Un Año Problemático [completa]

Capítulo Tres

— Levanta la barbilla, Cleo. —instruyó Emma con un tono que no admitía réplica. Cleopatra obedeció, aunque la confusión se pintaba claramente en su rostro. Emma examinó su cuello meticulosamente, como si buscara pistas de un crimen—. Bien, no hay rastro de chupones ni marcas sospechosas. Ahora, sin más rodeos, quiero saber con quién estabas y qué ha pasado exactamente.

Cleopatra tragó saliva, su corazón latiendo con fuerza ante la intensidad de la mirada de Emma.

— Me encontré con Aaron. —confesó de golpe, como si las palabras fueran una presa que escapaba de su boca.

Emma la miró fijamente, su expresión se endureció.

— ¿Aaron? ¿El mismo idiota con el que salías? —preguntó, incrédula. Cleopatra asintió, y Emma abrió los ojos como platos—. Cleopatra, por favor dime que no has hecho alguna locura.

Cleopatra sintió un escalofrío recorriéndole la espalda. Sabía que admitir que había visto a Aaron de nuevo no sería bien recibido, pero aún así había dicho la verdad. Ahora, la forma en que Emma la miraba le hizo sentir como una pequeña niña atrapada en una mentira. Cleo intentó sonar lo más tranquilizadora posible mientras se hundía en el sofá.

— Estuve con él unos minutos, pero no pasó nada de lo que creo que estás insinuando. Nos encontramos por casualidad en la fábrica. Hablamos un poco... y me reveló algo... algo impresionante —dijo Cleopatra, su voz temblorosa.

— ¿Impresionante? ¿Tiene que ver con el accidente? —Emma se inclinó hacia adelante, su curiosidad transformándose en preocupación.

— Sí. —respondió Cleopatra, su mente inundada por recuerdos borrosos y dolorosos. La muerte de Leo, su mejor amigo, había sido un golpe devastador, un vacío que nadie podía llenar. Después del funeral, su grupo de amigos se había disuelto, cada uno tomando un camino distinto, dejando atrás los lazos que los unían. Leo había sido el pegamento que mantenía al grupo unido, y sin él, todo se había desmoronado.

Cleopatra no se atrevió a revelar lo que Aaron le había dicho. En lugar de eso, desvió la conversación, esquivando las preguntas incisivas de Emma. El silencio cayó sobre la habitación, los pensamientos de ambas chicas envueltos en preguntas sin respuesta. Por un momento, ninguna dijo nada y el ambiente se volvió pesado con la tensión. Finalmente, Emma rompió el silencio, su voz suave pero firme.

— Lo odio. —murmuró ella en un susurro apenas audible, creyendo que Cleopatra no la escucharía.

A pesar de que ella estaba absorta en sus propios pensamientos, aún podía percibir el susurro de Emma. Sus ojos se abrieron con sorpresa ante el repentino comentario.

— Emma, ¿Qué dijiste? —Preguntó ella, enfocando toda su atención en su amiga. Emma no esperaba que Cleo lo oyera; sus palabras fueron más un pensamiento en voz alta que una respuesta a su pregunta. Dudó por un momento, pero la expresión inquisitiva de Cleopatra la llevó a continuar.

— Lo odio. —Admitió ella de nuevo, aclarando su garganta. Sus palabras estaban llenas de rencor.

— Emma, sabes que te quiero y todo, pero no quiero que hables mal de Aaron sin siquiera conocerlo. —Dijo Cleopatra, ocultando un poco su molestia. A ella nunca le había agradado que cualquier persona se entrometa en su relación o con él. Los ojos de Emma se abrieron ampliamente ante las palabras de Cleopatra. Su expresión se volvió casi enojada.

— ¿Lo defiendes? Él prácticamente te había olvidado hasta hoy. —Espetó ella, sacudiendo la cabeza con incredulidad.

— No me olvidó, ambos terminamos y decidimos tomar caminos separados. —Bufó Cleo, la frustración se pintó en el rostro de Emma.

— Ese no es el punto, Cleo. Él rompió contigo y ahora reaparece como si nada hubiese pasado... y tú simplemente lo aceptas.

— Ni siquiera acepté nada, Emma, sólo hablamos y ya, nada más pasó. —Emma rodó los ojos, cruzando los brazos sobre su pecho.

— ¿Estás segura de eso? No es como para que parezcas precisamente neutral cuando se trata de él.

— Emma, no has conocido mi faceta cuando estaba con él, no sabes cómo era yo, así que te pediré por favor que no te entrometas.

La expresión de Emma se suavizó ligeramente, pero aún tenía una pizca de desaprobación en su rostro.

— Cleopatra, sólo quiero cuidarte, quiero que estés bien. —Su tono era amable pero firme.

— Estoy perfecta, ¿Sí? Dejemos de hablar de Aaron. —Cortó, observando fijamente a su amiga, para conocer su reacción. Emma solamente respiró hondo, tratando de controlar su frustración. Sabía que insistir no llevaría a nada productivo, así que decidió cambiar de tema.

— Bien, entonces...

La espera había sido un tormento para Cleopatra, cada día que pasaba desde su encuentro con Aaron era un recordatorio de las preguntas sin respuesta que la acosaban. La verdad detrás del accidente se había convertido en una obsesión, un rompecabezas cuyas piezas parecían esquivarla, ocultándose en las sombras de su memoria.

La llamada de Jordan había sido inesperada, un eco del pasado que resonaba con promesas y secretos. Él había sido parte de su círculo íntimo, un grupo que una vez se había considerado inseparable. Ahora, él emergió de las profundidades del silencio, ofreciendo su versión de los hechos que habían cambiado sus vidas para siempre. Cleopatra se debatió entre la duda y la determinación, pero la sed de saber la impulsó a aceptar el encuentro.

Hoy, al cruzar el umbral de la cafetería, Cleopatra sintió cómo los recuerdos y la realidad se entrelazan. Pidió su batido de fresa, en un intento vano de calmar los nervios que la consumían. El sabor dulce y familiar era un pequeño consuelo frente a la ansiedad que la invadía. Mientras esperaba, su mente se perdía en conjeturas, imaginando las revelaciones que Jordan traería.

La cafetería, con su bullicio y aroma a café recién hecho, se convirtió en un escenario de suspenso. Cada cliente que entraba podía ser Jordan, cada paso que resonaba en el suelo podía ser el suyo. Cleopatra se aferraba a su batido como si fuera un ancla, su mirada fija en la puerta, esperando el momento en que el pasado se materialice frente a ella.




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