Un Año de Amores

Capítulo XLIV: 13 de Septiembre

La casa de los Rossi siempre había sido el punto de encuentro: amplia, iluminada, con ese aroma a pan casero que Mérida preparaba desde horas antes. Los adultos estaban en la cocina terminando los últimos detalles, entre risas y copas de vino, mientras en el comedor largo, ese que sólo se usaba para ocasiones especiales, los chicos comenzaban a acomodarse sin demasiado entusiasmo.

La mesa estaba servida con una abundancia exagerada, pizzas, snacks, cosas para picotear. Todo el ambiente era tan familiar, tan perfecto, que contrastaba de manera de muy mala manera con la energía tensa que se había colocado entre los hijos.

Chloe fue la última en sentarse. Su madre, Cleopatra, la miró con una sonrisa cálida, sin notar el enojo en los ojos de su hija. Matteo, su padre, charlaba animado con Jordan, el padre de Dianna, y Leonardo, el padre de los mellizos, sin sospechar absolutamente nada de lo que se escondía bajo esa mesa.

A la derecha de Chloe, Alex movía el pie sin parar, inquieto. Frente a ellos, Hades y Noah ocupaban sus lugares habituales, aunque ambos parecían más callados de lo normal. Alex incluso evitaba mirar en la dirección de Dianna, sentada un poco más allá junto a Abby. Y del lado opuesto, Marco, con su postura relajada forzada y el ceño ligeramente fruncido, no había hecho más que clavar su mirada en el plato vacío.

Evanna jugaba con la servilleta, completamente ajena al torbellino emocional entre los mayores. Marco intentó sacarle una conversación, pero todos fueron intentos fallidos ante su nerviosismo.

La conversación entre los adultos fluía fácil, recordando anécdotas de hacía veinte años, como si todos siguieran siendo jóvenes sin preocupaciones. Pero entre los hijos, cada palabra parecía una piedra.

Todos se habían reunido por el pronto cumpleaños de Hades, el cual era ese día a la medianoche.

— ¿Y cómo van las cosas con Blake? —preguntó Mérida, sirviendo agua, con la suavidad de alguien que de verdad quería saber.

— Bien, sabemos que está mejorando. —Respondieron varios a la vez, cada uno con un tono distinto.

Chloe sintió la tensión y la fría mirada de una persona específica, Hades no había dejado de enviarle señales silenciosas desde que llegó, y no eran precisamente positivas. No le hablaba desde hace varios días, desde que supo lo que ella le había contado a Alex sobre las carreras.

A su lado, Alex bebió agua sin mirarla. Ella tampoco estaba completamente cómoda, Dianna no le había dirigido la palabra desde que se vieron en la puerta, y ella no esperaba que lo hiciera.

— Dianna, ¿cómo van tus clases de fotografía? —preguntó Eva, una de las madres de Hades, con una sonrisa. La chica se irguió, fingiendo normalidad.

— Bien... estoy haciendo un proyecto nuevo. —Respondió ella, la mayoría frunció ligeramente el ceño. Nadie había sabido nada de ella desde que se separaron con Alex.

Abby bajó la mirada hacia su plato. Ella sabía lo mal que había terminado todo, pero no diría nada. Intentaba enfocarse en otras cosas, como hablar con su padre, hablar con los demás, o simplemente comer.

— ¿Y tú, terremoto? ¿Cómo has estado? —preguntó Leo, girando para mirar a Chloe, con la sonrisa orgullosa de siempre.

— Visitando a Blake casi todos los días... —Respondió ella en tono bajo, volviendo su vista al plato aún vacío—, está mejor, pero todavía cuesta mucho verlo en el hospital.

Todos se giraron a mirarla, con diferentes niveles de sorpresa, aunque las reacciones de cada uno fueron casi inapreciables para alguien que no los conociera. Hades la miró solo unos instantes, antes de seguir con la vista a su plato, aún más callado que antes. Chloe sintió tantas miradas encima, pero intentó disimular la incomodidad.

— Los doctores esperan que salga de allí en no más de dos meses...

— Eso es maravilloso, querida. Mucho mejor de lo que esperaban. —Dijo Cleopatra, con una sonrisa.

— ¡Qué extraña sensación! —Dijo Hanna, la madre de Hades, una sonrisa nostálgica se formó en su rostro— Nuestros pequeños ya están terminando la escuela, pronto entrarán en alguna universidad...

Esa declaración no mejoró el ambiente. La mayoría intentó no darle importancia con gestos, pero los pensamientos negativos se acumulaban en la cabeza de cada persona. Los adultos siguieron conversando sin problemas, hablando de trabajo, planes a futuro y recuerdos de la universidad, y los jóvenes permanecieron en el incómodo silencio.

Hades seguía sin dirigirle palabra alguna a todos los que se encontraban allí, aunque no apartaba la mirada de su plato. La pierna de Alex seguía golpeteando el piso de manera frenética, Chloe sintió el impulso de tocarle la mano bajo la mesa para calmarla, ambas intercambiaron una mirada que lo decía todo.

Dianna la vio mirar a Alex. Frunció el ceño, molesta. Aunque ya no estaban juntas, esa incomodidad seguía viva.

— ¿Estás bien? —le susurró Abby a su hermana, Dianna asintió sin ganas. En un extremo de la mesa, Evanna rompió la tensión sin querer.

— Hades estuvo saliendo mucho últimamente —comentó con inocencia, mirando a su hermano—. Yo casi no lo veo.

Hades levantó la cabeza como si alguien lo hubiera golpeado en la nuca. Chloe tragó saliva. Alex y Noah intercambiaron miradas. Dianna entreabrió los labios, atenta. Eva sonrió, sin mala intención.

— ¡Ay, sí! —dijo Eva, inclinándose un poco hacia adelante—. Tu hermano está en esa edad, Evanna. Entre encontrar algún curso para seguir, las amistades... y ya sabes, otros intereses. —Le guiñó el ojo a su hija pequeña.

Pero ese comentario no cayó bien.

Hades tensó la mandíbula, pero no dijo nada. Dianna apartó la mirada sin saber de qué se trataba. Chloe sintió que la tensión en la mesa podía cortarse con un cuchillo, volvió a intercambiar una mirada con Alex, pero cuando alzó la vista se dio cuenta que Hades estaba mirándola.

Evanna, completamente ajena al ambiente, siguió hablando:




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