Un Año de Amores

Capítulo XXXVI: 15 de junio

El espejo de cuerpo entero devolvía la imagen de Chloe con una precisión casi cruel. La habitación estaba llena de accesorios, diademas y zapatos esparcidos por el suelo. Estaba el reflejo de la tarde colándose por la ventana, avisando que la hora llegaría pronto. Sobre la cama, una colección de cadenas, pulseras y anillos competían por su atención.

— No sé si me gusta... —murmuró ella, girando apenas para mirarse de perfil.

El vestido caía con elegancia hasta el suelo, un tono plateado profundo que hacía resaltar el brillo natural de su piel. Las luces del espejo parpadeaban con un tono cálido, haciendo que todo pareciera sacado de una revista, aunque ella no terminara de creérselo. Detrás, su madre, Cleopatra, sonrió desde el marco de la puerta.

— Te queda precioso, Chloe. Es perfecto para este día.

— ¿Te parece, mamá? No estoy segura... —susurró, aún contemplando su reflejo con una mirada crítica. Cleopatra se acercó con pasos suaves, colocándose a su lado y examinando el vestido con ojo crítico.

— Creo que estás siendo demasiado exigente contigo misma —repuso con calma, acomodando un mechón rebelde de su hija—. No busques defectos donde no hay. —Chloe sonrió, pero la expresión no llegó del todo a sus ojos.

— Sí, supongo que sí...

Llevaba días con una sensación rara en el pecho, como si algo no terminara de encajar. Desde aquella noche del cumpleaños de Dianna, el grupo había quedado en una especie de silencio incómodo. No hubo confrontaciones abiertas, al menos no todavía, pero el vacío de los mensajes no respondidos hablaba por sí solo.

Se giró otra vez frente al espejo, ajustando la tela en la cintura, el vestido era hermoso. Debería sentirse emocionada, como cualquier otra chica que iba a su baile de graduación. Pero lo único que sentía era distancia.

— ¿Van a ir todos tus amigos? —preguntó su madre, mientras ordenaba un poco el desastre del suelo.

— Supongo... —respondió Chloe, con una mueca—. Dijo Alex que Dianna iba a organizar una cena previa antes del baile.

No quiso decir en voz alta que nadie le había mandado la invitación todavía. Que el único mensaje que había recibido del grupo en los últimos días había sido de Noah, disculpándose por lo del cumpleaños, como si él tuviera algo que ver. Cleopatra la miró por el reflejo del espejo, con una expresión cuidadosamente neutral. Su madre siempre parecía saber más de lo que decía.

— ¿Y ya tienes acompañante? —preguntó, mientras recogía una diadema dorada del suelo. Chloe se giró bruscamente, la tensión en su cuerpo era casi palpable.

— No necesito acompañante —respondió, un tanto a la defensiva—. Solo quiero divertirme.

Se levantó, se colocó los zapatos y dio una última mirada al espejo. El reflejo le devolvió a una chica distinta: segura, elegante, decidida. Tal vez dolida, sí, pero no dispuesta a quedarse atrás.

El sonido de una notificación rompió el silencio, un mensaje nuevo.

Su mirada se volvió hacia su celular, olvidado hasta ese momento. Lo cogió con más brusquedad de la necesaria, y desbloqueó la pantalla. Su pecho se estremeció, esperando ver un mensaje específico, aunque no quiso admitirlo.

[Mensaje de Noah] Noah: Oye Chloe, al final no cenaremos con Dianna, canceló los planes a último minuto.

[Mensaje de Noah] Noah: ¿Nos vemos directamente en la fiesta de graduación?

[Mensaje de Chloe] Chloe: Bueno, mellizo bueno. Los veré allí.

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La música retumbaba en el salón de eventos donde se celebraba la fiesta; luces de colores iluminaban las mesas decoradas meticulosamente alrededor del gran espacio destinado al baile.

Hades fue quien primero divisó a Chloe entrar por las puertas principales del salón antes de desvanecerse entre otros estudiantes también arreglados, demasiado elegantes como para creerlo, llevando puesto aquel vestido plateado resplandeciente.

— Dios mío, ¿Ves eso? —Alex susurró, dando un codazo a Noah con los ojos brillantes de emoción—. ¡Chloe está asombrosa hoy! —Noah asintió lentamente, mirando hacia donde ella señalaba.

— Llámala.

Hades no dijo nada. Solo observó el vestido plateado que capturaba cada destello de luz como si fuera hecho para ello. Su expresión era inescrutable, pero había algo en la forma en que apretó levemente su vaso lo único que delataba su atención fija en ella.

Dianna, desde otra mesa, demasiado ocupada fingiendo no verlos, se atragantó con su bebida al seguír la dirección de las miradas repentinas del grupo hacia Chloe.

Hades finalmente se levantó y empezó a caminar entre las mesas hasta alcanzar a Chloe cerca del centro del salón. La música seguía sonando pero todos notaron el movimiento.

— Preciosa, estás bien hoy. —Dijo él cuando se terminó de acercar a ella. Chloe sonrió, divertida.

— ¿Bien significa hermosa en tu lenguaje anti-sentimientos, pelirrojo?

— Tú me entiendes.

— Tú también estás bien. —Le respondió ella, con el mismo tono. Hades llevaba un traje negro, simple, pero entallado al cuerpo.

La música seguía fluyendo a todo volumen mientras las luces cambiaban de color, teñiendo los rostros de azul, rosa y dorado. Chloe dejó que el ritmo la envolviera, olvidándose por un momento de las tensiones del grupo. A su lado, Hades permanecía como siempre: sereno pero presente.

— ¿Cuándo fue la última vez que bailaste? —preguntó ella con una sonrisa burlona, moviéndose al compás de la canción. —Él levantó una ceja en señal de advertencia.

— No lo hago desde que mi dignidad aún existía intacta en mi cuerpo.

Noah se ubicó a un lado de Chloe, moviendo la cabeza con la música.

— ¿Estás bien, Chloe? —preguntó con sinceridad, mientras el ritmo seguía su ritmo. Chloe le dio una sonrisa, asintiendo.

— Claro que sí. —Su mirada se dirigió a la castaña que estaba al lado de él— Alex, ¿Podemos hablar un minuto? —Preguntó ella, mirando a su mejor amiga.




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