La mañana siguiente tenía un aire extraño, Chloe se encontraba demasiado tranquila para todo lo que había pasado la noche anterior. Ella todavía sentía el eco de la música electrónica retumbando en sus oídos y el olor a gasolina pegado a la ropa, aunque se había duchado esa misma mañana. Caminaba con un café caliente en la mano, los días de verano se estaban terminando y el clima poco a poco comenzaba a sentirse más apagado, más fresco.
Ella caminó hasta una cafetería cercana, pidiendo el típico roll de canela y sentándose en aquella mesa pegada a la ventana, observando los coches pasar. Sus amigos llegaron pocos minutos después de ella, saludándola con una sonrisa.
— ¡Por fin! —Exclamó Chloe, moviendo la silla hacia un costado para que alguno se sentara a su lado—. Ya estaba pensando que alguien los había secuestrado o algo de ese estilo, ¿Por qué tardaron tanto?
— Estamos bien, sólo nos retrasamos un poquito... —Alex miró a Noah, esa típica mirada cómplice entre mellizos que nadie más entendía. Hades apareció detrás, sentándose directamente al lado de Chloe.
— ¿Cómo estás? —preguntó, cuestionando un poco con la mirada.
— Estoy bien —dijo, más rápido de lo que quería—. Solo fue una noche larga...
— ¿Noche larga por qué? —preguntó Noah, ladeando la cabeza como un gato curioso y sentándose finalmente. Chloe tomó un pedazo de roll y lo metió a su boca, evitando responder.
— ¿Ustedes dos salieron sin nosotros? —preguntó Alex, frunciendo el ceño.
— No fue la gran cosa, fue una pequeña celebración. —Hades intentó restarle importancia, pero eso despertó más la curiosidad de los mellizos.
— ¿Celebración dónde? —insistió Noah, cruzándose de brazos.
Chloe sintió el corazón saltarle en la garganta. Ella sabía que no podía mencionar la carrera, el galpón, el ruido, la forma en que Hades casi se desintegraba en el volante, ni tampoco podía decir demasiado sobre lo que ocurrió después.
— No puedo hablar de eso... —dijo finalmente, bajando la voz.
— ¿Y por qué no con nosotros? —preguntó Alex, con un tono que empezaba a oler a reproche. Chloe se acomodó el cabello detrás de la oreja, intentando parecer relajada.
— No fue una salida planeada, simplemente estábamos juntos y fue inesperado. —Respondió—. Salimos un rato y después, bueno... —Hades la miró de reojo, sutilmente, como verificando cuánta información estaba dispuesta a soltar.
— ¿Después qué? —Noah se inclinó hacia adelante, interesado.
Chloe se removió en la silla, incómoda. No quería mentirles, pero tampoco podía decirles la verdad entera. Así que optó por una mezcla rara entre ambas cosas.
— Después me fui a mi casa. —Respondió, encogiéndose de hombros.
— ¿Con Hades? —preguntó Alex, arqueando una ceja.
— Eh, no exactamente... —Chloe bajó la mirada hacia su café. Hades dejó escapar un suspiro muy leve, casi imperceptible.
— ¿Al final quién te llevó? —preguntó Hades, tampoco sabiendo la respuesta.
— ¿No la llevaste tú? —Alex ahora estaba cuestionando a Hades—. Rompiste la primera regla básica de amistad: Si van juntos, vuelven juntos.
— Estaba ocupado con otra cosa —se limitó a decir—. Chloe fue la que desapareció en un momento, yo no sabía en dónde se había metido. Un rato después, casi a las tres de la madrugada, ella me escribió avisándome que estaba en su casa y que estaba bien.
— Entonces... ¿Cómo volviste a casa? —preguntó Alex, dando un sorbo a su bebida. Chloe abrió la boca con naturalidad, sin pensarlo demasiado.
— Morgan me llevó a mi casa.
Se escuchó un silencio que cayó como un portazo. Noah bajó lentamente su vaso, Alex parpadeó dos veces y Hades se recargó en el respaldo con la mandíbula floja.
— ¿Perdón? —dijo Alex, en voz casi inaudible—. ¿Qué Morgan...? ¿Qué Morgan hizo qué...? —Ella hizo énfasis en Morgan, como si estuviera nombrando a Voldemort o a Beetlejuice. Chloe pestañeó, repitiendo mentalmente lo que había dicho, ya era demasiado tarde.
— No fue nada —intentó corregir—. Mi teléfono murió, no tenía cargador, Hades estaba... ocupado, y Morgan ya se iba. Nada más.
— ¿Nada más? —Alex levantó una ceja—. Cariño, a ver... —Se acomodó en su silla, como si no pudiera creer lo que estaba escuchando. Apoyó los codos sobre la mesa, entrelazó las manos y suspiró— Primero, Chloe, ¿Qué CARAJOS hacías tú en una celebración con tu EX?
— Yo no sabía que él iba a estar allí.
— ¿Estabas con el teléfono muerto? ¿Justo tú? —Ella alzó una ceja, los otros dos chicos observaban todo con atención y en completo silencio— Tú, Chloe Marino Alvani, nunca dejas que tu teléfono se muera, siempre llevas cargador encima. ¿Qué hacías en una celebración sin batería y sin cargador?
— ¡Ya dije que fue algo no planeado! —Chloe exclamó, frustrada.
— Él te llevó a tu casa, en su coche, a solas. Dijiste que eran las dos de la mañana, después de meses sin hablarse...
Ella inhaló, buscando una respuesta que no los llevara de vuelta a la conversación sobre carreras, ni al galpón, ni a Hades, ni al caos de Morgan.
— ¿Podemos no hablar de eso? —Alex abrió la boca para insistir, pero Chloe la cortó antes de que pudiera emitir sonido—. De verdad, Alex. No quiero hablar de eso.
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— ¿De verdad que no vas a contar conmigo? —Preguntó finalmente Alex.
Ambas se encontraban en el asiento trasero del coche de los mellizos; Noah y Hades ya se habían bajado para ir a comprar algo en la tienda de la esquina. El motor aún vibraba suavemente, y el silencio entre ellas parecía más fuerte que cualquier ruido de la calle.
— Alex... —suspiró, sabiendo que no tenía escapatoria. La mirada de su amiga era firme, dolida, pero no agresiva. Alex no estaba enojada; estaba lastimada, herida por la distancia, por el misterio. Y Chloe lo sabía demasiado bien—. Hades no quiere que yo ni nadie hable de este tema —dijo al fin, con la voz más baja que un susurro—. Pero no puedo ocultarte esto, Alex. No a ti. Por favor... no lo hables con nadie, ni siquiera con Noah, aunque sé que eso es mucho pedir.
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Editado: 05.12.2025