió suavemente, y Morgan asomó la cabeza.

— ¿Puedo pasar?

Chloe no respondió de inmediato, pero asintió con un movimiento leve. Morgan entró sin decir más, cerrando la puerta con cuidado detrás de él. Llevaba un buzo viejo, el que solía ponerse cuando no quería pensar en nada. Se acercó y se sentó a su lado en la cama, sin tocarla todavía, dándole su espacio.

— No te había visto así desde hace mucho tiempo... —Dijo en voz baja, como si el cuarto no soportara palabras fuertes. Chloe giró apenas el rostro hacia él. Sus ojos estaban cansados. No lloraba, pero se notaba que algo en ella se había roto... o estaba al borde.

— No sabía que ver a alguien así... alguien que quiero, podía doler tanto —murmuró—. Me sentí tan inútil, Morgan. Estaba ahí, y no pude hacer nada.

Él deslizó su mano hasta alcanzar la suya y la sostuvo con suavidad, como si pudiera romperla si apretaba demasiado.




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