Un año para despedirse

Capítulo 19: El momento exacto

Cuando llegue a Santiago, Me estaba esperando uno de sus mejores amigos. Él lo estaba acompañando, ayudando en todo lo que podía.

Antes de llevarme al hospital, me mostro una foto. --Para que estés preparada-- me dijo.

En la foto, no era él. O al menos, no el que yo recordaba.

Su rostro estaba gris, apagado. Sus ojos perdidos, dopados.

Era él... pero se estaba yendo.

Después me llevaron a la casa hogar donde su mamá, y de ahí al hospital. Cuando llegue, estaban su madre y su amigo. Pero después de un rato se fueron. Y entonces, por primera vez en un mes, quedamos solos.

Solo él y yo.

Me acerque. Le tome la mano. Él no hablaba, pero estaba despierto. Sus movimientos eran involuntarios. Las dosis de morfina eran tan altas que su cuerpo se movía sin sentido, pero su alma seguía ahí.

Le limpie la boca. Le conté tonteras. Historias del trabajo. Chistes malos. Todo para mantenernos lejos, aunque fuera un poquito, de lo inevitable. Lo abrace. Lo besé. y lo supe.

Pasaron tres horas. Las enfermeras me pidieron salir. Lo iban a acomodar. Y fue justo afuera, que me encontré a el cirujano. Me miró serio. Y me dijo la verdad, sin adornos.

Él tendría que haber fallecido hace dos días.

--Pero no lo ha hecho.

--¿Sabes por qué?

--Porque te estaba esperando.

Se está aferrando, no quiere irse sin verte. Me temblaban las piernas. Y entonces, justo mientras él decía eso, una enfermera vino corriendo.

--Necesitas entrar. Ahora.

Corrí. Entre. Y ahí estaba él.

Sentado.

La enfermera dijo que lo había hecho solo. Que de un momento a otro se despertó, se incorporó y se acomodó. Como si su cuerpo supiera que yo había llegado.

Me acerqué. Le tomé la mano. Me miró. Me sonrió.

Como si dijera: "Llegaste justo a tiempo."

Y en ese instante, vi el monitor. Sus latidos estaban en cero. Volví a mirarlo.

Sus ojos, que me acababan de mirar con esa última chispa, ese último brillo, ya estaban cerrados.

Él murió en mis manos.

Después de resistir. Después de luchar. Después de aferrarse con todo su amor.

Murió cuando supo que yo estaba ahí.

Y no hay nada más profundo, ni más triste, pero tampoco más hermoso... que eso.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.