Un Año de Amores

Capítulo XXVII: 13 de abril

— ¿Cómo está todo con Blake? ¿Él ya está mejor después de lo que pasó? —Preguntaron los demás con cautela, sin querer sonar demasiado invasivos. Chloe se encontraba con sus amigos, Alex y Noah, en la cafetería del instituto.

Luego de estar varios días sin ir, ella tuvo que volver a unirse al resto, gracias a Alex pudo tener todos los deberes a tiempo y en forma. A Chloe le costó mucho salir de la rutina, ir de su casa al hospital y viceversa, sus días estaban más enfocados en Blake que en ella misma y se dio cuenta de lo mucho que la estaba afectando.

Chloe se tomó un segundo antes de responder. El clima en la cafetería estaba tranquilo, no se escuchaba tanto bullicio como era de costumbre, pero eso también se debía a que se acercaba el fin de curso y todos se encontraban preparando las últimas materias.

— Sí, está un poco mejor... físicamente, al menos. —Hizo una pausa—. Pero igual decidieron que lo internen en una clínica de salud mental por un tiempo. Va a tener acompañamiento psicológico diario, terapias, todo lo que necesita.

— ¿Él está de acuerdo con eso? —preguntó su amiga con una mezcla de sorpresa y alivio.

— Sí. No fue fácil convencerlo, pero después de lo que pasó... creo que lo entendió. También sabe que no puede seguir solo con esto. Que necesita ayuda real.

— Eso va a estar bien para él. Es lo mejor, la verdad. Entiendo la situación por la que está pasando... debe ser un infierno, y no se sale solo de algo así. —Chloe asintió con los labios apretados, su mirada algo distante.

— Siento que estuve al borde de volver a perderlo. Y aunque me tranquiliza saber que ahora está en buenas manos, todavía tengo ese miedo ahí, como una piedra en el pecho. Como si en cualquier momento... volviera a pasar algo.

— Pero no va a pasar, Chloe. Lo estás acompañando, está recibiendo ayuda, y está intentando levantarse. Eso ya es un avance enorme. —Respondió Noah, apoyando su mano en el hombro de ella.

— Lo sé —susurró—. Solo que es difícil soltarse y confiar después de todo eso. Una parte mía sigue en alerta, como si tuviera que estar disponible las 24 horas por si algo vuelve a romperse.

— Y no tienes porqué cargar con todo tú sola —le dijo Alex con firmeza—. Está bien estar presente, pero también tienes que cuidar tu propia cabeza. Él está en un lugar seguro ahora. Puedes respirar un poco y relajarte. —Chloe asintió, como si esas palabras hubieran sido exactamente lo que necesitaba escuchar, aunque todavía no pudiera del todo creerlas.

— Sí, supongo que ahora me toca aprender a soltar un poco. —Ella suspiró, dándole un bocado a su sándwich y mirando al horizonte—. Morgan volvió a enojarse conmigo. —Soltó de golpe, haciendo que los mellizos la miraran confundidos— Ya habíamos discutido sobre este tema anteriormente, pero a él le volvió a molestar que estuviera pasando más tiempo con Blake. Yo intento explicarle que no pasa nada más entre nosotros, pero no lo sé, no confía en mí.

— Escúchame Chloe, no digo que Morgan tenga razón, pero tampoco es fácil para nadie. Que tu novia pase casi todo el tiempo con su ex debe dolerle. Por más que quieras que te crea, es lógico que sienta celos.

— Blake no es mi ex. —Dijo Chloe con un dejo de molestia en la voz.

— Ex casi algo. —bromeó Alex, rodando los ojos y haciendo que los mellizos soltaran una leve risa—. Pero entendemos perfectamente lo que quiero decir.

— Lo que pasó con Blake quedó en el pasado —aseguró Chloe, cruzándose de brazos—. Morgan debería confiar más en mí y no dejarse llevar por temas que ya están cerrados.

Los mellizos la miraron con las cejas alzadas, intercambiando miradas.

— ¿Y tú crees que está cerrado? —preguntó uno de ellos, con un tono más serio—. Porque lo tuyo con Blake no es tan simple, no es tan historia como quieres pensar.

— No quiero sonar mal, pero donde hubo fuego... —empezó a decir Alex.

— Cenizas quedan —completó el otro, con una sonrisa pícara. Chloe soltó una risa nerviosa y luego suspiró.

— Sí, parece que esas cenizas no terminan de apagarse —admitió en voz baja, mirando el sándwich como si allí estuviera la respuesta a todo.

— Y Morgan tiene razones para preocuparse —agregó Alex—. No es solo por celos, es porque sabe que Blake es alguien importante para ti, y le asusta perderte.

— No voy a perder a Morgan —respondió Chloe con firmeza—. Y menos por Blake.

— Eso es lo que tú dices ahora —dijo uno de los mellizos—. Pero a veces el corazón tiene razones que la cabeza no entiende.

Chloe bajó la mirada, tomando el borde de su remera entre los dedos, mientras un nudo se le formaba en la garganta.

— Es complicado —murmuró—. No solo por Morgan o Blake, sino porque yo misma no sé bien qué siento. Quiero ayudar a Blake, pero a la vez siento que me estoy perdiendo a mí misma en todo esto. —Alex le dio una palmada suave en el hombro.

— Tienes que poner límites, Chloe. Ayudar está bien, pero tú también eres importante. Morgan también quiere ser parte, no dejarte sola en esto. —Chloe suspiró otra vez, más tranquila.

— Supongo que voy a tener que aprender a equilibrar todo —dijo—. Porque si no, voy a terminar perdiendo a los dos. —Los mellizos sonrieron, contentos de verla un poco más sincera y abierta.

— Y de paso, Morgan tendrá que aprender a confiar un poco más —remató Alex con una sonrisa traviesa—. Porque no eres de nadie más que de ti misma, y él tendría que entenderlo. —Chloe rió y asintió, sintiendo por primera vez un poco de alivio.

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Blake estaba sentado en una silla cerca de la ventana. Afuera había un jardín amplio, con bancos y árboles jóvenes que todavía no daban sombra. Personas como él caminaban despacio entre los senderos: algunos solos, otros con terapeutas o compañeros. Parecía un lugar tranquilo. Pero dentro de él, todo seguía siendo tormenta.

La puerta se abrió con un golpe suave. Chloe asomó la cabeza.




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