Jordan abrió la puerta de la habitación poniendo mucha más fuerza de lo que pensaba, esto hizo que esta chocara contra la pared. El estruendo se escuchó por todo el departamento, Aaron se levantó de un salto poniendo en posición de ataque, Jordan lo miró, sorprendido, y luego soltó una carcajada.
— Tranquilo, tigre. Sólo vine a buscar algo. —Le dice y Aaron bufa, volviéndose a acostar.
Otro estruendo resonó, ambos se miraron con pánico, el ruido provenía de la cocina. Jordan respiró pesadamente buscando por la habitación algo para defenderse, no encontró mucho gracias al desorden de Aaron, pero él sí encontró, tenía un viejo bate de béisbol que usaba cuando era más pequeño. A la cuenta de tres salieron sigilosamente por el pasillo mirando a todos lados, parecía que no había nadie por allí. Al llegar a la cocina se encontraron con una ventana rota y una roca tirada en el piso, la cual tenía una nota envuelta y amarrada con cinta adhesiva.
"Tengan cuidado, no soy una persona amigable, y esto va más para ti, Jordan Webber. "
El miedo se empezó a apoderar del cuerpo de Jordan, sus manos temblaban, su frente sudaba y sentía escalofríos recorriendo todo el cuerpo. Aaron le arrebató la nota de las manos y lo tomó de sus hombros, obligándole a que lo mirase.
— Jordan, escúchame, en estos momentos necesitamos estar todos juntos, no importa cuánto miedo tengamos, ¿Si?
— Lo sé, lo sé. —Dice intentando convencerse—. No quiero estar aquí, vámonos a dónde sea.
Estaban tomando sus cosas cuando en el teléfono de Aaron apareció una llamada entrante, al fijarse era Cleopatra.
— Cleo, dime. —Responde, pero nadie responde, todo queda en silencio— ¿Cleopatra?
— Aquí estoy, ya estoy en mi casa, Emma me dejó aquí hace unos minutos. —Le responde y él suspira, aliviándose—. ¿Puedes venir? Estoy sola, mi madre se ha ido y no sé a dónde.
— Bueno, ahora salgo para allá, pero iré con Jordan, nos acaban de dejar otra nota. —Le dice.
Antes de subirse al coche de Aaron revisaron que todo estuviera en órden, ninguna sabe de lo que esta persona podría ser capaz. Los frenos estaban bien al igual que el tanque de combustible, chequearon las cosas unas dos veces para asegurarse de que no se les escapaba ningún detalle. Aaron comenzó a conducir en dirección a la casa de Cleo, pero Jordan lo frenó a los dos minutos al ver algo extraño en una de las ventanas.
— Cuando lleguemos a lo de Cleo lo revisaré, no quiero frenar en este momento donde no hay nadie cerca, es espeluznante. —Le dice él, intentando mantener la calma. No obstante, no podía no quedarse viendo la ventana desde el espejo retrovisor, parecía que alguien lo había rallado, pero hasta no inspeccionar de cerca no estarían seguros.
Al llegar a su casa, Cleopatra dejó que guardara el coche en el garage, aprovechando que su madre no estaba en la casa. Ella continuaba desempacando y guardando sus cosas. Aaron al revisar la ventana lo notó, no eran líneas sin sentido, formaban la palabra "Escóndete". Jordan miraba sin poder asimilarlo, todo lo que había ocurrido en tan pocos días era sorprendente, pero de mala manera.
— ¿Quién sería tan idiota de hacer algo así? —pregunta con enojo y repasa con la yema de sus dedos los rayones.
— No lo sé, hermano. —Le responde Jordan pasando su brazo por los hombros de Aaron y sacándolo del garaje, lo único que iba a lograr es terminar de enloquecer.
Cleopatra termina de prepararles algo para tomar y se sientan todos en la barra de la cocina, ella suspira pesadamente y Aaron lo nota.
— ¿Está todo bien?
— No, es Emma lo que me está preocupando.
— ¿Qué pasa con ella?
— No lo sé, está actuando raro desde que ustedes volvieron.
— Tal vez son celos, Cleo, es normal. Ahora sabe que tú tienes más amigos que sólo ella.
Cleopatra asiente, aunque no está convencida, ella la conoce, algo más tiene que haber. Luego de las bebidas, ella les ofrece a sus amigos que se queden con ella, por lo menos esa noche, y ellos aceptan sin dudarlo. Jordan dormiría en la habitación de huéspedes, mientras que Aaron dormiría en uno de los sofás.
Cleopatra sintió un escalofrío recorrerle la espalda mientras las luces se apagaban y el silencio se apoderaba de la habitación. No podía dormir, no cuando su mente estaba llena de las constantes amenazas que había recibido. Su mente se llenó de pensamientos mientras se acurrucaba en su cama. De repente, su puerta comienza a abrirse sigilosamente, una silueta negra, que ella ya conocía, aparece y se acuesta a su lado. Ella ríe levemente contagiando a la persona que tenía al lado, se gira para quedar frente a frente y, aunque todo estaba completamente a oscuras, podía notar la sonrisa ladeada que tenía. Cleopatra reconoció al instante a Aaron y, aunque todo estaba oscuro, podía sentir su sonrisa.
Suspirando levemente, se incorporó en la cama para mirarlo—. ¿Qué haces aquí, Aaron? —preguntó ella, con un tono de burla en su voz.
— Es muy incómodo tu sofá, ve a dormir tú a ese lugar. —Él se encogió de hombros y se sentó en el borde de la cama.
— No me iré de aquí, es mi propia cama.
— Entonces deja que duerma contigo, como los viejos tiempos.
— Está bien, sólo si insistes...
Ambos sabían lo que podría llegar a pasar, la tensión que aún seguía entre ellos se notaba a kilómetros de distancia. Aaron comienza a trazar suavemente la forma de su rostro con sus dedos, pasando desde su oreja, por su barbilla hasta llegar a sus labios. Él se apoya sobre su brazo, de forma que queda sobre el rostro de Cleopatra, pero sin llegar a tocarse. Primero roza sus narices, sacándole una sonrisa, y después de eso comienza a rozar sus labios, como había pasado en aquel lago. A pesar de la oscuridad, ella podía sentir su presencia cercana. Él comenzó a trazar suavemente el contorno de su rostro, desde su oreja hasta sus labios. Cleopatra se sentía impaciente, y colocó sus manos alrededor de su cuello, tirando suavemente de él hacia abajo.
Editado: 13.11.2025