Un Año Problemático [completa]

Capítulo Diecisiete

Ella despertó lentamente, su conciencia se fue acercando a la realidad con cada latido de su corazón. Al abrir los ojos, se encontró en una habitación blanca y fría, rodeada de monitores que emitían un sonido constante y monótono. Sentía pequeñas punzadas por todo el cuello, y al tocarlo, notó la presencia de una venda que cubría la herida.

Con cautela, Cleopatra observó su entorno. Estaba conectada a una máquina que registraba sus latidos cardíacos, y en su brazo había una vía intravenosa. La bata hospitalaria que llevaba era la típica, con su diseño simple y funcional.

La idea de estar en ese lugar no le gustaba en absoluto. Todo lo que quería era estar en casa, en su cama, lejos de las luces brillantes y los ruidos que la rodeaban.

De repente, la puerta se abrió y entraron varias enfermeras seguidas de un doctor. Ellos venían a revisarle la herida, pero Cleopatra no estaba dispuesta a cooperar. Intentaron tranquilizarla y colocarle un sedante, pero ella se movía con tanta fuerza que no podían sujetarla ni siquiera para tomarla de los brazos.

— Tranquila, respira, no queremos hacerte daño. —Le repite una de las enfermeras, pero sin éxito.

No funcionó, gritó y pataleó. Comenzaba a faltarle la respiración mientras el pánico subía por su cuerpo, Jordan y Aaron entraron enseguida a la sala y observaron la escena. Las enfermeras al verlos intentaron echarlos, pero no lo lograron, se acercaron rápidamente a ella y la abrazaron, sabiendo lo que sufría en los hospitales.

En este momento estaba llorando, Jordan le tomó la mano pidiéndole que se tranquilice y que no iba a pasar nada. Los doctores aprovecharon para ponerle el sedante, los ojos de Cleopatra volvieron a cerrarse quedando de nuevo inconsciente.

— ¿Por qué se puso así? —preguntó el doctor preocupado por ella.

— Su infancia no fue muy buena, estuvo por varios hospitales y, —observa a Aaron sin saber si decirlo o no— tuvo una experiencia muy traumática.
El silenció reinó en la sala, nadie sabía qué decir al respecto. Con sólo ver las expresiones de cada uno se daban cuenta de todo, fue una pesadilla para ella, pero era necesario que la revisaran y que esté siendo controlada. Al despertarse tuvo otro ataque de pánico y allí estaban sus amigos para tranquilizarla.

— Tranquila, somos nosotros, tuviste una pesadilla. —Le dicen mientras soban su espalda para tranquilizarla.

— Sácame de aquí, por favor. No quiero estar aquí.

— Cleo, mírame. —Le responde Aaron y ella lo miró fijamente— Ese doctor ya no podrá hacerte nada, estás a salvo, estás con nosotros.

— ¿Ya estás mejor? ¿Tu cuello cómo está? ¿Te duele?

— Me sigue doliendo mucho.

— Te tuvieron que poner un par de puntos, el tipo cuando cayó te corto bastante profundo, por suerte no llegó a lastimar nada importante.

— Aaron, sácame de aquí, por favor. —Los ojos de Cleo se llenaban cada vez más de lágrimas y lágrimas queriendo salir, su corazón estaba acelerado y comenzaba a transpirar frío. Él la miraba odiando todo lo que le había pasado, en sus ojos había pena y enojo, pero negó con la cabeza.

— Lo que menos quiero es que sufras, Cleo, pero no es posible, no puedo sacarte de aquí, tienen que curarte. —Podría decirse que sus amigos estuvieron un par de minutos intentando calmarla, hasta que lo lograron, pero Cleopatra se dejó muy a regañadientes. Los doctores la revisaron, le curaron la herida, y luego se marcharon, tampoco querían agobiarla más de lo que ya estaba. Aaron se quedó en la sala de espera con sus amigos, estaban esperando al doctor para hacerle algunas consultas y, de paso, para esconderse un rato de esta maldita persona que tanto mal les quiere hacer.

— ¿El tipo? ¿Lo atraparon? —Cuando Cleopatra preguntó esto, los chicos se miraron entre sí, no querían decirle que se les había escapado. Ella los miraba uno por uno comiendo un postre que le habían dado en el hospital, al ver qué ninguno respondía le llamó la atención— ¿Chicos?

— No sabemos cómo, pero escapó.

— Mierda. ¿Los demás están bien?

— Sí, tranquila. Excepto Aaron que pisó los vidrios de un vaso roto, creo, ahora camina medio raro. —Cuando dice esto, ella lo mira y suelta una mínima risa que le hace doler.

— Le tiré un vaso al sujeto, pero no me dio tiempo a nada.

— Con razón, de eso eran los vidrios en el piso. —Dice y agarra su teléfono— Ya vuelvo. —Jordan sale de la sala.

— ¿Qué pasó exactamente anoche? ¿Qué hacías allá? —le pregunta a Matteo.

— Bueno, estaba cerrando el local cuando me di cuenta de que te habías olvidado tu arma, la que habías agarrado es una que tenemos para las prácticas. —Empieza a decir, indeciso— En fin, decidí ir a tu casa para llevarte la tuya y también para verte, ni me había dado cuenta la hora que era. —Hace una mueca— Cuando llegué a tu casa ví al sujeto arrastrándote, entonces tomé tu arma, por suerte la traía en la parte trasera de mi pantalón, y le apunté. —Centra sus ojos en ella— En ese momento me di cuenta de que tenía una navaja, cuando me pidió que baje el arma, vi venir a tu amigo Jordan, creo que se llamaba así, y él lo golpeó en la cabeza, cuando el tipo cayó te clavó la navaja en el cuello y después de eso te desmayaste. ¿Se entendió? —suspira— Fue mucho para explicar. —Sonríe.

— Si, entendí bastante. —Desvía su mirada hacia Aaron— ¿Quién era el tipo?

— No lo sabemos, no nos fijamos en eso, apenas vimos que estabas sangrando decidimos traerte al hospital.

Cleopatra estaba intentando eliminar ese recuerdo de su mente, enfermeras entraron a la sala avisando que los demás tendrían que salir para curar la herida, pero ella se negó.

— Yo me quedaré con ella, los demás pueden salir. —Avisa Aaron sentándose al lado de Cleopatra, Matteo los mira confundido y se marcha.

— No puedes quedarte aquí, lo lamento. —Le responde una de las enfermeras negando con la cabeza.

— No la dejaré sola, así que me quedo aquí o me tendrán que sacar los guardias.




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