Un Año Problemático [completa]

Capítulo Diecinueve

— Aaron, es muy tarde, tendrías que intentar dormir... —Le dijo Cleopatra, su tono era confundido.

— Lo sé, lo sé. Sólo que tuve una especie de pesadilla y no pude volver a conciliar el sueño. —Cleopatra se le quedó mirando, suponiendo que esa no era su única razón para estar allí. Esperó unos segundos, hasta que Aaron volvió a hablar—. ¿Puedo hacerte una pregunta?

— Sabes que sí, Aaron, dime. —Cleopatra cerró los ojos por un momento, tratando de acomodarse un poco mejor en su cama.

— ¿Qué hay entre tú y Matteo? —La pregunta salió como un susurro. Ella se tensó unos segundos, tenía el ceño fruncido.

— Somos amigos, no hay nada más. —Respondió ella, intentando sonar convincente.

— Cleopatra, sabes que eso no es verdad —Dijo Aaron, acercándose aún más y acariciando su cabello—. Él siempre se te acerca mucho, busca cualquier excusa para estar contigo. ¿Por qué no me lo dices?

— Aaron, realmente somos amigos, no hay nada entre nosotros.

— Cleopatra, sabes que eso no es verdad, sé que estás mintiendo, y de alguna forma busca llamar tu atención.

— Bueno, puede ser que le guste un poco a Matteo, pero es sólo eso. No empieces a buscar cosas donde no las hay, es muy tarde para hablar de esto, Aaron. —Respondió Cleopatra, restándole importancia con un gesto de la mano. Sus ojos, sin embargo, revelaban una sombra de duda que Aaron no pudo pasar por alto.

Aaron se quedó en silencio por unos segundos, mirándola e intentando leerla a través de sus gestos y expresiones. Él sabía que ella no estaba siendo del todo sincera con lo que decía, y por la tensión que había en su cuerpo podía decir que había algo más que ella no estaba dispuesta a admitir. Sin embargo, él decidió callarse y guardar silencio para no agobiarla más. Cleopatra también podía sentir la tensión en el ambiente, el silencio entre ellos se hacía cada vez más incómodo. Ella sabía que Aaron tenía sospechas, pero no quería admitirlas en voz alta. Era cierto que Matteo parecía interesado en ella, pero Cleopatra sentía que algo de él también lograba cautivarla. Sin embargo, cada día se volvía más difícil, especialmente con la forma en que él la miraba y se acercaba a ella.

— ¿Es muy egoísta decir que te quiero sólo para mí, Cleopatra? —Preguntó Aaron, rompiendo el silencio y sacando de sus pensamientos a Cleopatra, ella sabía que esa pregunta venía de un lugar de inseguridad y celos, pero también sabía que no podía rechazar completamente ese sentimiento. Ella lo miró a los ojos y suspiró.

— Eres muy posesivo, Aaron... —Respondió ella con media sonrisa en los labios, conociendo que eso le gustaba. Ella volvió a recostarse en la cama, dejando un espacio para que él también se acueste. Aaron se acercó a ella, acortando aún más la distancia que había entre ellos. Sus dedos rozaron su brazo y sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo. La abrazó por la espalda pegándola más a él, podía sentir su respiración descompasada en su oído, sus manos empezaban a recorrer su cuerpo, acariciando sus caderas y su espalda suavemente. Su cercanía era electrizante y cada parte de ella se sentía viva con su toque.

Cleopatra se estremeció ante el contacto, su cuerpo respondía instintivamente a él, no importaba cuánto luchaba contra ello. Su respiración se volvió más rápida al sentir sus caricias y su cercanía, el deseo que siempre había estado presente amenazaba con explotar dentro de ella. Aaron se acercó más a ella, su mano subió por su brazo hasta llegar a su cuello y deslizó su pulgar por su mandíbula suavemente, teniendo cuidado con su herida. Su boca se acercó a su oído, susurrando palabras en voz baja que sólo ellos dos podían escuchar.

— Eres mía, Cleopatra. Sólo mía.

Cleopatra se estremeció al escuchar sus palabras, su cuerpo reaccionó ante su posesión y su tono mandón. No quería admitirlo en voz alta, pero algo en esas palabras despertaba algo en ella, algo oscuro y emocionante. Su mente luchó consigo misma, pero su cuerpo se dejó llevar por la sensación que él le provocaba.

Su espalda se arqueó ligeramente, acercándose aún más a él. La mano de Aaron subió bajó desde su mandíbula, acariciando su piel sobre la camisa de pijama que ella llevaba puesta. Él pudo sentir su pulso acelerado, y eso sólo lo animó a seguir acariciándola y murmurando cosas en su oído. Aaron la giró, dejándola enfrentada a él, acercó sus labios a su cuello comenzando a trazar un camino de besos y mordidas suaves. Sus manos bajaron nuevamente a sus caderas, atrayéndola contra él para que ella sintiera lo que sus palabras ya habían dejado claro: ella era suya.

Cleopatra se dejó llevar por la sensación, enredando sus manos con la camiseta de él. Su cuerpo se tensó ligeramente al sentir lo duro que estaba contra su abdomen, y una ola de deseo se apoderó de ella. Sin pensarlo, apretó sus caderas contra él, buscando aún más contacto y aumentando la tensión entre ellos. Aaron dejó escapar un suave gemido al sentir sus caderas presionando contra las suyas, aumentando la fricción entre ellos. Sus manos se aferraron aún más a ella, como si quisiera fundirse en su piel.

Cleopatra se sentía atrapada en un torbellino de emociones y sensaciones, la sensación de su cuerpo contra el suyo, sus manos acariciándola y su boca en su cuello. Cleopatra sentía que estaba perdiendo el control, pero a la vez no quería que eso se detuviera. Su mente era un remolino de pensamientos confusos, pero su cuerpo reaccionaba con urgencia y necesidad al contacto de él. El beso fue como un choque de electricidad entre ellos, un punto de inflamación que los empujó aún más cerca. Su sabor, su tacto, su presencia. Todo era demasiado para Cleopatra, que se aferró a él aún más, hundiendo sus dedos en su espalda y respondiendo con urgencia al beso.

Él respondió con igual urgencia, saboreando su boca y reclamándola como suya. Sus lenguas se enredaban en una danza salvaje, cada contacto creando más deseo y necesidad entre ellos. Sus manos exploraban su cuerpo, buscaban cada centímetro de piel a su alcance, apretándose como si buscara fundirse en ella. Cleopatra se sentía como si estuviera en un estado de trance, su mente nublada por la avalancha de sensaciones que él le provocaba. Su respiración era rápida y entrecortada, y su cuerpo se movía de forma instintiva contra el suyo, buscando aún más contacto y mayor profundidad en el beso, como si anhelara más de él.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.