— Hermanita, tanto tiempo... —Thalía, la hermana mayor de Cleopatra, entró en su habitación sin siquiera golpear la puerta, ella la observó confundida durante unos segundos hasta que reaccionó y saltó a darle un abrazo. Thalía le recibió el abrazo con la misma energía, ambas se sentaron sobre la cama y se miraron fijamente, intentando analizar las expresiones de la otra como solían hacer de pequeñas— Tengo demasiadas cosas para contarte que sé perfectamente que te van a interesar, pero vaya que has estado ocupada, dime ¿Cómo te sientes? ¿Cómo están las cosas por aquí?
— Es una verdadera pesadilla Thalía, no puedo más con todo esto... —Cleopatra le comienza a decir, empezando a romperse y dejando salir todas esas emociones ocultas desde que empezó este sufrimiento. Le intentó contar cada detalle, cada pequeña cosa que había notado y lo que había conseguido hasta ese momento. Thalía la escuchaba atentamente, mientras intentaba consolar a su hermana, era difícil para ella verla en ese estado.
— Estoy intentando cooperar con lo que puedo, Cleo, no dudes de eso. Aunque no entiendo varios puntos, ¿Estás segura de lo que me acabas de decir de Emma?
— Estoy completamente segura, sé que podrás averiguar cosas sobre ella, hazme ese favor.
— ¿Quieres que pida información sobre alguien más? —le preguntó mientras tecleaba de forma rápida en su teléfono, Thalía alzó la mirada al ver que Cleopatra no le respondía, parecía haber entrado en una especie de trance—. ¿Cleo?
— Hmmm, sí, tengo otra sospecha más y estoy segura de que también es parte de todo esto, pero no quiero levantar sospechas aquí en casa.
— ¿De quién estamos hablando, Cleopatra? —Preguntó Thalía con voz firme, Cleopatra se acercó a ella y le susurró algo en el oído. Su hermana abrió los ojos de una forma exagerada mientras procesaba, lo tecleó en el teléfono y bloqueó—. No lo creo...
— Créeme, estoy más que segura que tiene que ver con esto.
— Pero ¿Segura que no te confundiste con el tono de voz o algo así?
— Te lo juro, hermana, no mentiría con algo tan grave como lo es matar a alguien.
— Entiendo...
— ¿Tú tampoco confías en mí?
— Por supuesto que confío en ti, confío ciegamente en ti, sólo que se me hace muy extraño lo que me acabas de decir. Es que L... —Jordan interrumpió la conversación entrando repentinamente en la habitación, su mano, donde sujetaba su teléfono, temblaba. Él miró a ambas con pura preocupación en su rostro, Cleopatra esperó unos segundos, pero él no decía nada.
— ¡Jordan!
— Matteo está en el hospital. —Dijo, sorprendiendo a Cleopatra.
— No lo dices en serio... —Dudó un poco, pero se levantó al instante comenzando a tomar sus cosas rápidamente y salir de allí a paso rápido—. Luego te hablo, Thalía. —Se despidió de su hermana y ambos corrieron hasta el coche, comenzando el camino hacia el hospital. Durante todo el trayecto Jordan no dijo nada más y tampoco quiso decirle a Cleopatra más detalles de lo que había ocurrido con Matteo, todo era muy extraño.
Aaron ya se encontraba en el hospital cuando ellos llegaron, estaba sentado en la sala de espera con una notable expresión de culpa en su rostro, movía sus manos frenéticamente y estaba sudando. Cleopatra no entendía nada, miró a Aaron, luego a Jordan, ninguno soltaba ni una palabra.
— ¡Hablen de una maldita vez! ¿Qué fue lo que ocurrió? —Cuestionó ella, completamente furiosa, mirando a sus amigos fijamente. Ambos se sobresaltaron cuando Cleo alzó el tono de voz, pero suspiraron y comenzaron a aclarar lo sucedido.
Según Aaron, la secuencia había sido demasiado extraña y dudosa. Él había llegado con total normalidad a las clases de tiro, donde Matteo ya lo esperaba. Tuvieron una corta charla sobre lo que había ocurrido el día anterior, pero casi no le dieron importancia—. Estaba todo normal, no sé qué fue lo que pasó o cómo fue que pasó... —Dijo él, continuando con el relato. Ambos se dirigieron a la zona de práctica, pero Matteo se había olvidado por completo del arma en la sala de protección. Al volver, donde esperaba Aaron, Matteo comenzó a quejarse de que algo estaba mal con su arma—. Fue muy extraño, el arma parecía estar completamente trabada, como si la hubieran saboteado. —explicó, con una mezcla de frustración y desconcierto en su voz. Ambos forcejearon un poco, tratando de liberar el mecanismo, y pasó lo predecible: uno de los cartuchos estalló, lastimando toda la mano izquierda de Matteo y dejándola casi al rojo vivo. El dolor fue inmediato y agudo, y Matteo soltó un grito que resonó en todo el lugar alertando a Don Pedro—. Me siento muy culpable, ellos también piensan que fue mi culpa, no sé ni siquiera manejar un arma, menos voy a saber sabotearla. —Confesó Aaron, con la voz temblorosa—. Aunque sé que tal vez fue un simple error de ambos al estar forcejeando, no puedo dejar de pensar que algo más pudo haber pasado. El arma del día anterior estaba completamente normal y no creo que él se haya querido autolesionar solo por inculparme a mí.
Jordan lo observaba, asintiendo con la cabeza. Aaron se pasó una de sus manos por su frente, donde el sudor comenzaba a acumularse. La situación era confusa y angustiante, y la culpa lo consumía. Miró a Matteo, quien ahora estaba siendo atendido por el personal médico, y no pudo evitar sentir una profunda preocupación por su amigo.
—. Aaron, tranquilízate, fue un accidente. —Le respondió Jordan, sobando su espalda en un intento de consolarlo.
— No, no lo fue. —Cuestionó Cleopatra mirando un punto fijo—. Él quiere eso, que nos sintamos culpables de lo que está pasando, está saboteando todo, hasta está intentando sabotear a Matteo. Mírenlo de esta forma, él sabía que Matteo en algún momento iba a tener que usar su arma, pero lo que no puedo descifrar es ¿En qué momento lo hizo? Se supone que Matteo trabaja con el arma y la tiene encima en todo momento, ¿En qué momento la saboteó?
— Creo que tengo la respuesta a eso, —respondió Aaron— no estábamos solos, había otra persona, ninguno de nosotros lo conocía, pero no dudamos de él. Cuando me tocaba empezar a mí esa persona se fue, sin antes quedarse unos minutos solo en la sala de protección.
Editado: 13.11.2025