Un Año de Amores

Capítulo XXXI: 18 de mayo

El reloj de la sala de visitas marcaba las cinco y cuarto cuando la puerta se abrió de nuevo. Blake esperaba ver a Hades, o tal vez a su padre, pero en su lugar apareció Chloe.

Se detuvo un instante en el umbral, con la chaqueta medio colgando del brazo y la mandíbula tensa. Había un brillo extraño en sus ojos, una mezcla de rabia y vulnerabilidad que a Blake le resultaba demasiado familiar.

— ¿Morgan sabe que estás aquí? —preguntó Blake al verla entrar, incapaz de ocultar su sorpresa.

— Estoy enojada con Morgan... —Respondió ella de inmediato, sin rodeos. Blake parpadeó, confuso.

— ¿Por qué? ¿Qué pasó?

Chloe dejó la chaqueta sobre la silla más cercana y cruzó los brazos, como si necesitara contener la tormenta que llevaba dentro. Se sentó en el borde de la cama donde Blake se encontraba.

— Me enteré de que estuvo coqueteando con una chica durante el cumpleaños de los mellizos.

Las palabras flotaron en el aire, densas. Blake se acomodó en el sillón, inseguro. Su mente tardó unos segundos en procesar la situación.

— ¿Y eso te molesta porque...? —preguntó, aunque la respuesta era obvia. Ella lo fulminó con la mirada.

— Porque estaba conmigo, Blake. Porque se supone que es mi novio. —Ella contestó con tono obvio, haciendo una mueca.

El silencio se alargó. Blake tragó saliva. Había algo incómodo en esa conversación, un eco de lo que alguna vez existió entre ellos. Sentía la distancia del tiempo, pero también la cercanía peligrosa de un pasado que todavía respiraba en los pliegues de sus memorias.

— ¿Y hablaste con él? —se atrevió a preguntar.

Chloe negó con la cabeza, apretando los labios.

— Nos dimos un tiempo. —Su voz se quebró, y por un instante dejó entrever el dolor detrás de la rabia—. Me siento una estúpida.

— No eres una estúpida —dijo finalmente, con cautela—. Solo esperabas lo que cualquiera esperaría: respeto.

Ella lo miró fijo. El silencio que se instaló después no era ligero; era denso, casi eléctrico.

— ¿Sabes por qué vine? —preguntó Chloe de repente— Porque contigo siempre pude hablar sin sentirme invisible a pesar de todo lo que pasamos. Porque, aunque las cosas entre nosotros nunca se dieron... siempre supe que me escuchabas de verdad.

Blake sintió un nudo en el estómago. Quiso decir algo, cualquier cosa, pero las palabras se le quedaron atrapadas en la garganta. Ella estaba ahí, frente a él, vulnerada y enojada con Morgan... y al mismo tiempo despertando en él algo que había intentado enterrar.

— Chloe... —murmuró, pero no supo cómo terminar la frase.

Ella apartó la mirada, como si también hubiera sentido que habían cruzado una línea invisible.

— Olvídalo. No vine a revolver nada. Solo necesitaba hablar con alguien que...

— No, no te excuses, no me molesta hablar de Morgan —lo interrumpió Blake, con un gesto firme que sorprendió incluso a Chloe.

Ella lo miró un momento, como si dudara de su sinceridad, y luego bajó la vista hacia sus propias manos, entrelazadas con nerviosismo.

— Pero igual estoy siendo egoísta —murmuró—. No tendría que venir a hablarte de él, tendría que concentrarme en ti, en cómo estás... no en pequeñeces.

— ¿Pequeñeces? Chloe, que tu pareja coquetee con alguien más no es una pequeñez. Y... no quiero que me trates como si estuviera hecho de vidrio. Estoy aquí, sí, pero sigo siendo yo. No necesito que finjas que el mundo se detuvo porque yo entré a este lugar.

Chloe levantó la mirada, sorprendida. Había un brillo en los ojos de Blake, cansado pero genuino, que no recordaba haber visto en mucho tiempo.

— No sé si deba, no sé si...

— ¡Por Dios, Chloe! Quiero que me hables como antes. De Morgan, de ti, de lo que sea. Lo único que no quiero... es que me trates como si estuviera muerto.

Las palabras quedaron suspendidas entre los dos, más pesadas de lo que Blake había planeado. Chloe abrió la boca para responder, pero no emitió ningún sonido.

— Está bien... voy a hablarte como antes. —Y se inclinó un poco más hacia él—. Pero prométeme que no te vas a romper si lo hago.

— Ya estoy roto, Chloe. Pero al menos... todavía estoy aquí.

— Te extraño, Blake, muchísimo. —Ella admitió, centrando su mirada en él. No sabía cómo describirlo, pero cuando estaba con él sentía una paz muy difícil de describir con palabras—. Yo también la cagué un poco. —Finalmente admitió la culpa, Blake frunció ligeramente el ceño mientras escuchaba con atención. Chloe suspiró, sabiendo que tendría que explicarse—. Estábamos jugando verdad o shot, todo estaba normal, hasta que Dianna me preguntó con quién me quedaría, si contigo o con Morgan...

— ¿Y qué respondiste? —Él se acercó un poco más, inconscientemente.

— No respondí. —Chloe desvió la mirada, sintiéndose avergonzada. Blake la tomó de la barbilla, haciendo que ella volviera a mirarlo—. ¿Cómo podría hacerlo? Sigo demasiado confundida con todo, Blake, ni siquiera sé qué pensar. —Ella apoyó su mano sobre la de él— Luego de eso hablé con él, de cierta forma nos dimos un tiempo, creo...

Blake se quedó en silencio, procesando lo que Chloe acababa de confesar. Sus pensamientos corrían como locos, y una extraña presión le oprimía el pecho. La confusión de ella era evidente, y ese dilema entre él y Morgan lo estaba destrozando por dentro.

Un impulso casi incontrolable recorrió su cuerpo. Quería acercarla, atraparla en un beso tan desesperado que borrara cualquier duda. Quería arrancarle de la piel el recuerdo de Morgan y, aunque fuera solo por un instante, hacerle olvidar todo lo demás. Pero sabía que no podía dejarse arrastrar por la impulsividad.

Con toda la fuerza de voluntad que le quedaba, soltó la mano de Chloe con cuidado. Trató de recuperar el aire, de calmar la tormenta de emociones que lo estaba desbordando. Sin embargo, su mirada seguía fija en la de ella, incapaz de apartarse.

— ¿En qué piensas? —preguntó Chloe, mirándolo con el ceño fruncido.




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